17 diciembre, 2010

Diario de un desesperado (3)

Continuación de la primera y segunda entregas del diario. Última entrega.

Día 15

Me dio el bajón, la celda es gris y oscura, y los rayos de luz apenas se dejan ver por una rendija de la puerta. Me tiene encerrado, y me atormenta con su dulce sopor, con su dulce sueño, desconectante de la ajetreada vida. Mi carcelero no espera, no desespera, tiene infinita paciencia, sabe que es más fuerte, no puedo más. Desconectaré escuchando un poco de música.

Día 16

Hace 16 días que me recluyeron en esta celda dentro de una gran cárcel, pero esto no me importa, porque fue con mi consentimiento. Lo malo es que no tengo buenas noticias. Se me acabó el chocolate, y la fruta me empieza a escasear. Dicen que el chocolate es uno de los vicios mayores, que más difícil es de quitar. Yo digo que es uno de los mayores placeres, y bien sé lo difícil que es quitar un vicio. Me he comido 15 tabletas. Me hace olvidar al carcelero.

Día 17

Esta mañana vi un huerto en un paseo que di hacia el río. Hay unos naranjos. Tendré fruta de sobra. A veces pienso que todo es un sueño. Que un día despertaré y mi carcelero morirá perdido en la confusión de la noche.

Día 18

Pues sí, le voy cogiendo el gustillo. En el río hay truchas. Bueno, no sé si son truchas o carpas o qué, pero son peces, y hace 3 semanas que no como pescado. Me creo capaz de superarlo todo.

Día 19

Por ser lunes, bueno, no se por qué es, pero me gustaría decir lo que hago en el día, porque luego me reiré, seguro. Paseo, paseo, vuelvo con nuevas plantas para mi herbario, cojo insectos y al llegar, voy a la despensa, cojo la comida, y, después de comer duermo. De tarde escucho música o leo, porque me traje 5 libros. Ya me he leído 4. Uno de ellos está titulado Relatos de un Robinson. Me recuerda a mí, pero yo soy un Robinson voluntario, y vivo en la civilización. Por lo demás, nada interesante.

Día 20

Hoy vuelve a llover, me he terminado los platanos y las manzanas que traje, y no me quedan embutidos. Sólo algunos yogures pasteurizados. Esto es un infierno, y si lo pienso bien, cuando flaqueo siempre viene el carcelero a recordarme que si me duermo en los laureles voy a caer en sus redes, y volveré a rozar esa fría mano. Si no pasa nada, sólo unas gotas del elixir maldito no me pueden matar, o si...

[FIN]

Pues aquí terminan estas 3 entregas. La verdad es que no he logrado descifrar qué o quién era exactamente el "carcelero", y dónde podría estar realmente este hombre, y si a lo mejor al final sí que le mató ese elixir, y por eso no había podido continuar el diario... En fin, en esta botella queda, y así lo envío al mar, por si él no pudo hacerlo entonces.

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