29 abril, 2011

La romanización anglosajona

La palabra Romanización me recuerda a Don Domingo Ballesteros (insigne profesor de latín en la vieja Obulco), y las palabras talayots, reyezuelos, falcata, termas, etc... Todo allá por finales del milenio II d.c, acabado ya, copiando folios y folios de apuntes de una asignatura que nos hablaba de un idioma que algún día fue nuestro, y del que somos hijos, de una cultura que un día irrumpió entre nosotros acabando con casi todo lo anterior, y que acabó dándonos mucho de lo que ahora somos.


                                               Falcata

Fue hace dos mil años más o menos cuando los romanos conquistaron Hispania, tan Bética ella, tan Lusitana, cartaginesa y Celtíbera; por aquí vivían unos pueblos míticos que se pierden en la noche de los tiempos, y de los que sabemos tan poco... La táctica romana fue clara: institucionalizar a los pueblos invadidos, y acabar haciéndolos ciudadanos de Roma casi sin darse cuenta (bueno, a todos no, una pequeña aldea llamada Numancia resistió cual fábula de Goscinny y Uderzo y blablabla). Por aquel entonces ya estaba destrozado y bajo tierra el magnífico conjunto escultórico de Porcuna, esperando a ser desenterrado para deleite nuestro cientos de años más tarde bajo olivos tan milenarios como él.

Sí, así de fácil, los pueblos íberos fueron romanizados, tan sencillamente, tan brutalmente. Sí, así de fácil, los actuales pueblos europeos están siendo anglosajonizados (sí, hoy no parece el día propicio para inventar palabras), tan sencillamente, tan brutalmente.

Todo comienza cuando se van convenciendo los primeros, sí, esos que empiezan a hablar de "baquesteich", de "estilo vintach", de "esquech", de "manayer" o de "jolideis". Luego continúa con la transmisión a los niños, que con el paso de los años darán lugar a generaciones de adultos ya anglosajonizados. Además actualmente se cuenta con el apoyo de los recursos audiovisuales, que eran algo más escasos en los tiempos de Pompeyo y Herodes. Ahora tenemos el continuo acoso y derribo cinematográfico y serial, que a todos nos llena y confunde.

Todo ello se va llevando poco a poco por delante nuestras costumbres, antiguas, centenarias, y las va sustituyendo por otras, mejores algunas, peores otras, pero claramente no las nuestras. ¿Orgullo? Por supuesto, uno debe saber de dónde viene, está ahí escrito.


                 Teatro romano de Mérida

He visto muchas señales de apocalipsis, y algunas de ellas son verdaderamente tristes:

-Este año, los internautas que usan Twitter ya han gastado más inocentadas el día de los inocentes de los países anglosajones que en el nuestro, el de España (claro, como es algo religioso nos da miedo y vergüenza y está mal visto).
-Niños que no saben qué se celebra el 1 de noviembre, ni el 2... pero que perfectamente manejan el lenguaje de "truco o trato", calabazas y esqueletos "jalogüiniano"...
-Familias españolas que celebran como si nada el día de acción de Gracias, pero reniegan de la Olla de San Antón y similares...
-Adolescentes que se saben al dedillo muchísimos nombres de estados y provincias de Estados Unidos, cuando no sabrían situar en un mapa Cantabria, La Rioja o Ceuta.
-Niños nacidos en España de padres españoles que iban con Estados Unidos en la final de baloncesto de los Juegos Olímpicos de 2008.

¿Norteamericanizados quizá? Es posible. Incluso alguno diría Americanizados, y entonces se las vería en una encarnizada discusión conmigo (cuando en realidad deberíamos ambos decir "estadounizados"). No sé, es posible que cuando seamos viejos alucinemos por estar en un mundo totalmente globalizado, donde las costumbres sean exactamente las mismas en China que en Cataluña, en Chile que en Catar. Triste mundo ese, donde ya no se pide el aguinaldo en Nochebuena, donde no se queman chiscos en San Marcos, donde no hay verbenas de verano en las fiestas del pueblo, donde ya no se bailan la sardana, la jota y el tango, sustituidos por un baile globalizado llamado algo así como "aero-break-salsa". En ese mundo, el National Geographic vendrá a pequeños enclaves españoles a hacer magníficos documentales sobre costumbres casi perdidas por el influjo angloamericano, como jugar al cinquillo, decir adiós, comer pestiños o arrancarse por bulerías.

Quizá dentro de otros 20 siglos venga otro ilustre profesor a la clase de inglés, lengua muerta, madre de muchas lenguas de entonces a decir: "Abran sus libretas y escriban: Tema 1, La Anglosajonización de los pueblos latinos", y entonces cada uno pruebe de su propia medicina...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No estoy de acuerdo, yur rong, jiar no hay deinyer, el problema es que como no learningemos euskera labortano y dialecto aragonés, la cosa se pondrá que explota.
Lo mejor es que vayamos eliminando el casteyano, y pasarnos al íbero meridional retrógrado para que podamos sentirnos el senter del Universo.

Bai, greezins

Javi dijo...

Anónimo: Pues mira, no es mala idea lo del íbero meridional, de hecho se debería enseñar en las escuelas al menos nociones del mismo.

En todo caso es cierto que "jiar no hay deinyer". No hay que tener miedo de los cambios, simplemente surgen y hay que saber adaptarse, nadie debe ser más que nadie. Eso sí, intentemos usar el mismo rasero (por eso lo de comparar la anglosajonización con la romanización).

Bai, saluts ;-)

Jesús dijo...

Por cierto, el termino vintage es un término latino (romano) adoptado por lo anglosajones...

Javi dijo...

Jesús: Sí, y no he investigado sobre ello, pero me da la impresión de que el término "manager" seguramente también viene del latín (de "mano", "manejar"), o incluso del español "manijero" (tan usado en Porcuna, por ejemplo, aunque casi desaparecido en España en general).

En ambos casos los esnobs (guiño a los anglicismos) los han incorporado a nuestro vocabulario por venir del inglés simplemente, con independencia de su origen primero, y en el caso de "manager" usándola por encima de un término ya existente.

En todo caso al final cada uno siempre toma de su propia medicina, y ya llegarán otros a sustituir a "vintach" cuando sea tan usada y tan nuestra dentro de 500 años.

1 abrazo.