21 enero, 2012

Visitando la ciudad de los califas, de los reyes, emperadores...

Cuando hablamos de lugares que son crisol de culturas, que tienen gran historia y que podrían servir para la reunión definitiva del día en que la Alianza de Civilizaciones fuese una realidad, podemos pensar en muchos, como Jerusalén, Kinshasa, Ámsterdam, Lima, Córdoba...

Por cercanía, dado que las otras me pillan un poquito lejos, si tuviera que visitar una, sería Córdoba, no, no la de Argentina, sino la que está ahí en mitad de Al-Andalus, la Bética o que es surcada por el Guadalquivir, guardada por su arcángel Rafael.



De entre las que hay en España, Córdoba es una ciudad de tamaño medio, tirando a pequeña. Se caracteriza por ser muy calurosa en verano, y por tener gran cantidad de monumentos, sobre todo de épocas bastante antiguas, y de culturas que nada tienen que ver con la "nuestra". ¡Y cuál es la nuestra? Quizá pasear por sus calles nos pueda evocar tantas sociedades, tantas civilizaciones, tantas lenguas, tantas razas, que teniendo en cuenta que "ellos" vivían tan cerca de "nosotros", lo más seguro es que acabemos dudando de "quiénes somos" exactamente "nosotros".

Se podría decir que en época árabe, Córdoba fue la capital de España, acercándose al millón de habitantes, lo que casi podría colocarla como la capital del mundo en la época. Al ser un lugar tan grande, pudo albergar grandes construcciones como el Templo Romano (del que sólo quedan unas pocas columnas), la Mezquita, Medina Azahara o el Alcázar de los Reyes Cristianos. Además, paseando por su judería es posible ver una de las pocas sinagogas que se conservan en España desde tan antiguo. Por supuesto, no me quiero olvidar del gran Guadalquivir, que la cruza y da esplendor.


  
     Mezquita-Catedral de Córdoba

 Jardines del Alcázar de los Reyes Cristianos (allí vivieron Isabel y Fernando)
 
     Candelabro de la sinagoga de Córdoba                   Río Guadalquivir

En Córdoba nacieron 3 grandes filósofos, cada uno en su época, cada uno con su cultura, pero grandes todos ellos: el judío Maimónides, el romano Séneca y el musulmán Averroes. Seguro que después de pasar largas mañanas pensando, se comieron luego un buen salmorejo, o un rabo de toro bien calentito y jugoso, regado por un buen vino. Ellos sí que sabían, y nosotros también, para eso hay buenos lugares para comer cerca de los monumentos principales. Aunque no está de más pasar un rato por la zona comercial y pasear también por Las Tendillas, lugar de visita obligada cada 31 de diciembre para despedir el año.


Maimónides, Séneca y Averroes, cada uno vestido a su manera

Y ya está, quizá algo podamos aprender de nuestra visita, rodeados de japoneses, norteamericanos, angoleños, daneses, chinos... Lo recomiendo. Y por supuesto rodeados de buenos compañeros, porque como siempre digo, los grandes viajes no los hacen los lugares, sino las personas con las que los visitamos...

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