21 agosto, 2015

A una vieja cinta de 90 minutos con joyas en sus caras

Han pasado 20 años, y suenas igual de potente y alucinante, guitarra rasgada, canto operístico, campanas de fondo, contratiempo y sorpresa. Han pasado 20 años en esta habitación, y parecen toda una vida, un siglo. Todo ha cambiado, aunque algunas pautas se repiten y recuerdan a lo que fue, objetos reminiscentes del pasado que aún perviven mientras suenas de fondo tranquila y apacible.

Ni siquiera el cassette en el que suenas es ya el mismo, pues permanece centímetros más abajo, durmiendo el sueño de los justos mientras espera un muelle que seguramente nunca llegue. Nosotros ya no somos los mismos, aquellos niños que con ilusión encendían el equipo y alucinaban con tus requiebros sinfónicos y tu ambiente sobrecogedor mientras jugaban al Donkey Kong y se trasladaban a otros mundos lejanos de este planeta Tierra, afortunados ellos de poder vivir sensaciones que pocos siquiera soñarían, con una sensibilidad superdotada en busca quién sabe si de ese sueño, quizá el sueño de lo que sería el futuro tan lejano 20 años más adelante. Mientras, las campanas tubulares vuelven a sonar, en su machacón repetir que siempre recuerda el ‘leitmotif’ de ese primer disco que habita en tu cara A, como si de una cara A de vinilo se tratase.



Ahora todo ha cambiado, la vida ha cambiado demasiado, nosotros hemos cambiado y la gente que cohabita con nosotros también, incluso unos nuevos han venido, y otros antiguos también se fueron; se fueron tantos que casi entiende uno tantas cosas de la vida… ahora el mundo no entendería lo que pensábamos entonces, lo que queríamos alcanzar aún sin llegar a la adolescencia, ni entendería lo que el propio mundo era, allá por 1995, por un antediluviano año de mitad de la década de los 90 del último siglo de los 20 primeros siglos de nuestra era. Ahora estamos en el futuro, y ya no entiendo nada...

Ahora estoy escribiendo esto en un ordenador portátil con 2 GB de RAM, cuando entonces seguramente lo hubiera escrito en otro con 4000 veces menos RAM, suena impresionante, aunque la esencia es exactamente la misma y el editor de texto tampoco haya variado demasiado en verdad. Sí, el viejo aire acondicionado nos dejó hace unos meses, lo sabes, la tele aún aguanta, aunque también lo sabes, los altavoces por los que suenas tampoco son los mismos, manteniendo la marca Philips, eso sí. Esas interferencias que notas son de los móviles, una especie de teléfonos sin cable que todos usamos como si no hubiera un mañana, como prótesis colocadas en nuestras manos sin las que no sabemos casi ni salir de casa. No, efectivamente la señal de antena ya no es analógica, lo habrás notado, ahora la televisión es digital, y del vídeo no ha quedado ni rastro. Sí, todo parece haber ido a peor, es cierto, no te lo negaré, todo ha cambiado mucho, tanto que duele por lo que hemos perdido.

Qué fue de nosotros, me preguntas, qué fue de mis hermanos los grandes. Ellos se fueron 2 años después, y cada uno adquirió su propio equipo y formó una familia. Ahora sus hijos son mayores que nosotros y ya no ponen cassettes para soñar, sí, alucinas, son los de las fotos de ahí enfrente. No, en la cocina no está mamá, mejor dejamos ese tema, la que está es mi mujer, y de nuevo, sí, alucinas... Y sí, alucinando alucinando, te diré que mi amigo también tiene una. Papá sí, está en la tienda como siempre, ya lo sabes, en eso poco ha cambiado. Bueno sí, ya no se sube películas todas las noches porque ya no las hay, no las tenemos y ni siquiera el formato ya es el mismo, pero no lo entenderías, ahora se ven en una especie de diskette que se conecta a la propia televisión y se pueden descargar desde internet, que es otra red que va mucho más rápida que la Infovía que conociste hace 20 años. La tienda sí es la misma, aunque los mostradores no, pero la esencia no se ha perdido.



Y sonando ahora la canción de la gaita me preguntas por el organillo con el que tantas veces grabaste canciones, que se rompió para siempre cuando llegaron aquí los nietos, aunque lo conseguí sustituir por uno parecido pero algo más grande, que ya no uso hace años. Sí, todo ha cambiado tanto, que no tenemos ni tiempo para hacer el ganso soñando melodías inventadas, no nos reconoces, y yo te siento tan parecida a lo que eras, que el impacto no puede sino sobrecogernos, y espero y espero que la canción suba y sublime mis sentidos, y lo hace, y nuevamente se me pone la piel de gallina como entonces… No, aquí ya no viene nadie, estamos solos con nuestro recuerdo en un mundo que ya no es el nuestro, ahora Mike tiene 62 años, y tu amigo Evangelos 72. Otros que conoces como Mark (66), Phil (64) o Eric (70) ya peinan más que canas, sí hijo, Eric Clapton tiene 70 años ya… por eso digo que en estos 20 años hemos cambiado tanto que el mundo ni lo reconocemos. Y mientras tú has llegado al final de la primera cara, y se paró el cassette, y he tenido que ir como siempre a darte la vuelta para poder continuar...

Y suena ahora el canto polifónico de la Conquista del Paraíso de 1492, del amigo Evangelos, como hasta hace poco sonaban las Tubular Bells II de Mike, y rápidamente me doy cuenta de por qué te venerábamos como a un tesoro, tesoro que egoísta de mí no quería compartir con nadie, hasta que un buen día entendí que no tenía sentido y por fin te presté, para deleite de los sentidos de otros, pues eras insuperable.



Como te decía, ya no somos los mismos, y te pido perdón por ello, pero hay algo contra lo que ni tú ni yo podemos luchar, y es el tiempo. También tú cambiarás, envejecerás y morirás, o quizá incluso ya no haya cassettes para que vuelvas a poder hablar, a contarnos tu mensaje, que quedará también durmiendo el sueño de los justos para siempre. No, los camioncicos ya no sé ni donde están, aunque recuerdo aún todos sus nombres, sin duda volvería a jugar con ellos, pues no soy quién para dejar de jugar, ni uno sólo de mis días, pues si a algo hemos venido a este mundo es a jugar, y quien no lo crea así, muy equivocado está.

Mientras, simplemente te escucho melancólico, te oímos como al tesoro que eres, desde el año 2015, sabiendo que ya no puedes ni oír la radio que tenías en el módulo de abajo, aunque las noticias tampoco es que sean demasiado buenas. El mundo se desangra en pos del acabóse, aunque la Guerra Fría quedó atrás, pero la amenaza de los radicales religiosos es cada vez mayor. No, Induráin ya no ganó más Tours, aunque te gustará saber que llegamos a ser campeones del mundo en fútbol, baloncesto, balonmano y waterpolo, no, no exagero. Además ganamos el Dakar, el mundial de Fórmula 1 (¡que no exagero!) y el de 500 en motos. Bueno, en eso sí cambió todo para mucho mejor, fue una era dorada que ya acabó. Bueno, el Papa es otro, sí, incluso Juan Carlos I ya no es el rey, aunque no se murió, simplemente lo dejó. No, Fidel sí vive y sigue ahí, y así que me acuerde, lo que más te sorprendería es que Villar sigue en la Federación de Fútbol, el resto en general se han ido renovando, ya lo sabes, como nosotros, como todo en la vida. Sí, lo sé, suenan guitarras, pero la mala noticia es que Paco de Lucía seguro que no es…



Entiendo tus sentimientos, son muchas noticias, mucha información en tan poco tiempo, yo estoy tan compungido como tú, vieja cinta de 90 minutos con 2 joyas en tus dos caras.

Jaja, te gusta jugar a adivino, ¡eh! Pues no, al final el Madrid ganó otras 4 copas de europa, aunque el Barcelona también, con Guardiola y Luis Enrique de entrenadores (sí, el lateral del Madrid, qué cosas). No, Porcuna sigue durmiendo su sueño, parecía pero no, seguimos anclados, y no, los coches no vuelan, sé que viste Regreso al Futuro, pero no se ha parecido tanto una vez hemos andado todo este camino. Con la rondalla no seguimos, pero formamos una tuna que el año que viene cumple también 20, nos fue bien en ese sentido.

En fin, querida cinta que tantas melodías entrañables evocas, me voy a ir despidiendo, mientras me recuerdas esos cantos tribales sudamericanos con sonidos de ultratumba, con melancólicos y dulces tonos enigmáticos. Quizá dentro de 20 años vuelva a ti de nuevo, y no sé si te encontraré, no sé si me encontrarás, quizá nadie vuelva a ti ya… porque habremos cambiado demasiado, y ni siquiera yo mismo me encuentre en mí, o le dé la menor importancia a volver a escucharte.



Ya dije en cierto momento hace algo más de 3 años que firmaba quedarme justo ahí para siempre, y hoy que tanto he perdido no puedo más que decir lo mismo, madrecita que me quede como estoy, para que ir más lejos, para que sufrir más pérdidas, pero no, la vida suena como una canción, como la canción que ahora me lanzas, con un canto aflamencado que sobrecoge, con el coro del más allá que suena y le pega tan bien a este momento.

Prometo volver, cuando menos te lo esperes, para volver a hacerte hablar, para que nos vuelvas a sobrecoger como antaño, cuando éramos otros, cuando éramos unos niños que se sorprendían por cualquier cosa, que hacían palmas con cualquier insignificancia. Hasta la próxima, vieja cinta de 90 minutos con 2 joyas en tus dos caras.

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