10 septiembre, 2019

Nuestros castillos, ¿Restauración o reconstrucción completa?

Bien es sabido que España es uno de los lugares del mundo con más fortificaciones, donde se lleva la palma la provincia de Jaén, con hasta 237 de ellas (ya sean torres, castillos, atalayas, etc), considerada uno de los lugares del mundo con más castillos por kilómetro cuadrado junto a Siria y Palestina.

Esto hace que en cualquier viaje por nuestra geografía nos encontremos al lado de la carretera multitud de castillos, y que en muchos de los pueblos y ciudades que visitemos, exista algún tipo de torreón, torre vigía, muralla, etc... lo que por supuesto nos proporciona un enorme patrimonio, labrado a lo largo de siglos de Reconquista (cuando no, incluso en época romana, íbera, etc, que siempre hizo falta defenderse) y poco a poco venida a menos cuando ya no fueron necesarios; una decadencia acelerada con la nefasta invasión francesa (lo que hace que a muchos nos dé menos pena el incendio de Notre-Dame, por ejemplo), cuando nuestros "amables vecinos" se dedicaron a destruir muchos de ellos impunemente, por el simple hecho de hacer daño (ejemplo del Castillo de Burgos o la iglesia abacial de Alcalá la Real).

A pesar de eso, la mayoría ha llegado a nuestro tiempo, aunque sea en ruinas, aunque sea con un muro en pie, aunque sea con cascotes en mitad del campo y un cartel que reza que ahí hubo algo, una ciudadela, un fuerte, un alcázar en pequeño, quizá un baluarte, quién sabe, lo que hace mucho fue tanto y ahora sólo es un recuerdo evocado por esos vestigios.



Pues bien, tras tanta ruina, en los últimos dos siglos, sobre todo comenzando en el pasado, llegó la "ilustración" a nuestras autoridades, habitualmente tras las reclamaciones de los ciudadanos de a pie, empeñados en la restauración de nuestros monumentos, en devolver ese esplendor pasado, en conseguir que nuestro patrimonio sea "enseñable", y en restablecer el honor de todos esos lugares olvidades.

De esta manera, muchos de ellos fueron restaurados, con mayor o menor éxito, algunos perpetrando enormes chapuzas o crímenes, incluso poniendo bloques de hormigón para arreglar una torre, pensando qué se yo. A veces respetando a pies juntillas los materiales y los planos, para intentar hacerlo igual, que el resultado sea calcado al que hace tantos siglos vieron los que rondaron por ellos en su momento. A veces no respetando nada, o añadiendo nuevos elementos para que se note que ha habido una restauración. A veces incluso, no tocando lo ya derruido, qué se yo si eso es lo mejor.

Así encontramos grandiosas restauraciones que ni se notan, otras donde perfectamente definido está lo nuevo, pese a ser fiel a lo que fue, y otras donde hay añadidos que no tienen que ver con la época ni el lugar (gran paradigma de esto son las restauraciones en Francia de Viollet-Le Duc, famoso también últimamente tras el incendio de esa Notre-Dame que arregló, y muy conocido por Carcassone, la ciudad que reconstruyó como le vino en gana, símbolo del patrimonio francés, pero que para nada era así en su época, pese a ser hoy en día un lugar precioso)



En cierta manera, puedo hablar con propiedad, ya que he visitado más de un centenar de ellos, aunque ciertamente hablaría con mucho desconocimiento (lo reconozco) también, sobre todo histórica y arquitectónicamente, pues mi formación no viene por ahí, aunque sí que me interese mucho o bastante la primera y quizá menos la segunda.

Personalmente creo que en el caso de hacer retoques simples, rematar una torre desmochada o cosas así, debería hacerse, pero siempre haciendo que se note lo puesto de nuevo, porque al fin y al cabo, que la torre se cayese parcialmente también es historia.  El hecho de llegar a un castillo y verlo completamente nuevo siempre da una sensación extraña, porque no sabes si era, si es así o es una simple invención posterior. Esto me pasa con el excepcional Palacio de Olite, por ejemplo, que hoy es grandioso y no se nota nada que está reconstruido, como veis en esta imagen:



Mi opinión para los elementos completamente derruidos o desaparecidos alberga ciertas dudas aún, ya que un pueblo que tenía torre y la ha perdido debería estar en todo su derecho de reconstruirla (indicando que lo está y poniendo fotos de como estaba antes, y obviamente indicando "siglo XXI", no "siglo XIII" si es el caso), pero también es cierto que es un tipo de "dopaje patrimonial" que así permite al que tiene dinero (pueblos grandes) mejorar aún más sus posibilidades de turismo, respecto a otros con menos dinero que no pueden hacer esas reconstrucciones.

Y luego, como decimos, hay reconstrucciones exageradas como la torre de Villamartín, que ahora es famosa en medio mundo, cuando no era más que un puñado de piedras mal colocadas. Sí, es cierto que la torre ahora tiene el volumen real que tuvo, pero el impacto visual es tremendo, a pesar de que cumple la máxima de "hacer notar lo nuevo".



Siguiendo todos los anteriores razonamientos podría pensarse que una ciudad llegue al acuerdo de construir de cero un nuevo castillo, de la nada, algo que jamás existió. ¿Sería lícito? Pues obviamente, cada uno en su suelo construye lo que quiere, siempre dejando claro que el castillo es del XXI como decía antes. Y por supuesto continuando por aquí, llegaríamos a esa conclusión de que sí, reconstrucción completa sí, si es necesario, pero aclarando muy bien de cuándo es el castillo actual, si no, estamos perdiendo la noción de nuestra historia...

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