29 febrero, 2020

Mi post del 29 de febrero, claro que sí

Bueno, esta vez puedo ya hacer este post desde la tranquilidad que me dan los años, desde la atalaya privilegiada que nos confiere la edad, la experiencia vital, siendo nada más y nada menos que la cuarta vez ya que publico un post en un día bisiesto, que ya es decir, que ya ha llovido.

Son estos días bisiestos, los poquitos que tenemos la alegría de disfrutar en nuestras insignificantes vidas, una suerte de aceleración de nuestro espacio-tiempo, una especie de agujero de gusano que modifica la relatividad de cómo vemos nuestra vida pasada, y la futura; de cuánto consideramos que hemos pasado ya, y de cuánto creemos que nos queda; de qué sensación nos han dado los últimos 4,8,12 años, si han pasado rápido o lentos, si los futuros también lo harán así...

Y es que los años pasan volando, iguales unos a otros, sin demasiada alteración aparente para un observador externo. Sí, de un año para otro hay muchos cambios visibles en nosotros, ya sean por cambios de lugar (mudanza, emigración), por cambios de compañía (pareja, amigos, niños nuevos, ancianos que se van para siempre, conocidos que se marchan), cambios físicos (enfermedades, cambios de look, incidentes), etc... Pero realmente son muchos los años de nuestra vida en los que si nos encontramos a alguien que no veíamos desde hace 365 días, nos diría: "estás igual" o "qué tal, veo que sigues en lo mismo", y efectivamente, y pese a que todo el día se esté hablando de la zona de confort y de lo maravilloso que es cambiar y mandar todo a paseo, el ser humano es un ser cómodo por naturaleza, y nos gusta que las cosas sean como siempre fueron, que lo bueno nunca cambie, y que no tengamos que estar todo el rato readaptándonos.



Es aquí donde entra la gran ventaja de los años bisiestos, ya que nos permiten tener un día (el 29 de febrero) que no se ha repetido en 4 años, por lo que por ejemplo no podemos decir "hoy, el año pasado...", porque no existió. En cualquier otro día del año sí podemos hacer esa comparación, por lo que los 29 de febrero son un regalo que nos da esa posibilidad de comparar nada más y nada menos que con 4 años, donde si en uno quizá no ha sido suficiente para cambiar, seguro que en 4 lo habremos podido hacer.

¿Nuestras vidas vuelan? Sí, y tanto, y en un suspiro pasan años y años, por lo que a lo mejor el mero hecho de tener una escala de 4 años para ir comparando, nos sirva para poder recordar mejor estos periodos cuando somos mayores y todos los años discurren con monotonía. Eso sí, el hecho de ver pasar 4 años y que parezca que han sido sólo 2 ó 3, da vértigo... ¿Ya hace 4 años de los JJOO de Río de Janeiro? O lo que es peor, ¿ya hace 28 años de los Juegos de Barcelona? What the Fuck!!! (traducido literalmente sería: "qué, el joder", que significaría un "qué porras, demonios y centellas ha pasado en estos 28 años, y qué rábanos, puerros y naranjas clementinas hemos hecho todos con nuestras vidas en todo este tiempo).

Pues sí, 4 más para el zurrón. Yo ya era feliz en 2012, y me arrebataron tantas cosas... No tengo por qué considerarme lo contrario en 2020, pues vivo estoy, pero cuando te arrebatan muchas cosas y no te compensan con otras corres el riesgo de creer que efectivamente vas cuesta abajo, y que a veces este camino es injusto mientras siempre se premia a otros a tu alrededor. Sí, quizá otros valoren más tus premios que tú, y tú valores más los de ellos que ellos mismos, pero haciendo una media y una encuesta, sin duda que corres el riesgo de creerte en una cuesta abajo, camino de ir sin frenos y estamparte contra la típica casa demasiado cercana a la carretera.



Cuatro más que llevarnos a la cara, y seguros podemos estar de que dentro de cuatro al mirar atrás veremos un vasto paisaje, que no será el páramo de cuando miramos el 1 de enero atrás, casi sin diferenciar qué fue de este y qué fue del pasado, como pensando un "pero si de Semana Santa hace como 2 ó 3 meses, cómo podemos estar ya en Navidad". En el caso de los años bisiestos, sí se hace más patente la distancia de los 4 años, y por eso quizá el día de hoy me guste tanto, día de reflexión sobre 4 años que pasaron, un bisiesto menos, de tan pocos que vamos a tener el privilegio de disfrutar (por ejemplo, para los que mueran en 2013, han de saber que sólo les quedan 19 años bisiestos que pasar, y eso la verdad es que ya marca una especie de cuenta atrás macabra, pues ya sólo estarían en esa penúltima docena). Para mí, serían 10 más, pues quiero vivir hasta el de 2060 como poco y disfrutar de mi jubilación, si es que no la suben a los 80 años, que podría pasar, si es que existe siquiera el concepto de jubilación, en ese futurista futuro de los años 60, donde los coches vuelan y tenemos chips injertados en el cerebro, nuestro cerebro que es un nodo más de la red, simple y llanamente alienados, donde cada uno dejamos de tener DNI, donde los DNI no son más que otras direcciones IP más.

Hasta entonces, les deseo unos felices futuros 4 años, estoy seguro de que nos volveremos a leer por aquí, y si no, escrito queda en un mensaje en la botella, lanzada al mar en uno de esos días cuya fragancia huele distinta, porque si es en los días de fiesta cuando te pones los pantalones mejores, la blusa nueva, donde luces los zapatos más caros y el perfume más embriagador, hoy, que es un día de fiesta que no se repetirá en 4 años, sin duda, hoy el mundo se pone sus mejores galas.

24 febrero, 2020

Saliendo del armario: soy no-futbolero

He estado tantos y tantos años dentro del armario, metidito, allí donde se estaba caliente; pero creo que con la llegada de 2020 es el momento adecuado para salir y descubrir mundo, para gritar a los cuatro vientos y ¡que se sepa lo que soy!

Desde siempre supe que era diferente, aunque en su momento en esa tierna infancia despreocupada, no le di importancia. Los otros niños jugaban en sus patios a la pelota tirándola contra la pared, quizá con sus hermanos o padres echándosela el uno al otro con el pie, a saber cómo, pero siempre con la pelota.

Cuando llegó el colegio, algunos de ellos tenían en sus mochilas escudos de clubes de fútbol, pegatinas en los estuches, fotos en las carpetas o incluso aparecieron en algún cumpleaños vestidos con una de esas equipaciones completas hasta con sus medias.  Luego, en la calle se ponían gorras de sus equipos favoritos, se colocaban pines con esos escudos, y comenzaban a coleccionar álbumes de cromos.



Ahí comenzó la época de las estampicas, los intercambios, los "síle, nole", las repetidas, jugar a los "santicos" y gastarse media paga en sobrecitos. Por entonces los bollycaos, los phoskitos quizá, los matutano y hasta los nesquik regalaban algo relacionado con el fútbol, que todos coleccionaban ávida y compulsivamente.  Yo, por supuesto intentaba participar de todo ello, como un niño más en cierta manera arrastrado por la corriente, y por otro para que no se me notara que era "no futbolero", que ya sabía yo por entonces que era diferente, y tanto...

En los recreos se organizaba siempre el partidillo, y en Educación Física hasta el profesor montaba los equipos para que estuvieran bien organizados. Todo el mundo hablaba del partido del sábado que echaron en Canal Sur, y se ilusionaban por el próximo Mundial o Eurocopa. Yo, me mantenía al margen, más allá de que intentaba no quedar marginado, así que tenía preparado siempre algún comentario "técnico" por si surgía la ocasión, del tipo: "qué partidazo" o "qué entrenador más malo el Van Gaal", con los que iba salvando cada situación.

Los fines de semana era locura con Estudio-Estadio, mientras yo prefería ver las series, y por supuesto siempre todos los niños detrás de un balón, mientras yo pensaba y pensaba cómo escaquearme.

Así, fueron pasando los años y mis compañeros se apuntaron a un equipo, fueron jugando, subiendo de categoría, mientras yo me apuntaba a otras cosas, pero no se me notaba porque les acompañaba alguna vez a los partidos del equipo del pueblo, siempre haciendo mis comentarios típicos para salir del paso.

El tema de ser "no-futbolero" es algo que la sociedad de hace años prácticamente marginaba, y te hacía ser un paria social, estando casi penado, no realmente pero sí socialmente, provocando lo que se llamaría un suicidio social, al enterarse todo el mundo de que lo eras. Pero nosotros somos personas como los demás, y simplemente por tener unas inclinaciones diferentes a la mayoría, no tenemos por ello que ser discriminados.

Luego, empezó a haber gente que salió del armario y lo dijo públicamente, incluso gente famosa diciendo que no eran futboleras. Yo me animé y se lo conté a mis primas, pero se rieron de mí por serlo, ya que ellas también eran muy futboleras. Lo olvidé por unos años, esperando tiempos mejores.

Mientras, en la tele todo era lo mismo, una locura de fútbol que hacía impensable que a alguien pudiera no gustarle, y fue entonces la época de la Universidad, cuando por fin conocí a gente distinta más allá de las del pueblo, y encontré un mundo nuevo donde cada uno podía ser lo que quisiese, ya fuera tocando instrumentos, haciendo senderismo, practicando con un ábaco por diversión (si es que se puede), jugando al Warhammer o a saber qué. Sí, había muchos no-futboleros en la Uni, y me uní a ellos tan rápido como pude.

En el pueblo lo seguí ocultando unos años más, mientras me apuntaba a peñas de equipos, a grupillos para jugar pachangas e incluso al futbito, hasta que finalmente apareció un club de cata de vino y roscones de reyes y ahí que me apunté, a ese y al de encajeros de bolillo, y también al de senderismo y al de aficionados a los coches antiguos y a la colombofilia (que como pocos no lectores de Zipi y Zape saben no es hacerse fan del tío que descubrió América, sino de las palomas). A partir de ahí lo dije abiertamente a mi familia y amigos: yo soy no-futbolero...



Al principio no me entendían, algunos con los que jugué al fútbol, cambié estampicas o grité gol, se sintieron engañados y se enfadaron conmigo, pero poco a poco lo fueron entendiendo. Después llegó el primer año de la cabalgata del orgullo no-futbolero, los derechos sociales adquiridos con la llegada de gobiernos más tolerantes: los no-futboleros podíamos ir en el coche sin escuchar RadioEstadio o RadioGacetadelosDeportes, los no-futboleros podíamos entra a un bar y salir luego de él sin haber hablado de fútbol, los no-futboleros podíamos responder "no soy de ninguno", "no me gusta el fútbol" cuando se nos preguntara de qué equipo éramos, podíamos visitar una ciudad sin ponernos en la lista de lugares el estadio municipal, o podíamos regalar algo distinto de balones a nuestros hijos.

Sí, ha cambiado el mundo mucho desde aquellos primeros momentos en que me di cuenta de que yo era no-futbolero, yo creo que no era para ponerse así, que no es para que la sociedad fuera tan dura como nosotros (ni que ser "no-futbolero" fuese como ser gay), pero ahora sí puedo decir a los cuatro vientos cómo soy, qué soy, qué seré siempre: no-futbolero.

19 febrero, 2020

Pues no, ni sé ni conozco ni he hecho, ¿y?

Pues no, no sé quién es el tal Bisbal, me suena a un cantante catalán, ni el tal Setién, que me suena a un cura, ni la tal Belén Esteban, que me suena a actriz de cine, ni el Maxim Huerta ese, que me suena a revista de hombres, ni Karl Marx, que me suena a cómico, ni Sócrates, que me suena a futbolista brasileño, ni Juana de Arco, que me suena a deportista olímpica de tiro, ni Irene Montero, que me suena a coche todoterreno, ni el tal Chiquito de la Calzada, que me suena a ingeniero de obras públicas, ni la Rosalía, que me suena a poeta, ni Gorbachov, que me suena a baile del Este, ni Robespierre, que me suena a gato de mi vecina...

Incluso no ubicaría bien en su tiempo a Helmut Kohl, Copérnico, Descartes, Judy Garland, Isabel II de España, Victoria Kent, Mahoma... ni en su espacio o lugar adecuado a Groenlandia, Perú, Salamanca, La Gomera, Túnez, Grecia, Alabama o la Fosa de las Marianas.

No, no me suena de nada ni sé qué es un TikTok, una estructura reticulada, un bosón, un trilobite, una CBR, un R-6, un Kalashnikov, un florido pensil, un millenial, una acerola, unas judías en sobreusa, unas botas de chúpame la punta, un texas ranger, un afrikaaner o una tija.



Ni sé, ni quiero saber quién es Fátima de Gran Hermano, ni el Carlos Francisco de Topacio, ni el Deivid de Falcon Crest, ni Antoñito el de la Isla de las Tentaciones, ni Pancracio el de Cumbres Borrascosas, y ni mucho menos el protagonista de la enésima saga de Star Trek o la repetición de la repetición de la repetición de Fast And Furious, no ni ná.

Nunca he probado a hacer el pinopuente con las orejas, ni la garza invertida, ni el baile del pingüino volador, ni la hoz con un canuto, ni el combo del Mortal Kombat, ni la tortilla de tres huevos, ni a derrapar con la moto, ni hacer un caballito, ni cantar las alabanzas de un tirano, ni correr hacia atrás por la playa, no he probado, aunque no pueda decir que no probaré.

Todo eso no, y me miras preguntando inquisidor, con cara de sorprendido, con rubor avergonzado de siquiera conocerme. Qué barbaridad, qué ignorancia e incultura manifiesta. No, algo que el común de los mortales desconoce, yo también lo desconozco. Sí, algo que sólo una ínfima y especializada parte tiene noticia, es totalmente indiferente para mí, ni sé, ni me importa.

¿Cómo no has leído nunca un Manga? ¿Cómo no sabes quién fue Valero Rivera? ¿No has estado en las Maldivas aún? ¿No has visto la última de Tarantino? ¿No has probado el hummus? ¿No has besado nunca a alguien de tu mismo sexo? ¿Cómo es que jamás te has comido un chuletón de los grandes? ¿Aún no has hecho viajes del Imserso? Que no, y no por ello me importa.

Y así me miras estupefacto sin caberte en cabeza semejante desconocimiento y pasotismo, y recibes desdén por mi parte, que sé que todo eso son sucedáneos engañabobos culturales, porque nadie tiene por qué dictar la agenda, mi agenda, la de todos los demás, qué o quién importan y qué otros u otras son prescindibles. Qué es primordial y qué es accesorio en nuestra experiencia vital.



Hace tiempo ya hablé del "derecho a la presunción de ignorancia". No es lo mismo exactamente, esto es un ir más allá preguntándonos ¿y para qué?, un ¿y qué?, un darse cuenta de que nada es absolutamente necesario e imprescindible, y que nadie ha de ruborizarse por ello.  En ese mismo post hacía un alegato final parecido a lo de hoy, con tantas cosas que parecen evidentes y obligatorias pero que no lo son y nadie debería sentirse ridículo por no hacerlas.

Si no sabes, ten derecho a decidir si quieres saber o no. Si no sé, no tienes derecho alguno a torturarme por ello, porque quizá por algún otro lado se te vean a ti las costuras, y entonces, quizá ya sea demasiado tarde para dar ejemplo...

15 febrero, 2020

Elige es con ge, vía Twitter

Esta vez el elige de la "semana" me llega a través de Twitter, del usuario @EnsaladaPalabra, aunque más flagrante aún por ser directamente un "elegir".




Para bares chungos con repercusión en Twitter que no quieran tenerla, al menos por su ortografía:  elige es con ge.

10 febrero, 2020

Internet no ha sido para tanto, o sí

Partamos de la idea de que ni tú ni yo estaríamos ahora mismo haciendo esto (bueno, yo lo escribí hace un tiempo, ahora a saber lo que estoy haciendo mientras lo lees) si no fuera por internet, pero aún así, me atrevo a plantearlo: ¿realmente ha sido Internet para tanto, o al final simplemente estamos haciendo las mismas cosas pero de otra forma?, ¿sería muy diferente la vida actual sin internet?, ¿cómo habría evolucionado el mundo sin el gran invento del siglo?

No olvidemos todo lo que ha cambiado, que necesitaría un Quijote para desglosarlo: el envío de cartas que ahora son instantáneas, tener a mano cualquier canción o película para ver, buscar cualquier duda que se nos ocurra al segundo, jugar junto a cualquiera a pesar de miles de kilómetros de distancia, poner en marcha electrodomésticos sin tocarlos, hacer gestiones burocráticas desde casa, manejar nuestra cuenta bancaria sin ir al banco, conectarnos al ordenador de la oficina desde otro lugar, tener asistencia médica instantánea, hablar con nuestros seres queridos al otro lado del charco viéndoles la cara, etc, etc...



Y ya no es sólo el hecho de tener internet, sino que habría que añadirle la aparición de los datos móviles y los smartphones, que han permitido trasladar internet a la calle, y no sólo eso, sino a la palma de nuestra mano, ya es que no es irse al ordenador a conectarse, sino que cualquier persona u objeto puede estar en la red, una locura...

Pero vamos a lo que decíamos al principio, ¿realmente nuestra vida ha cambiado tanto, o simplemente lo que ha traído internet es la "inmediatez"? Yo diría a priori que lo que hacemos no ha cambiado tanto, pero sí cómo lo hacemos, con quién lo hacemos y en cuánto tiempo lo hacemos.

Antes se podía enviar una carta a alguien, pero tardaba días. Ahora chateamos por Telegram y nos enviamos emails, que llegan al instante. Nos seguimos comunicando, pero ahora podemos hacerlo en mucho menos tiempo, y la vida es corta...  Eso sí, hay mucho más espacio para decir tonterías.

Antes teníamos que ir a la tienda o pedírselas a alguien que las tuviera, pero hoy simplemente hemos de conectarnos a Deezer o a Netflix para tener música o cine. Sí, antes podíamos conseguirlas también, pero el número de posibilidades era mucho menor.  Eso sí, antes valorábamos más lo que escuchábamos.

Antes teníamos diccionarios, pero hoy es que cualquier duda ha sido respondida con mayor o menor propiedad en DuckDuckGo. Habría sido imposible resolver algunas dudas tirando sólo de enciclopedias o conocidos. Eso sí, a veces nos hace ser casi robots que no se plantean nada y le quita gracia a algunas discusiones zanjadas a golpe de buscador.

Antes podíamos jugar con nuestros amigos o gente en persona. Hoy tenemos todo el mundo a nuestra disposición, aunque al final no deja de ser un "jugar", y nos ha vuelto más solitarios.

Antes teníamos que estar ahí para poner en marcha la lavadora, y dejarla funcionando si era necesario. Hoy en día las programamos.

Antes había que ir a las oficinas para hacer gestiones burocráticas. Hoy, las oficinas virtuales nos permiten hacerlo desde casa, ¡y el tiempo es oro!

Antes había que ir al trabajo sí o sí. Hoy podemos conectarnos en remoto y hacerlo todo desde casa. Que eso ahorra tiempo y dinero.

Antes teníamos que salir para ir al médico a pesar de estar malos, o llamar para que vinieran a casa. Hoy pueden darnos diagnóstico online.

Antes no volvíamos a ver a los que se iban a América... Hoy podemos hablar con ellos todos los días...



Y así con tantas cosas que nos hacen pensar, y pensando pensando empleamos tiempo, tiempo que antes se nos iba en tantas tareas ahora inútiles o innecesarias. El problema es en qué estamos empleando el tiempo que hemos ganado gracias a internet, no en crecer personalmente o en desarrollarnos como sociedad, sino probablemente en cosas negativas, en producir más maldad, en cosas que antes de internet apenas eran posibles a esta escala, y ahora son el pan nuestro de cada día, ya sea con el acoso a los demás en redes sociales, insultando indiscriminada y anónimamente, ya sea jugando en casinos online, ya sea robando bancos hackeando cuentas, ya sea lanzando misiles haciendo un click, ya sea saqueando a los inversores de bitcoins, ya sea reuniéndonos online o chateando entre malhechores, ya sea haciendo phishing o difundiendo hasta la extenuación cosillas con derechos de autor de autores que apenas ganan para comer.

Y sí, Internet sí ha sido para tanto, ha cambiado de cabo a rabo nuestra vida, casi nuestra biología ahora conectada a la fuente, a la red de redes, formando casi una red neuronal de cerebros donde la humanidad entera, vivos o muertos (el conocimiento antiguo también está ahí) estamos interconectados.

04 febrero, 2020

El Porcuna en Tercera División (3)

A un ilusionante comienzo de temporada aunque sin muchos frutos, le siguió un desastroso fin de año, con la eliminación copera incluida, y donde a pesar de no ser aún colistas, se empezaba a tocar fondo, estando a 5 de la salvación (con 1 partido menos por jugar en Melilla, eso sí) en la jornada 16.

En ese segundo repaso al año del Porcuna en Tercera, hablábamos de estos siguientes 8 partidos como completamente claves, sugiriendo la cifra de 8-9 puntos como necesaria para mantener opciones de salvación.

El equipo hizo algunos fichajes para reforzarse, como los de Carrillo y Sergio Domínguez, y antes de acabar el año, se vuelve a perder por la mínima en El Palo, se gana al Torreperogil en casa (rival de nuestra liga en teoría, pero con mucha distancia entre ambos) y se pierde el esperanzador partido aplazado frente al Melilla (rival directo y en teoría no superior).  Esta derrota hace tocar fondo del todo al equipo y precipita la esperada destitución de Fernando Campos (el hilo más débil siempre es el entrenador), a punto de finalizar la primera vuelta y aún con todo por resolver. El elegido para sustituirle es Antonio J. Pastor "Roger", que coge el equipo penúltimo en la jornada 18 y a 4 puntos de una salvación aún factible.

A pesar del cambio, el equipo no termina de arrancar y cae en Vélez, como siempre por la mínima, y empata ante el Huétor Tájar, siendo inoperante en ataque y quedando a 7 puntos de una salvación que por entonces parecía ya una quimera.

No obstante, el del banquillo no fue el único cambio, ya que a primeros de año se hace una revolución en la plantilla, donde varios jugadores dejaron la primera plantilla, incluyendo algún histórico reciente como Manu Tejero y otros como Sergio Ortiz, Kiko, Nico o Ángel García, llegando nuevos fichajes que podríamos llamar "multiculturales", que demuestran no sabemos aún si el buen ojo, pero al menos el ojo a larga distancia de nuestros ojeadores (valga tanto hablar del órgano de la vista). Se fichó a Chico Rubio, un gaditano procedente de Gibraltar, "Kamara", frances de orígenes africanos, el guipuzcoano Xanet y el dominicano Brian López, vamos, pareciendo casi un "chiste de Lepe", pero volviendo a ilusionar a la afición por la calidad de los nuevos atléticos.

Tras los cambios, el primer partido fue un soplo de aire fresco en que el Porcuna sorprendió a todo el mundo ganando en casa 2-1 al Atlético Malagueño. Después, se cae en Mancha Real en una cita clave, ya que podían haberse puesto a 3 puntos y convertirlo en rival directo, que ahora está demasiado lejos. La semana pasada, al filo del fin del mercado de invierno, llegaron también Villalta y Adriá Sabater completando el movimiento sísmico, para finalmente ganar en casa ante el deshauciado Alhaurín por un contundente 4 a 2...

El Porcuna permanece en el puesto 18º, a 5 puntos de la salvación y como toda la temporada, con luces y sombras, pero tras conseguir 10 puntos en estas importantes jornadas (de los 8-9 que sugeríamos aquí hace 2 meses), un hueco se abre para la esperanza.  Para seguir en la lucha convendría conseguir al menos 8 puntos en las próximas 7 jornadas, aunque el partido más importante es el desplazamiento contra el Poli Almería, por lo que ganando allí bastaría con un par de victorias más para seguir vivos, pero perdiendo allí, sería obligatorio ganar al menos tres partidos entre los de Maracena, Torredonjimeno, Antequera y Loja.

En cuanto a los goleadores de estas últimas jornadas, como siempre pocos: Sergio Domínguez, Sergio Ortiz, Carrillo, Sergio Chiqui, Xanet y Chico (a destacar que Carrillo ha marcado 4 goles en estos 8 partidos, que le colocan como pichichi absoluto del equipo).



Respecto a la categoría en general, el Linares ya va fuera de concurso y tiene salvo hecatombe la plaza en las finales por el ascenso. Por detrás, parece que El Ejido está muy fuerte, y el Motril, Almería "B" y un desinflado Real Jaén luchan por las otras dos plazas. A reseñar que el Jaén se llegó a clasificar para la segunda ronda de la Copa del Rey eliminando al Alavés y perdiendo sólo en los penalties ante el Levante.

En cuanto a la parte baja de la tabla, el Huétor Tájar se ha disparado (11 puntos más)  y ha adelantado a muchos que estaban tranquilos y ahora empiezan a mirar para abajo. El Alhaurín parece completamente desahuciado (con 1 punto de 21 posibles) y Huétor Vega (8 de 21), Melilla (7 de 21) y Porcuna (10 de 24) siguen en esos puestos, ya por demasiado tiempo. Delante, el objetivo toda la temporada ha sido el mismo, el 16º puesto, que aunque está lejos, da acceso a un grupo de 7 equipos tranquilos en 3 puntos, que hace 7 jornadas estaban a 7-8 puntos del descenso, y que ahora, como uno de los de abajo reaccione, lo van a tener mucho más cerca..

La revelación del campeonato es la esperada, el Torredonjimeno, que de vez en cuando coquetea con soñar con una plaza de playoff, y en cualquier caso sigue ampliamente por encima del 10º puesto.


Cada vez está más claro que el ¡San Benito tiene que ser un fortín!

Las próximas 7-8 jornadas definirán por qué va a luchar cada equipo en la recta final. Si alguno es capaz de encontrar una buena racha, salvará la temporada del todo o conseguirá prácticamente sus objetivos, para los de arriba es obligatorio pasar de 15 puntos, para los de abajo, con coger 10 más puede ser suficiente. Lo veremos, en nada estaremos allí porque el tiempo pasa rápido, esperemos que pase rápido y triunfante para el Porcuna.