14 junio, 2020

Creímos que eran imbatibles, pero no

Es increíble recordar cómo veíamos el mundo de pequeños, tan grande, tan inalcanzable, tan imposible de explorar completamente, y a los mayores, tan lejanos, tan insondables, tan incomprensibles, tan inalcanzables también. Sin duda que es una visión tierna, cándida, inocente, porque ahora al crecer uno ve que ni tan inalcanzables, ni tan inmaculados, ni tan incomprensibles (bueno, las mujeres sí, y entiéndase la broma, que hoy en día todo hay que explicarlo).

Y ojo, es increíble recordar cómo veíamos el mundo de pequeños, pero es que también los mayores lo veían así en España, se creían tan pequeños y limitados frente a los demás países, ya fuera en lo físico, en lo mental, en lo económico, en lo social, en lo deportivo, en lo tecnológico, incluso en el propio ser, en la honradez, la rectitud y la ausencia de pecados capitales, víctimas ellos del desconocimiento, del salir que se cura saliendo, del no haber leído que se cura leyendo, demostrando todos ellos que sin duda los españoles somos seres humanos, nada más, en un estado u otro de nuestro desarrollo, pero en este mundo capitalista y global, es mucho más difícil aislarse, así que poco a poco todos nos volvemos más iguales, espero que igualados por arriba, en virtudes, que no por abajo, en defectos como parece.

A lo que iba, que de pequeño idolatramos a los ídolos deportivos (a muchos más, pero hoy nos centramos en estos), y sobre todo en aquella España de finales de 80 y principios de 90, idolatrábamos más a esos equipos imbatibles e infinitamente superiores a los nuestros, aquellos "cocos" de videojuego, jefes finales de juegos en los que ibas venciendo partidos hasta llegar al ingobernable equipo final, imbatible.

De pequeño creía que el Milán era imbatible, pues así lo era en los juegos, y así se estrelló el Madrid con él, e incluso luego el Barça crepuscular de Cruyff (el Milán ganó 2 Champions seguidas por entonces). Curiosamente no pensaba en un Brasil así para nada, pese a que todos se volvían locos con ella (llevaba 1 título en 30 años y una sola final en total), aunque luego es cierto que encadenó 3 finales cuando tuve uso de razón, y nuevamente 20 años sin llega a una, no, no eran tan imbatibles. La que sí recuerdo como imbatible era Alemania, claro, ganó el mundial del 90, y al tocarnos en el grupo del de 1994 di el partido por perdido, luego lo empatamos y fue glorioso...



En baloncesto, siempre pensé que la Jugoplastika era imbatible, o el Kinder de Bolonia, a saber... los primeros sí que lo eran pero desaparecieron para siempre. Nuestros mayores pensaban que los equipos universitarios americanos lo eran, luego que lo eran los equipos con NBA, y finalmente que lo eran los Dream Teams, hasta que incluso supimos que probablemente tampoco lo serían. En 2002 ganamos a los de la NBA y pareció imposible...

En ciclismo no llegamos a tener un extranjero imbatible, porque el imbatible era Miguel, al que el tiempo y la sombra del dopaje generalizado batieron sin piedad batiéndose en retirada a tiempo.

En balonmano, nuestros mayores creyeron imbatibles a los del Este, luego se vio que no, y para mí los imbatibles fueron suecos en los 90, croatas en los 2000 y daneses en los 2010 (todo mientras Francia, a la que sí creía batible, se hinchaba a títulos), y claramente asustados llegamos a esas rondas finales y les ganamos también.

Sí, imbatibles batibles, quién nos lo iba a decir, gente de carne y hueso como nosotros que simplemente cogía la pelota e intentaba superar a los nuestros, que con ganas, tesón, entrenamiento y una dosis de esfuerzo añadido conseguían por fin ganarles ya fuera por maña o por fuerza. Sí, los nuestros, los inferiores acababan siendo los reyes del mundo (ojo, que por ejemplo en fútbol el país europeo más pequeño que ha ganado alguna vez el Mundial es España, eso habla muy bien de cómo conseguimos codearnos con los grandes a base de bemoles).

Total, que en su tiempo también creí que Morceli y Aouita eran imbatibles, hasta que llegó Cacho, que las saltadoras del este lo eran hasta que llegó Ruth Beitia, o que los africanos podían serlo hasta que llegaron Fiz y Antón en maratón, gente que abrió caminos, caminos que a lo mejor no volvamos a cruzar, pero que al menos sabemos que se puede, que ya es importante.



En su tiempo creí que Peterhansel era imbatible, y quizá el tiempo, quizá Roma o quizá Sainz demostraron que no. Creí que Schumacher podía serlo, pero llegó Fernando, que Rossi lo era, y llegó Lorenzo, que Loeb lo era y se retiró siéndolo, que Steffi Graf lo era, y llegó Arantxa, o que Federer claramente lo era y llegó Nadal. Llegamos asustados a las finales waterpolísticas frente a italianos, yugoslavos o húngaros y también fuimos campeones. Incluso pensamos que algún día Hortelano habría ganado a los fibrosos individuos de color de no ser por su accidente.

Todo esto ha de aplicarse a la vida, a nosotros mismos, que quizá no tenemos la misma genética, la misma capacidad de sacrificio, el mismo entorno o los mismos apoyos que todos estos tuvieron, incluso a lo mejor tenemos más que alguno de ellos, y que debemos pensar que podemos superar las metas imbatibles, poco a poco, no el primer día, claro, pero avanzando y cubriendo poco a poco más terreno, subiendo cada día un poquito más hasta llegar a la cumbre, sin duda que lo que antaño parecían gigantes, ahora son solo colosales montañas, que una vez encimadas nos parecerán tan bajitas como un simple montículo de arena en la playa. Esa sería la enseñanza: hoy el reto te parece insuperable porque miras desde abajo del todo y dando un paso no lo podrás superar, pero paso a paso, día a día estarás en la mitad sin darte cuenta, y repitiendo de nuevo el proceso acabarás llegando arriba, no sin un esfuerzo brutal, pero sí, se puede...

#QuédateEnTuComunidadAutónomaSiTeDejanSalirDeTuProvincia
#QuédateEnTuProvinciaSiAúnNoTeDejanSalirDeElla
 y #NoOlvidesLaMascarilla

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