
Este jugador fue seguramente el gran genio del fútbol de los años 90. Su problema era que salía todas las noches de fiesta, aunque luego rendía muy bien en el campo. Cuando los metódicos entrenadores le quisieron prohibir esas juergas (aunque no hacía daño a nadie al corrérselas), se negó a ello y regresó a Brasil a jugar, donde no le impedían ser feliz (y todavía sigue goleando con 41 años).
Nadie tiene por qué decirle a nadie lo que tiene que hacer para ser feliz en la vida. Que cada uno busque y encuentre su propia felicidad, por mucho que los demás no lo entiendan.
Sólo eso, simplemente: Sed felices en lo que hagáis.
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