Cuando ha pasado toda una vida de trabajo, de sudores, de penurias para sacar a su familia adelante, y llega la hora de descansar, ¿a dónde van los mayores en el primer mundo, a dónde en el tercero?
En el tercer mundo, los mayores se quedan en sus casas, los cuidan sus hijos, como si fueran los reyes de la casa, los patriarcas, los que realmente con su esfuerzo han conseguido para sus hijos, esa casa, esa educación, ese futuro del que ahora disfrutan. Incluso etnias como la gitana, que tanto desprecio despiertan a veces, deberían ser admiradas por hacer algo parecido.
En el primer mundo, sin embargo, los enviamos a una residencia fría, oscura, que huele a muerte, que huele a olvido, que apesta a degradación. Ellos, que han trabajado por nosotros, que han luchado porque tengamos todo, ahora ven como los mandamos a la basura, por inservibles, como objetos viejos y oxidados que ni merece la pena reciclar.

En fin, es la sociedad que nos ha tocado, donde en el fondo todos somos inservibles, donde nadie se preocupa de las ¿minorías?: Bebés, niños, adolescentes, embarazadas, mujeres, mayores de 50 años sin trabajo, jubilados, ancianos, centenarios, inmigrantes... ¿quién sirve en el fondo, si los que no cuentan son mayoría? Globalizamos, homogeneizamos, deshumanizamos.
Sólo, recordad una cosa: algún día seréis mayores, algún día tendréis hijos que tendrán que cuidaros, devolviendo lo que posiblemente les hubierais dado mientras los criabais a ellos. Si rompéis el ciclo ahora, enviando a vuestros padres lejos de donde deberían estar, que es con vosotros en casa, luego no lloréis si os pasa igual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario