Han sido 30 felices años, así que ríamos, ríamos, acordándonos de tantos buenos momentos, ríamos hasta desencajarnos de felicidad, mondados como naranjas ante tantas anécdotas, tantas alegrías, tantos instantes atesorables e inolvidables. Porque aún seguimos de la mano, aunque de otra forma, con otro estado distinto, pero que al fin y al cabo lo llamemos como lo llamemos es igual: seguimos siendo lo mismo.
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