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17 abril, 2025

Carpe diem pilinguis costeadas por el Estado

Pilinguis que reciben un sueldo durante dos años de dos empresas sin plantearse siquiera que eso puede resultar extraño, ilegal o levantar cierto tipo de sospechas o suspicacias. Por otro lado resulta que las mismas pilinguis viven en pisos de lujo costeados por todos los contribuyentes (es decir, por todos nosotros) que ellas no pagan y que tampoco saben quién lo hace, y claro, eso no les extraña, no les parece que sea una forma de abonar sus caros servicios, y de nuevo ni se lo plantean: "carpe diem pilinguis" pensarán.

Esposas de dirigentes que no saben hacer la o con un canuto (se puede interpretar la frase de las dos maneras, ellos y ellas), y que de repente son requeridas como directivas de grandes empresas o instituciones a nivel provincial, regional y nacional, que dirigen cátedras, que dan conferencias, todo ello con un supersueldo inflado de cientos de miles de euros, y que más allá de pensar que están ahí porque se lo merecen, lo único que piensan es "carpe diem pilinguis".

Hermanos de políticos y políticas que de repente empiezan a prosperar justo cuando sus familiares son elegidos diputados y diputadas, consejeros y consejeras, ministros y ministras, presidentes y presidentas, cuyas empresas empiezan a recibir contratos a troche y moche, y dinero en cantidades ingentes que obviamente es redirigido a paraísos fiscales, claro que sí, que suben por las nubes su tren de vida, y que ni se plantean que eso pueda estar mal o meterles en un follón más adelante: "carpe diem pilinguis".

 


 

Y luego también están los que se gastaron el dinero de los contribuyentes en prostitutas y cocaína (con perdón),  sin que haya habido ningún problema legal, ni pérdida de votos ni nada, que simplemente han disfrutado de esas fiestas con gastos pagados a sabiendas de que la justicia no está para esas cosas, porque "carpe diem pilinguis".

Y así casos y casas, por todos lados, rezumando en cada esquina y despilfarrando a nuestra costa, haciendo que los suyos prosperen mientras los nuestros pican piedra para sobrevivir, malditos sean todos esos pilinguis que nadie manda al lugar al que deberían estar: Siberia.

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