Ese Papa que estábamos esperando
Llevábamos mucho tiempo esperando un Papa que se mezclara con la gente pobre, con los desheredados, que les diera esperanza y alzara la voz contra la injusticia, pero de verdad. Tiempo esperando que un Papa tuviera gestos inequívocos de estar más con los creyentes que con la cúpula eclesiástica, vamos, que le lavara los pies a los indigentes o a los reclusos en vez de a los viejos cardenales.
Llevábamos mucho esperando un Papa que clamase por la igualdad, que considerase personas a los homosexuales (menudo esfuerzo para otros), que entendiese que las mujeres tienen mucho más que ofrecer en la Iglesia, en la comunidad, en la sociedad en general, y que entendiese que todos los seres humanos tenemos derecho a ser respetados, vamos, que los acogiese en la Iglesia como miembros de pleno derecho.
Llevábamos mucho anhelando un Papa que apostase de verdad por el voto de pobreza, pero que lo demostrase una vez más cuando alcanzara el poder, censurando a los que no quieren más que riqueza, a los que hacen gala de ello, a los que van con comodidades por encima de lo necesario, a los que gastan el dinero en adornar vírgenes y santos, en la exaltación pura de lo contrario a lo que deberían predicar, vamos, que incluso se notara en su entierro de jefe de estado y en su tumba lo que predicaba en vida.
Llevábamos mucho tiempo esperando un Papa que reconociera los males hechos por la Iglesia, sobre todo esa pederastia enraizada enormemente en una estructura inconsciente y completamente indiferente al sufrimiento de los otros, a los que es capaz de maltratar y de estigmatizar para toda la vida, vamos, que pidiera perdón por lo cometido y que encausara y descubriera a los malhechores.
Llevábamos tanto esperando un Papa que de verdad dialogara con las otras religiones, que las hiciera partícipes de que todas en cierta manera forman parte de lo mismo, adoren a quien adoren, y que entendiera que llevarnos todos bien no podía ser malo, y seguramente contribuiría a que el mundo fuera un lugar mejor para vivir, vamos, que se aliara con ellas, las reconociera como iguales y afirmara que todas son un camino para buscar a Dios.
Llevábamos tanto tiempo esperando un Papa que mirara a las periferias, que se dejara de eurocentrismo, que viajara a los confines del mundo antes que a los países de siempre, que visitara a los pequeños antes que a los grandes, y que nombrara también cardenales de todos esos recónditos lugares que también son Iglesia, vamos, que demostrara de una vez por todas que la Iglesia es global, no italiana o europea.
Llevábamos bastante detrás de un Papa que rompiera los protocolos, que se mostrara cercano de verdad, que fuera ese Papa del pueblo, de carne y hueso, que se mezclara con las multitudes, y no un ser superior que se elevara sobre ellas. Vamos, teniendo en cuenta aciertos y errores, que como humanos todos cometemos: llevábamos mucho esperando a Francisco, y q.e.p.d.
Ni más ni menos, ojalá el que elijan en el cónclave sea capaz de seguir esta línea, y no ceda ante los que quieren que todo sea como siempre, un cortijo de unos pocos que nunca predican con el ejemplo porque ya hace mucho que los cargos y las prebendas les hicieron olvidarlo. Sin duda, suerte en la elección que comienza mañana, porque en unos días, sin duda: Habremus Papam.
Actualización 08/05/2025: El papam es León XIV, mucha suerte para él, claro que sí, ¡Aúpa Prevost!
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