15 junio, 2006

Gracias a un montón de gente (y I)

[Esta es una serie de agradecimientos (escrita casi sin pensar) que dividiré en 4 episodios. He preferido no guardármela para mí porque en ella se utiliza mucho una de las palabras más bonitas del mundo: Gracias]

Gracias al que puso el Sol en el cielo, al que descubrió el fuego, al que amó por primera vez, al que nos enseñó, al que nos curó, al que nos hizo sentirnos felices, al que nos hizo reír; gracias a los pájaros, a los árboles, a las montañas, a los glaciares, a los lagos, a los mares; gracias al que puso la música para que nos relajáramos, para que bailáramos, para que saltáramos, para que cantáramos, para que gritáramos, para que nos emocionáramos; gracias al que cultivó el trigo, la vid, la cebada, el arroz; gracias al que hizo el pan, al que fue al río a por agua, al que se las ingenió para obtener vino, cerveza, litros de sidra; gracias al que nos dio la sonrisa al salir a la calle, al que nos saludó quitándose el sombrero, al que nos hizo un gesto de victoria, al que nos estrechó la mano, al que nos la chocó, al que nos dio una palmadita en la espalda; gracias al que nos sujetó la puerta, al que nos la abrió, al que esperó a que llegáramos, al que nos dejó pasar, al que no quiso colarse; gracias al que cuidó a un enfermo, al que nos dio de beber cuando teníamos sed, al que nos dio de comer cuando no nos podíamos mover, al que fue nuestros ojos y nuestras manos cuando no podíamos usarlos, al que estuvo allí en vez de estar en otro sitio, al que nos dio ese beso fraternal en la frente, al que nos rozó la mejilla con su dedo; gracias al que canalizó nuestros esfuerzos, al que nos abrió los ojos, al que nos hizo ver las cosas de mejor manera, al que nos hizo ser optimistas, al que nos hizo regalar nuestro gozo al mundo, al que nos hizo salir de malas situaciones, al que nos hizo olvidar las malas acciones; gracias al que luchó para salvar una especie, al que luchó por salvar un árbol, por salvar una foca, una ardilla, un bucardo, un lince, una amapola, un olmo, una mariposa, un simple dodo; gracias al que persistió en su empeño, al que no olvidó de donde venía, al que quiso ser grande y lo consiguió, al que era pequeño pero su corazón le hizo crecer, al que no sabía pero quería aprender, al que lloraba de alegría, al que no se conformaba...

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