08 enero, 2013

Típico balance del año acabado (Año 7)

Bueno, ya son cerca de 10 años, cómo pasa el tiempo y cuánto ha crecido el blog, hemos crecido, creceremos... Como cada año, y como cada vez, más abstractamente, aquí tenéis mi balance del año acabado.

Año angustioso, primero frío, luego caluroso y finalmente lluvioso. Seguimos aquí, que no es poco, amanece, que no es tanto, aunque esté poco valorado. Muchos privilegiados, otros vilipendiados, nos malgobiernan, nos callamos, otorgamos.

Este año viajé por primera vez a la única provincia andaluza que me faltaba, y volví al extranjero 6 años después. Eso sí, me faltaron 2 viajes, quizá 3 que no hice y que quedarán para 2013, a saber: Valencia, Pamplona y Gibraltar. Este año no he jugado un solo partido de fútbol ni de baloncesto ni de ajedrez, cosa que jamás había hecho en la vida, pero bueno, no me olvido, es como montar en bicicleta, cosa que apenas hice un par de veces, pero que no se olvida.

Este año también asistí a alguna boda, con sus posteriores bautizos el año que viene, o quizá el otro, ley de vida que espero que me toque allá por la década de los 2010 donde ya estamos hace 3 años.

Este año me he dado cuenta.

Sí, algunos se dan cuenta ya con 70 años, otros a los 50, yo me he dado cuenta a los veintitantos, y eso que tengo ganado para los treinta.

Eso sí, aún tengo esperanza de que todo esto sea mentira, una falsa farsa, una obra de teatro, una pantomima mágica y genial, trenzada por un galáctico dramaturgo cuádruple ganador de Óscar, Balón de Oro, Palma de Oro y Concha de Plata, quizá de Nobel, quizá incluso de Marlboro, quién sabe. Pero mentira al fin y al cabo. Y tengo la esperanza de que al final del todo, el público aplaudirá a rabiar, y todos, incluidos los que por exigencias del guión habían muerto ya hace tiempo, juntarán sus manos entre bambalinas e irán saliendo para agradecer los vítores de sus congéneres. Al final del todo será así, como en toda obra, se esté bajo el Sol de la Tranquilidad o no (Ocaso me agradecerá este comentario). Actores que se quitan la ropa del personaje, se embuten en su gabardina, se colocan el sombrero y agarran su paraguas, y tras dedicar un leve gesto condescendiente a sus compañeros, abren la puerta y se alejan en la lluviosa madrugada, esperando caer rendidos en su cama, esperando la próxima representación, mensual o anual, quizá irrepetible, quién sabe.

En fin, que me enrollo cual pergamino, cual persiana, cual cochinica, cual Fidel habanero de la vida. ¡Para todos, para todas, un gran 2013!

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