10 julio, 2019

Diciendo verdades y una mentira, pero cuál

Este post es también es un poco a modo de "5 cosas que no sabes sobre mí", que hace tanto que publiqué por estos lares, pero esta vez, más que detalles técnicos de la persona, son anécdotas que me ocurrieron, y que probablemente parecerían inauditas.

Podría enviarlo como si de un meme se tratase (lo que antiguamente era un meme, que era algo viral a lo que había que responder, pues hoy en día es una imagen con un pequeño texto), pero no lo haré, pues ya nadie lo entendería. Quien lo quiera hacer que lo haga, y el que no, que disfrute intentando descubrir cuál de las anécdotas es la que no es verdad. Pudiera parecer que algunas de ellas fueran sueños, pero no lo son. Ahí van:


1- Irlanda y la búsqueda del 'boy' pelirrojo

Hace casi 20 años que estuve en Irlanda, país de rubios y sobre todo pelirrojos. Un día de marcha allí, de pronto en la discoteca me asaltaron un grupo de australianas con el puntillo, que iban en plan fiesta despedida de soltera o algo así. Una de ellas me dice que están buscando desesperadamente un pelirrojo para su fiesta ("pelo rosso", me decía en italiano a ver si la comprendía, porque yo estaba alucinando), y que si aceptaba irme con ellas (eran por lo menos 6 ó 7) en plan "boy de la fiesta". Tras pensarlo un poco, decidí aprovechar la oportunidad e irme con ellas para ser su fetiche pelirrojo, y como soy un caballero, sólo diré que pasaron 10-15 minutos hasta que volví. La verdad es que fue un rato bastante divertido.

2- De cervezas con el examinador del carné de conducir

Como buen hijo de mis padres, me saqué el carné de conducir a la primera, allá por el año 2004. El hecho es que cuando me examiné del práctico, yo era el último del día, tras una serie de 5 suspensos de un examinador "hueso" del que ya me habían dicho que era de los de peor fama de Granada. En el momento del cambio de conductor, el examinador decide tomarse una cerveza con el de la autoescuela antes de empezar mi examen, así que ahí nos tenías a los tres, tomando juntos varios tubos de cerveza antes del examen, que obviamente realicé superando la tasa mínima de alcohol, y para colmo aprobé. Mientras bebía pensaba si eso no sería una trampa para decirme "prohibido beber conductores noveles, suspenso", pero no fue así.



3- El peque-goloso se va de marcha

Tendría unos 4 años. Un día fui a comprar el pan con mi madre, y en un segundo mientras la atendían, aproveché y me metí en la C-15 del panadero (era muy goloso y travieso de pequeño, eso lo explica todo). El muchacho no me vio, así que cerró la puerta y arrancó. Después de vender en un par de casas, una mujer le dijo que había un niño en la parte de atrás... Mientras, todos buscándome en la calle de la panadería y mi madre desesperada, y yo tan contento porque estaba rodeado de las cuñas, los bollos de aceite, etc... (nosotros también teníamos una C-15 así que no extrañaba el coche). Al final me llevó de vuelta a la panadería sano y salvo. Lo recuerdo a trozos, pero sobre todo se me quedó grabada la impresión al ver el susto de la gente que me buscaba.

4- El hospital fantasma

Una noche de 2013 estuve con mi madre en un hospital de la comunidad andaluza donde acababan de ingresarla. De madrugada se le rompío el sistema del suero y empezó a salírsele por todos lados, a chorro, así que tocamos el botón de llamada a las enfermeras. Tras un rato esperando, salí y no vi ninguna en el pasillo ni en el puesto, así que fui a ver. Recorrí la planta sin suerte, viendo sólo a los enfermos en las habitaciones. Volví a esperar, y como al rato seguía mojándose todo, salí de nuevo y fui subiendo y bajando por las 3 plantas sin encontrar a nadie, ni en la recepción, a pesar de llamarlas a voces. Finalmente, fui a lo práctico: busqué la sala donde tenían las ropas de cama y almohadas,  cogí las que necesitaba para poder cambiar la cama, y a dormir. Ya al día siguiente hablaremos...



5- El intruso entre las flores

2006, campamento religioso multicultural en el corazón de Francia, con sus monjes, monjas, iglesia, rezos, votos de silencio, etc...  Dormíamos en grandes tiendas de campaña para unas 16 personas más o menos, por supuesto segregados por sexos, y también ordenados por edades.  Tras una pequeña apuesta del tipo "no hay huevos de...", una noche me colé en una de las tiendas de las chicas que había conocido, sin darse cuenta las vigilantes. Al final acabé durmiendo el resto de noches allí, con el beneplácito de las chicas y sin que las monjas se dieran cuenta (lo que habría sido un curioso escándalo), y en mi descargo, sin que hubiera nada más allá de besitos de buenas noches en la mejilla, eso sí.


Y nada, ahora a descubrir cuál no es verdad para ganar el juego, es curioso que una me pasó en Granada, otra en Francia, otra en Porcuna, otra en Jaén y otra en Dublín, de lo que por supuesto deduzco lo divertido que es viajar, y las aventuras que uno se puede correr...

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