Taizé no es un lugar, es una experiencia. Y en parte, en gran parte, la experiencia la hacen las personas que van allí. Yo me fui con gente que ni conocía, y cuando llegué me encontré “solo” en un lugar no hostil, pero que me era desconocido y que por tanto me debía causar miedo, aunque no era el caso. Allí todos te acogían bien y para todos eras importante como individuo, como uno más, sin importar tus dóndes, cómos y porqués, que era lo que quería. Luego, ya llegaba el tiempo de conocerse más, pero entonces todos éramos iguales fuésemos de donde fuésemos, y cada uno tendría su pasado, su futuro…
Cuánta gente guardaré para siempre, con cuánta gente pasé la mejor semana del mes, del año, de mucho tiempo… Inolvidable. Los de la tienda 23, donde dormí el primer y el último día (Menu, Cañas, Rubén “el Cobra”, Alex, Esteve, Gabi, Edu, el Nurbert, Medi, Javi Lorenzo…), que tanto hicieron sufrir a aquel pobre infeliz llamado “Anthony”. Las chicas de la 24, con las que salí a dormir fuera 3 días, y con las que dormí en su tienda otros dos días (me hicieron sentir un príncipe entre tantas mujeres que me acogieron tan bien, devolviendo a alguna ese cariño con un besito de buenas noches, aunque no siempre atinaba con la mejilla en la oscuridad…): Ana y Sara (las gemelas de Taizé...), Sofía (Schlampa) y Nata, ex-alumnas de Viator; y "mis Loretos”: Bea, las 3 Cristinas (Casco-Tormenta, Secretaria y Ojosazules), Laura (la amo, pero esperaré...), Teresa, Esther (la chunga) y “mi” Alicia (qué gozada dormirme mirando su carita y despertarme por la mañana volviendo a verla, durante 5 días…). De verdad, sois todos los mejores, las mejores, me ha encantado conoceros… Luego los extranjeros (como el “Chuloputas” Christian, su amigo Lucas y las austriacas, la rumana-mexicana Corina o el Indio), los del grupo de introducción bíblica: Johanna, Juliane, Rocío, Marta, Irene, Jakob. Si añadimos a las de Linares (tienda 22: Guada, Rosa, Sagrario, Jose...) y a los sevillanos y linarenses (Luis, J.Ángel, Eli, Jose, Fran, Pachi...), tenemos el cóctel perfecto. Y no olvidarme por favor, de la pareja de Ciudad Real: Rafael de la Guetto y Serafín de semana.
La base principal de todo fue el cariño que nos tuvimos todos, y la confianza que surgió nada más conocernos. Eso fue increíble, y hará todo esto inolvidable.
Finalmente, pues hablamos bastante en inglés y aprendimos bastante vocabulario básico en alemán e italiano… es decir: tacos…
He de decir que acabé harto de que los españoles me hablasen en inglés (decían que parecía irlandés aunque no sé por qué…), aunque me aprovechaba un poco de ello ya que los primeros días podía utilizar a discrección la que fue mi frase favorita: “Joder, qué culo” (con acento austriaco) con las españolas (y extranjeras), aunque al final me pillaban…
La verdad es que hubo un buen intercambio, y ahora me puedo manejar perfectamente en una pelea de “navajeros” de Dortmund, y por supuesto tengo unas nociones infalibles de ligoteo germano: Du Hast’n geilen arsch (joder, qué culo), Du Hast ne latte (no debería traducirla porque es muy fuerte, pero mi amigo Menu decía: “... como un trozo de madera…”). Y todo esto bajo la mirada atenta de los “Go to Bed”, que vigilaban que no estuviéramos fuera de las tiendas después de las 12 (cuando cerraban el Oyak, donde nos habíamos metido un par de sidras...), aunque hasta las 3 de la mañana o así no nos dormíamos… (claro, luego a las 8 estábamos en pie, así que durante el día había un poco de sueñecito). Aquí, un recuerdo para Carlos, María y Ana, mi trío de "Gotobeds" preferidos. Perdón para los que olvide, y aquí van algunos más de los mayores: Clara y Maria José, Carmen, Berta, Diego (el galáctico de los curas), Eduardo (el nada tímido), Rebeca, Lesmes, Neme...
En fin, que no sé si alguna vez repetiré la experiencia y sé que a pocos de todos estos volveré a ver (esa pena nadie me la quita) y que si repito, ninguno o pocos estarán, así que sólo me quedan las fotos y el recuerdo, ese, inolvidable…
Si tuviera que resumir todo lo vivido, me daría para centenares de folios... Eso es lo más importante de todo esto, de toda esta inmensa vida de una semana. Gracias, habitantes de Taizé de la última semana de julio de 2006.