Hasta siempre Robin Williams, gracias por esas sonrisas
Como sabéis, la pasada semana, por propia voluntad, nos dejó el actor Robin Williams. Personalidades como él sólo deberían morirse con ochenta y tantos años, con mucho más bagaje aún y como verdaderos mitos vivientes. Sin embargo, en un giro todo se fue al traste, quién sabe por qué, pero como ya decía: así lo quiso él. En cualquier caso, que nos sirva como ejemplo nuevamente de que las drogas y el alcohol aceleran el fin, y en muchos casos lo provocan directamente...
Robin Williams fue uno de esos grandes y conocidísimos actores del Hollywood de finales de siglo XX y principio del XXI, compaginando papeles dramáticos con papeles cómicos, con los que ganó una gran popularidad sobre todo por esa tierna sonrisa de padre bondadoso y cercano (aunque muchas veces haciendo personajes muy distintos de lo que sería un padre). Para los de mi generación, Robin ha sido uno de esos actores que casi comenzó cuando éramos pequeños, por lo que lo hemos conocido de siempre y hemos visto toda su evolución, por lo que en cierta manera era un símbolo que ahora hemos perdido.
Siempre se le recordará por ser el profesor del Club de los Poetas Muertos, pero también por otros papeles como el vagabundo que se creía un caballero medieval, en El Rey Pescador, el robot humanoide "Andrew" en El Hombre Bicentenario, el médico de Patch Adams o el protagonista de Más allá de los sueños. Curiosamente, al final se llevó el Óscar por El Indomable Will Hunting, como actor de reparto. Lógicamente no es que fuera el mejor de su época, pero con su forma de hacer las cosas y la simpatía que infundía a sus personajes, nos caló más dentro que otros.
Pero los que sin duda le dieron la mayor popularidad fueron sus papeles cómicos, bordados muchos de ellos con un estilo inconfundible (al que en España contribuía un doblaje bastante correcto): aquel hombre disfrazado de señora Doubtfire para intentar recuperar a sus hijos, aquel profesor chiflado de Flubber, aquel niño atrapado en el juego de Jumanji, aquel niño atrapado en un cuerpo de hombre en Jack o incluso por tercera vez aquel niño Peter Pan que se resistía a crecer en Hook... Dignos de recordar son sus papeles como locutor en Good morning, Vietnam o como estatua de Roosevelt en Noche en el Museo.
La mayoría de sus películas se reponen todos los años (recuerdo que la última que vi fue su actuación como ginecólogo ruso, como actor secundario en Nueve Meses), así que podemos decir que ha sido alguien que ha permanecido en nuestras vidas con esos recuerdos que la televisión nos hacía de vez en cuando.
Como moraleja y para terminar, como dicho motivador que nos insufla fuerza durante unos segundos pero que luego siempre olvidamos, me quedo con ese final de discurso que, como el anciano adolescente Jack Powell, realizó en su graduación de instituto:"la vida es fugaz... haced que vuestra vida sea espectacular".
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