10 abril, 2018

Una docena de añitos

Dicen que cuando llegas a la docena de años dejas de ser un niño (o una niña), y pasas a ser un ente (o enta) intermedio (o intermedia) entre el niño y el hombre (o entre el niño y la mujer, o entre la niña y el hombre o entre la niña y la mujer o... bueno, me entendéis). A algunos ese periodo intermedio les dura 2-3 años, y a otros toda una vida de adolescencia. Algunos entran en ella una pizca antes de la docena, y otros tardan incluso casi hasta la mayoría de edad. Sí, es el caso de las bitácoras también, que nacen, crecen, envejecen y quedan para siempre plasmadas en la red (no sé si desaparecen, no). A esta mía le ha llegado ya la adolescencia, pizpireta ella, radiante como una novia, florida a pesar de las sequías y en pie a pesar de las tormentas, contando siempre las horas para el siguiente post.



Se cumple una docena de años ya desde que comenzamos, y a todos os ha cambiado mucho la vida. Por desgracia a muchos no les ha cambiado solo la vida, sino que la vida les ha cambiado del todo, dejando de ser ellos mismos, y encontrándonos sólo con su cuerpo, perdida ya el alma, convertidos en otra cosa por desgracia. A muchos seguro que os va a pasar, espero que no a los mejores, 12 años no deberían cambiar a nadie en su esencia, pero sin lucha no hay triunfo y por supuesto sin esperanza.

Hoy es un día de celebración, entre tantos que no lo fueron, cuando deberíamos celebrar cada minuto, cada día, cada gol... Espero que dentro de mucho podamos mirar atrás y ver pequeños artículos como este y pensar: "qué jóvenes éramos, qué blog tan joven...", será buena señal.

En fin, como ya hice los últimos 11 años (1 año, 2 años, 3 años, 4 años, 5 años, 6 años, 7 años, 8 años, 9 años, 10 años y 11 años), doy las gracias a esos que me leyeron, que me leen y me leerán, y les recuerdo lo mismo de siempre: si tenéis algo que decir, algo que contar, hacedlo, porque si no lo hacéis vosotros, nadie lo hará, y se pierde...

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