31 marzo, 2019

Las bodas, pronto cuarentañeras

Ayer, como es habitual por ser marzo aún, comenzamos la "temporada de bodas" 2019, en la que durante unos meses se irán sucediendo bodas (y también bautizos y comuniones) como siempre ha pasado y como siempre pasará hasta que la laicidad nos termine de inundar o Podemos gane un par de elecciones.

En este caso el novio anda ya por los 35, y la novia aún con 29, algo que hoy en día se consideraría ya "boda joven", con cantidad de amigas de la novia veinteañeras aún, casaderas la mayoría, todavía prometidas, alguna con niños, e igualmente algunos amigos del novio aún sin casar; algo que hace digamos 20 años se consideraría cercano ya a "se os va a pasar el arroz", o que hace 35 años casi podría considerarse exagerado.

Es verdad que las cosas han cambiado, y ese afán por casarse con veintitantos, una vez terminada la carrera y conseguido el primer trabajo que había en los buenos tiempos de los 80 y 90, dio paso a la incertidumbre más absoluta, al ir y venir, al medrar, al ir escalando, caer y volver a escalar, a la crisis que puso dudas en todos y cada uno, y así en los 2000 comenzó poco a poco la gente a casarse pasados los 30, continuando por supuesto toda esa crisis y alentándose un pensamiento de "aprovechemos ahora la juventud que luego nunca se sabe", lo que llevó a los cuarenta años a convertirse en los "nuevos 30", y de camino a la gente, ya millenials a casarse rozando incluso los 40 (con el riesgo que eso puede conllevar también a la hora de tener niños, que de eso hablaremos en otra ocasión).



Recuerdo que en 2003 y 2005 se casaron un par de primos que tenían 36 ó 37 años, y que entonces la gente los veía ya como demasiado mayores, como unos señores que se casaban ya cuando nadie lo esperaba, y también como ejemplo está el de mis padres, que lo hicieron ya con 31 y 30 años (para los años 60: 5-6 años más adelante de la media). Y claro, luego está que no es lo mismo la vida de los pueblos que en la ciudad, ya que en el pueblo y antiguamente la gente no estudiaba y empezaba a trabajar con 12-14 ó 16 años, por lo que con 20 ó 21, la edad era ya perfecta para ese casamiento. Por ejemplo, de mis 16 tatarabuelos/las, el que más mayor se casó cumplía ese año 29 años, pero claro, fue en 1844, y realmente la vida cambió poco en los últimos siglos y hasta la mitad del siglo XX, por lo que seguro que en las estadísticas de entonces tampoco veríamos demasiados cambios.

Es a partir de mitad del siglo pasado cuando la edad comienza a subir, muy despacio, hasta que a partir de los años 80 comienza un ascenso espectacular y jamás visto, subiendo la media en más de 2 años cada 7 años que pasan. 

En el Instituto Nacional de Estadística podemos encontrar bastantes datos al respecto de la evolución, y aquí os muestro algunos de ellos, que ya digo, son espectaculares:

Edad media de los hombres al casarse por primera vez (voy a hacerlo de 7 en 7 años hacia atrás, lo que sería "media generación")

2017: 35,30 años 
2010: 33,21 años
2003: 30,91 años
1996: 29,47 años
1989: 27,56 años
1982: 26,70 años
1976: 26,65 años

 Sí, es espectacular, pero en 35 años, la edad media de los hombres al casarse ha subido casi 10 años, y desde 1989, cada 7 años sube 2 años más o menos. Como no parece que haya freno, si extrapolamos, aproximadamente en 2035 la edad media de los hombres al casarse será de 40 años... pero ojo, en algún lado habrá de parar, claro...

Edad media de las mujeres al casarse por primera vez

2017: 33,18 años 
2010: 31,01 años
2003: 28,86 años
1996: 27,41 años
1989: 25,33 años
1982: 24,48 años
1976: 24,08 años

Mirando a las mujeres, vemos que más o menos suelen tener entre 2-2,5 años menos que el marido, cuando se casan por primera vez. Lo curioso es que hoy ya se casan con 33, por lo que en media, tienen el primer hijo casi rozando los 35, eso hoy en día, porque si sigue la tendencia, en 2030 se casarán con 37 de media, así que lo normal será tener el primer hijo con 39...



Un poco en conclusión, y poniendo en perspectiva por ejemplo esa boda de mi primo asturiano Paco en 2003, cuando tenía 37,5 años: Si entonces la media era casi 31 años, él se casó con 6,5 años más que la media, lo que hoy equivaldría a casarse con 42 años... vamos, una barbaridad.

Y luego está lo de la boda joven, como la de mi primo Rafa, casado en 2017, con Julia, que tenía sólo 25,75 años por entonces. Teniendo en cuenta que la media era 33,18 años, ella se casó 7,43 años antes que la media. Es decir, que su equivalente por ejemplo en 1996 habría sido casarse aún sin cumplir los 20 años, ¡una barbaridad!

26 marzo, 2019

Camarón que se duerme

El mundo cambiando en cuestión de años, ni siquiera décadas, centurias o incluso milenios como antes. El ser humano perplejo y superado por la velocidad de los cambios en este siglo. Profesiones que fueron casi eternas y que ahora ni existen, otras que nacieron pensando durar para siempre y que fueron meras motas de polvo en el desierto, todo vertiginoso, todo veloz, todo despersonalizado e impasible a las tradiciones, de un mundo actual que camina claramente hacia volverse completamente irreconocible para sí mismo, perdiendo todas y cada una de sus raíces, todo lo que le hacía ser como era, caminando hacia ese completo y total olvido del que ya no sabe de dónde viene, ni hacia dónde va...

Sí, para muchos ha sido un "camarón que se duerme", y se los llevó la corriente, mientras que a otros los arrasó directamente el progreso.



Son sistemas que nacieron igual que se fueron, como los precursores de la fotografía en el siglo XIX, como la propia fotografía analógica en el XX, ahora devorados por lo digital, por lo volátil, por una nueva tecnología que nos permite hacer miles de millones de tomas, de imágenes que van a la nube, pero que un buen día se evaporarán para jamás volver a existir. Y sí, entonces nos daremos cuenta de que de nosotros no quedará ni rastro, porque ya no hay fotografías impresas de los postmillenials, y quizá dentro de 100 años, un anciano podrá tener 0 fotografías de sus bisabuelos, cuando esos mismos bisabuelos aún conserven 3 ó 4 de los suyos, nacidos en 1860, que se hicieron 4-5 fotos en su vida, pero que aún perviven gracias al formato físico. Es curioso, pero sí, el sistema de la fotografía, tal y como la conocimos en el XX acabó, y con él todos los que se dedicaban al revelado, que ahora se reduce a una impresora para imprimir ese digital, que acabó con todo ese negocio.



Igual pasó con los videoclubs, esos que nacieron en los 70, que explotaron en los 80 y primeros 90, y que comenzaron a languidecer a primeros de siglo XXI, esos que ahora quedan contados en España, a uno por ciudad como mucho, esos que sólo subsisten porque sus dueños ya son demasiado mayores para reciclarse. Igual con las tiendas de discos, esas que también tuvieron su boom en los 70-80-90, incluso en los primeros 2000, y que cayeron a piñón, a la misma vez que las descargas ilegales, el pirateo y el incipiente streaming apareció. Hoy en día, ni películas ni música suelen tener formato físico, y quizá también dentro de 100 años no conservemos nada de ahora, cuando sí tengamos aún películas en VHS de los 80, qué ironía, aunque sin capacidad para reproducirlas. Eso sí, si no cortan internet, podremos seguir descargándolas.

Y así, con muchos otros servicios, como el taxi, que ahora batalla con Uber y Cabify, intentando entender el cambio, camarones aún dormidos ante la corriente que se los intenta llevar. No son sólo los modelos, es que los gobiernos no son capaces de proteger estas industrias, porque los que mandan y habían apostado o invertido en ellas, ya salieron corriendo a tiempo, como siempre... ellos sí son los verdaderos tiburones.



También nos dejaron hace tiempo los artesanos, los oficios antiguos, esa alfarería, esos curtidores, ese lechero y huevero, esos albardoneros, incluso los zapateros y afiladores, todos destrozados por el usar y tirar actual, por lo volátil, por lo impersonal, que poco a poco fueron llenando nuestras ciudades de copias y copias de franquicias mientras morían las tiendas de toda la vida, mientras morían nuestros cascos antiguos, mientras morían inclusos las periferias, mientras los centros comerciales se llenaban de luces y colores, y seres alienados con tarjetas de crédito y de fidelización, meros consumidores, meros 'targets', meros 'customers' que no valen más que los datos personales que puedan proporcionar, meros buscadores de descuentos que se creen listos por estar comprando barato allí, mientras un buen día la tienda de la esquina acabará cerrando y ellos se acabarán entristeciendo, ellos, culpables también de aceptar unas reglas de juego que jamás fueron justas.

Y no es sólo esto, no son sólo "profesiones del siglo XX", de abuelos, es que muchas de las que ahora aún parecen importantes están heridas de muerte: empleados de banca, que ya están reconvirtiéndose en simples agentes inmobiliarios o consultores de inversión, que ven como los cajeros automáticos les sustituyen. Agentes de viajes reemplazados también por las aplicaciones que ofrecen búsquedas a tutiplén de los mejores precios en la red. Recepcionistas de hotel sustituidos por robots, cirujanos sustituidos por robots, incluso programadores informáticos de robots sustituidos por robots, rizo rizado de esta casi incomprensible deriva que nos llevará a la total incomprensión de nosotros mismos. Sociedad curiosa la de 2050, cuando todo haya "reventado", cuando los millenials (los verdaderos, los nacidos entre 1980 y 1995) no entendamos nada, y seamos unos seres incomprendidos que aún recordamos lo que éramos, las raíces, cuanto todo esté perdido.



Sí, camarones que se fueron durmiendo y no supieron adaptarse, es fácil decirlo cuando tu profesión sigue aún vigente, privilegiado suertudo, pero te podría haber pasado a ti, que piensas que siempre hará falta alguien que haga jamones, hasta que un día un chino fabrica jamones sintéticos con más o mejores grasas monoinsaturadas que el tuyo, con mejores cualidades organolépticas. Aceitunero jiennense que se cree el rey del mundo hasta que un árabe acaba creando un aceite sintético superior 1000 veces en cualidades al de oliva. Dueño de McDonalds que acaba claudicando ante las hamburguesas de tejido artificial, baratísimas. Maestro de primaria que acaba en la calle porque los robots lo hacen mucho mejor. Camarera de pisos y repartidor de Glovo que acaban siendo sustituidos por un Roomba/Conga y un dron. Mozos de almacén sustituidos por apiladores automáticos, y mientras, ¿qué? ¿Nos vamos a quedar todos en nuestra casa por la incapacidad para hacer algo útil para la sociedad?  ¿Cómo vamos a generar riqueza, cómo vamos a prosperar si no valemos para nada? ¿Sólo los ricos o los que tengan la propiedad de las grandes empresas y de los robots van a poder ganar pasta?

Pues la respuesta es clara: sí. Todo tiende a eso, como hace ciento y pico años. Todo fue un sueño que duró un siglo, pero los patrones volverán a ser los mismos, los propietarios de los medios de producción, de las fábricas en su momento, y de los robots ahora; y nosotros, los proletarios tendremos las migajas, ahora sin siquiera tener que trabajar, con una renta mínima (de la que hablaré pronto) y sentados dando de comer a las palomas. Y mientras, los ricos, los dueños de todo tendrán por seguro que ninguno de nosotros podrá escalar para robarles el puesto, como en cierto momento en el siglo XX eso se hizo posible, porque no hubo ningún momento en la historia como el siglo XX en el que alguien de clase baja tuviera más posibilidades de ascender a la clase alta, tiempo al tiempo.



Y lo llaman "camarón que se duerme", cuando deberían llamarlo: capitalismo agresivo cual ballena que a todos nos comerá.

Y mientras tanto, van cerrando todas esas viejas tiendas de toda la vida, y mientras tanto la mayoría nos vamos alienando comprando en Carrefour en vez de en la tienda de la esquina, en el Leroy en vez de en la ferretería de siempre, en el Garnier en vez de la pastelería de toda la vida, en la Fnac en vez de la papelería de dos calles más arriba, en Interflora online en vez de en la floristería o en Ikea en vez de en la tienda de muebles de la avenida. Sí, cuando en las ciudades no haya más que colmenas franquiciadas y tiendas de chinos, nosotros estaremos contentos yendo a macrourbes comerciales con todo lujo de detalles, perdiendo finalmente todo lo que éramos, lo que nos hacía diferentes, convirtiéndonos en iguales a todos los demás pueblos, ciudades y países, todos estandarizados, y olvidándonos de lo que realmente importa y tiene valor en la vida; y todo porque los camarones no eran sólo los comerciantes de barrio, de pueblo o los artesanos de toda la vida, no, porque los camarones somos nosotros mismos, y ya hace rato que dormimos...

22 marzo, 2019

La abstención, No en mi Nombre

Como la mayoría sabréis, se acerca una sucesión de elecciones en España, comprendiendo gran cantidad de comicios autonómicos, las municipales, las europeas, las del Senado y las generales. Sí, nada menos que 5 votaciones en las que la mayoría nos jugamos nuestro futuro y el de todo el país (incluso de la Unión Europea).

Una de las variables de las que más se habla últimamente es la abstención, que junto con votar a un partido concreto, votar en blanco o hacer el voto nulo, son las cuatro opciones que tenemos en unas elecciones.  La diferencia entre la abstención y el voto nulo (lo que sería meter en el sobre algo distinto a una sola papeleta) es que los votos nulos sí cuentan dentro de la participación, como votos emitidos, aunque ninguna de las dos se tienen en cuenta a la hora de contar los votos a los candidatos. El voto en blanco (entregar el sobre vacío) sí se tiene en cuenta como voto válido, por lo que a la hora de hacer el reparto de escaños a los participantes, sí cuenta para la proporción de la Ley D'Hont (de hecho, un voto en blanco beneficia a los que más votos tienen, porque aumenta los porcentajes necesarios para llegar a tener representación).


Pero bueno, hoy nos centramos en la abstención, que sería simplemente el no ir a votar. Lógicamente hablamos de un no ir a votar consciente y pensado, con todas las de la ley y haciendo un ejercicio de responsabilidad ciudadana.

Aquí es muy habitual la crítica a la abstención con frases como "con lo que ha costado conseguir el sufragio universal" o "con lo que ha costado conseguir el voto de las mujeres" (en el caso de abstención de una mujer) o "si no votas luego no te puedes quejar" (como si al no votar quedases mudo automáticamente).

Eso sí, cuando en el Congreso de los Diputados sale adelante una ley con X abstenciones, o un candidato consigue ser Presidente con X abstenciones, o incluso cuando en el Tribunal Supremo se vota algo con X abstenciones, nadie se rasga las vestiduras y empieza a criticar a diestro y siniestro las abstenciones, como lacra a erradicar.

Ojo, no seré yo el que se oponga a una obligación a votar a uno o a otro, que en muchos casos podría hacerse así (eso se llama Sufragio Obligatorio, y se hace en algunos países), pero siempre hay ocasiones en las que uno no tiene claro a quién votar, y no quiere equivocarse, prefiriendo abstenerse, confiando ciegamente en la capacidad de los demás para decidir. En otros casos se trata de que no hay ni una sola opción aceptable, por lo que la abstención sería lo lógico (aquí tampoco sería descabellado el famoso "voto de castigo", votando nulo, metiendo una rodaja de chorizo o lo que sea para expresar tu descontento, yendo a votar, en conciencia y responsablemente, pero criticando la falta de opciones sensatas y realistas, quizá aquí estribaría la diferencia entre el voto nulo y la abstención, ya que en un caso sí vas a votar, pero en ambos estarías ejerciendo un derecho, ¡a dónde vamos a parar!)

En cualquier caso, la abstención o el voto nulo también son una manera de decir "¡No en mi Nombre!", ninguno de vosotros me representa, cada cual es peor, y el que gobierne no va a poder decir que yo le he votado, o que he votado a otros que le han apoyado, o que incluso he votado en blanco para darle al final los votos a él (insisto, si no te gusta ningún partido pero crees que hay que votar sí o sí, te aconsejaría votar nulo, no en blanco).


Imagen: Blogs Público

Ya para terminar, hay que hacer notar que la abstención puede ser incluso más legible que un voto nulo, ya que los votos nulos al final ni se miran en las estadísticas, pero la abstención siempre es tan o más importante que los votos de los partidos participantes. Siempre se oye: "ha ganado tal o cuál, el segundo es tal o cuál, y la participación ha sido del x%", pues bien, el resto hasta 100% son las abstenciones, que quedan completamente visibilizadas por tanto (salvo caso de enfermedad o problema burocrático, que en total no llegan al 5%). Así, salvo que vayas a meter una rodaja de chorizo o hacer algún tipo de "voto teatral/viral", si estás descontento con el sistema y con todos los partidos, te aconsejo directamente no ir a votar, ya que tu voto nulo sí entraría en la participación, y por tanto se entiende que has ido a votar y estás contento con el sistema (ya digo que los nulos luego ni los comentan); sin embargo, al abstenerte, saldrás automáticamente en las estadísticas, en ese porcentaje de abstención que a veces tan o más explicativo es que los propios votos, y si no que se lo digan a las pasadas y tan cacareadas elecciones andaluzas, donde la mitad de los partidos tras sus malos resultados se escudaron en la abstención. ¡Vaya, si al final parece que los más importantes fueron los que se abstuvieron!

En fin, cada uno que vote en conciencia, o que no vote, pero siempre en conciencia y con responsabilidad. Si lo tenéis claro, hacedlo, nadie tiene autoridad moral para deciros cómo habéis de ejercer un derecho, pues derecho es y no obligación, y se ejerce también por omisión. Otros votan directamente tirando el voto a un partido superminoritario, o lo tiran en blanco (mismo resultado en ambos casos, pues no implica representación alguna y beneficia al más votado), ¿no podríais acusarlos también de poca conciencia y compromiso democrático y de ser malos ciudadanos al votar por algo que saben que no tiene opción ni de salir representado?

Pues eso, desde hoy, todos nosotros somos abstenciones en potencia, y sólo un pequeño o gran porcentaje dejará de serlo el día de las elecciones; esto no es una apología de la abstención, pero sí es una lanza rota en favor de una postura más ante unas elecciones, porque el no votar no implica que no tengas igual o más espíritu y convicciones políticas que los que sí lo han hecho (algunos como papagayos, a la vista de la cantidad de votos que tienen los partidos mayoritarios), y no implica que no puedas quejarte, que no seas buen ciudadano o que no seas consciente de lo que costó en su momento conseguir que gente como tú pudieran votar. Ale, en las urnas nos vemos, o no...

17 marzo, 2019

Mis mejores entradas (y 41)

Tras llegar al post 1000, comenzamos con esta colección más allá del milenio, con las mejores entradas

--Post preferido del 1001 al 1025 (08-Nov-18 a 05-Mar-19)--

Los millenials españoles, quiénes somos exactamente

-Este post iba sobre... los millenials, intentando explicar lo más fielmente posible quiénes somos exactamente los millenials en España, qué generación o qué años de nacimiento comprende, y poniéndolos en perspectiva respecto de las otras generaciones existentes, intentando evitar confusiones.

-La motivación para escribirlo fue... que día tras día se ve a los medios de comunicación usarla mal, para referirse a los adolescentes, como si significara simplemente "adolescente", cuando en realidad es un término con más de 30 años de antigüedad, y que hasta hace muy poco significaba lo mismo: gente que cumple la mayoría de edad al principio del milenio (o nacidos aproximadamente en los 80)

-Me he decidido por él, porque... me sirvió para hacer una curiosa retrospectiva de las generaciones en España, planteándome qué y cómo vivió cada una, sus hitos, sus historias o sus anécdotas, y por supuesto porque convendría hacer una especie de cruzada (ya perdida) para salvar el significado de esta palabra, como ya hice (también sin remedio derrotada) con la palabra "bizarro", ahora con su significado antiguo completamente desaparecido.

11 marzo, 2019

Sobre las catarsis

La primera vez que escuché esta palabra fue en los 90, cuando un pedante maestro compañero de mi madre la escribió en una carta dentro del claustro de profesores. La verdad es que no recuerdo exactamente por qué, pero no estaba usada con total propiedad (vamos, que como a veces solía hacer este hombre, había usado una palabra no habitual para expresar algo que hubiera expresado mejor con una más conocida).

Junto a mi madre la buscamos en el viejo diccionario Durvan. ¿Catarsis?, ¿catástasis?, ¿cómo era? Y tras un par de titubeos, ahí dimos con la clave: “catarsis”: [dícese de una purificación, liberación o transformación suscitadas por una experiencia vital profunda]. Ahora sabíamos qué quería decir la palabra, pero no lo que él había querido decir al usarla.

Hoy, tantos años después, y tras un reencuentro de viejos amigos del colegio este pasado fin de semana, me ha venido a la cabeza esa palabra como resumen de algunos momentos sucedidos en la reunión, y quizá como resumen en general de todo, de un encuentro en el que todo vuelve a los orígenes, se cierran heridas, se tapan huecos surgidos, rencillas que pudo haber y se purifican incluso los pecados pasados, en una especie de catarsis colectiva (y sí, tampoco quizá la esté usando yo bien, ya sea por desuso o falta de uso). Hoy ya no está ninguno de los dos, ni el “Carri” cuál Góngora amante del lenguaje exclusivista, ni mi madre, valiente defensora de causas perdidas y que no se quedaba con nada en el tintero, pero los que fuimos sus alumnos tiempo ha, por supuesto recordamos esa época, y lo seguiremos haciendo en sucesivas reuniones, camino ya de los 40 más que de los 20 en el que estamos ya.



Curioso hecho y digno de estudio el de las viejas reuniones de antiguos compañeros y alumnos, y más cuanto mayor es el tiempo pasado. Ojo, en nuestro caso todos nos acabamos viendo antes o después en el pueblo, pero siempre hay casos contados de décadas sin verse, gente más descastada o simplemente caminos que divergieron demasiado incluso a regañadientes de los implicados. Quizá otro día podamos hablar con más tranquilidad de todo, pero sí quería fijarme en ese fuego purificador del encuentro, en ese momento en que los que fueron acosadores confesaron sus pecados y se mostraron arrepentidos ante tanta crueldad mostrada en su tierna edad. El acoso escolar, el bullying que ahora lo llaman, se cebó brutalmente con los más débiles, siempre por capas, por jerarquías.

Primero había un acoso casi exterminador contra una sola o dos personas, en la que casi participaban todos, convirtiendo su infancia en un infierno (el sujeto podía ir cambiando con el tiempo, por lo que podían sufrirlo incluso varios a lo largo de los años). Luego había otro acoso hacia el débil o el diferente, encarnado siempre por 3 ó 4 también en cada clase (a saber, los bajitos, gorditos, con algún otro defecto físico o que destacaran por algo como las gafas, el color de pelo, los ademanes, etc). Y después otro acoso ocasional y quizá temporal, hacia un grupo que podríamos llamar 3, que según tendencias podía tocar a otros 5 ó 6 por clase, lo que no quita para que estos en algún caso hayan podido incluso jalear el acoso hacia los del grupo 2. Más allá estaban los intermedios, que claramente jaleaban y también acosaban en ocasiones a los del grupo 3 incluso, pero que sí estaban a salvo del acoso del grupo de los líderes de la manada… Y por supuesto, arriba del todo de la jerarquía, estaban los leones (normalmente 4 ó 5), los que sin darse cuenta al ser populares, estaban amargando la vida a los del grupo 1 y 2, y ocasionalmente al 3 cuando se daban las circunstancias adecuadas. En mi caso, al ser pelirrojo, zurdo y con gafas podría ser carne del grupo 2, pero acabé siendo del grupo 3 casi siempre, sufriendo esporádicamente intentos de bullying pero escapando de él la mayoría de las veces, por lo que cuando otros sufrían solía ser el que se libraba por los pelos, muchas veces porque en cierta manera sí que había conseguido el respeto.



Hoy, muchos se arrepienten de lo hecho, sobre todo los intermedios, que callaron y jalearon, y algunos de los 'leones', que despiadadamente y día tras día amargaban la vida a los pobres del Grupo 1 y 2. Sólo el hecho de haber mostrado ese remordimiento ya habla tan bien de ellos, del ser humano en general, porque una cosa es lo que hacemos en nuestra inocencia (o en nuestra maldad, que los niños ya sabemos que son crueles por naturaleza) y otra cosa lo que pensamos de ello cuando maduramos y tenemos casi 30 años más. Ojo, el pensar que somos ahora adultos no quiere decir que dentro de otros 30 años no podamos ver a nuestro yo de ahora como un niñato treintañero, que no tenía ni idea de la vida y de cuyos errores también podamos arrepentirnos (e igual con 90 y tantos años, pensar que con 60 éramos unos niñatos y arrepentirnos, o con 120 si viviéramos tanto, igual y sucesivamente).

Ya digo, no es que tuviéramos ninguno trauma alguno, y menos los que fueron maltratadores, pero en cierta manera se purificó este día el mal creado, aun sin haber acudido muchos de los maltratados (alguno aún por miedo, no ya por sufrir acoso sino por no tener que aguantar otra vez las mismas tonterías), y en cierto modo nuestra colectividad, el grupo, que al final es el que en general calla y otorga, logró cierto nivel de catarsis, aunque pasa como en otras cosas, aunque hay mucho callado, mucho que recordad, que no olvidar, para que no vuelva a suceder, y mucho honor que restituir, quizá en algún tipo de aquelarre colectivo en el que las brujas cambien de sitio con los pueblerinos y al revés, o donde el que espera el fuego en la pira sea el que la prende o el verdugo sea el maltratado, quién sabe, y quizá entonces cuando exista el arrepentimiento total y el perdón de los otros, la catarsis esté completa y nuestro amigo Don Manuel pueda volver a expresar su riqueza léxica como entonces para desde allá donde ande, contárnoslo.

05 marzo, 2019

Ahora lo he pillado, trece años después...

Pongámonos en situación: mayo de 2006, estoy en mi habitación del piso de estudiantes al borde de las 11 de la noche, con mi pentium IV a 2 gigahercios y pico, escuchando música en el Winamp mientras descargo algunas cosillas más con la "mula", y buscando alguna cosa en Google. En ese momento una amiga me abre una ventana del aMsn (sí, viejuno, qué pasa, cada uno es hijo de su tiempo, y en aquella 'vintage' época lo usábamos los millenials para comunicarnos, mientras los postmillenials aprendían aún a andar), y tras decirme que lo siente (no recuerdo por qué exactamente), me da las buenas noches y se va (había un par de líneas más, pero por privacidad no las incluyo, me las dejo para mí).



En su estado (lo que ahora podría ser el estado de Whatsapp) vemos que acaba con un " T_T ".  En aquel momento en que aún apenas existían los emoticonos y mucha gente todavía usaba las letras del teclado para indicar sentimientos como los besos del ":*", la risa del "xD" o la burla del ":p", incluso el guiño del ";-)".   Aparte había leído por entonces otros como el  ^_^  y el O_o, que a diferencia de los otros en los que había que inclinar la cabeza hacia la izquierda para verlos, se veían perfectamente con la cabeza recta.

Mi bisoñez en los messengers me hizo por entonces no darme cuenta y leerlo como "TeTe", ¡a saber lo que significaría!. "Tresky -- > TeTe deja la conversación", pensé por entonces, y así lo dejé.

Hoy, casi 13 años después abrí por casualidad el doc que contenía dicha captura que hice por entonces, y por suerte, tras volver a leer el "TeTe", de pronto algo cambió en mi percepción y ¡lo vi!, e incluso 13 años después he acabado sintiendo esa empatía por el momento, empatía por la chica y lo que sentía ese día en que parecía tan desdichada. El T_T no era sino una carita, donde la raya podía ser la boca, el palo horizontal de las tes eran los ojos, y los palos verticales unas enormes lágrimas...

Sí, también sé que es una barbaridad, al nivel de leer "Malcolm 10" en "Malcolm X" o "Siglo six" en vez de "Siglo diecinueve" al leer "Siglo XIX".

Donde quiera que estés, Tresky, ahora sé lo que sentías ese día, y la cara simbolizada por las tes lo dice todo. Es curioso, tantos años después lo he pillado, poco más y no lo contamos, pero si de alguna manera me ha hecho recordar el momento, la época (bonita sin duda), ese PC, esa informática e incluso alguna de esas canciones, como la que justo esa noche hablaba de "En noches como la de hoy", sí, sólo por el recuerdo de una noche como aquella, habrá merecido la pena.

Y no puedo sino despedirme con un emoticono de la época, ese que ya puse antes y que seguro que aún algunos usan, para todos, y que simplemente indica felicidad, complicidad o esperanza, para cada uno lo que necesitéis en cada momento, hasta otra, quizá cuando por fin alguno lo haya pillado:  ^_^