Lágrimas de felicidad (por tu sonrisa recuperada)
Lágrimas de felicidad, llevadme donde queráis, llevadme allí abajo, allí arriba, a vuestro mundo tenebroso, a vuestro mundo de color rosa, a vuestra cueva o a vuestro maravilloso Edén. Lágrimas de felicidad, de sabor dulce que mata, que hace morir a hierro al salado y amargo de las de tristeza. Salado, amargo, doloroso llanto de antaño, de entonces, que engrisaba el cielo, que volvía oscura la mañana, que empequeñecía la majestuosidad del atardecer, que oscurecía la más cerrada noche.
Llanto sentido, por culpa de algo pequeño, por culpa de algo grande, por culpa de muchos algos medianos, sólo necesitado de un interruptor para comenzar a abrir ese grifo. Llanto que ya no existe, que no recuerdo, cara que no se borra de mi mente, cara apocada, cara baja de ánimo, cara que no quiere más que esconderse. Llanto que no existe, porque la luz llegó, porque la mañana se abrió, y como todo el mundo sabía: hoy el sol salió de nuevo y mañana volverá a salir, porque todo tenía solución.
Ahora el brillo de la sonrisa lo llena todo. Las calles reflejan su esplendor, el sol destelleaba como nunca, las estrellas fugaces se abalanzaron para ver cuál era más espléndida, y los pájaros cantaban, los colorines abrían a su paso el concierto de su piar, los caracoles sacaban los cuernos al sol y ningún perro osó posar sus desechos sobre el camino de vuelta. A mí me hizo alegrarme también, me hizo saltar, me hizo volverme hacia mí mismo en euforia, y nada importó, y la música ayudaba, y así todo era grandioso, y aunque pensara, aunque pienso que nada lo podrá romper, ya algo llegará, y el de ella también, y candidatos hay. Sé feliz, ten un día feliz, que ya vendrá alguien y te lo romperá, eso es pesimista pero es la verdad. A mí me da igual, envidiadme, yo lo tengo ahora, y se irá, mas lo tengo, mas ella lo tiene, mas lo tengo porque ella lo tiene, mas se multiplica el que yo tuviera por infinito al recordar su sonrisa, pura, su sonrisa transparente y nada carente de sinceridad.
Sí, sólo quería decir eso, que brotaron en mí lágrimillas de felicidad, de reír, de estar contento, y ese momento recordaré, porque lo escribí, mas no importa lo escrito, mas sólo importa el momento. Mañana no sé cómo me levantaré, si sin ánimos o con ánimos de hacer lo que debo hacer, lo que pospuse para mañana, la última tarea de mis 7 “trabajos” de hoy, aunque uno de ellos acabó mal. […]
Oda a esta felicidad que ha merecido la pena tener, y que cuando muera, espero poder en mi memoria retener.
(Este momento pasó el 27-04-2006 y lo recuerdo ahora, aprovechando para saludar a la que lo provocó):
¡Feliz Cumpleaños, Princesa!
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