Sobre la nieve
Sí, ¡qué pasa!, yo era el que el jueves iba diciendo: ¡está nevando, está nevando…! No me importa ir por la calle con esa sonrisa “tonta”, con esa ilusión que fácilmente podría tildarse de ñoña. Bueno, cada uno es capaz de sentirse bien por las cosas que es capaz de sentirse bien, es decir: si alguien sólo se siente feliz con 10 determinadas cosas y otro lo siente con hasta 100, pues verdaderamente será más fácil que este segundo tenga más ratos de alegría. Excluyo lo que podríamos llamar “tontura”, que de eso no estoy hablando, pero me refiero a sentirse bien por cosas por las que se sentiría bien un niño, un anciano… ¿Por qué hay que mirar mal a alguien que no esté incluido en estos dos grupos de edad si se ilusiona al ver nevar, al ver una puesta de sol, una estrella fugaz, un helicóptero, un pájaro, una ardilla, un conejo, un insecto curioso…? Lo siento, aquí estaré para quien me quiera mirar mal, que igualmente seguiré diciendo: ¡miraaa, está nevando, está nevando!, cada vez que vea la nieve, cada vez que me ilusione por algo tan extraño que se ve una vez cada dos o tres años.