Homenaje a los coheteros de Porcuna
Una explosión, una simple detonación de kilos y kilos de pólvora que se esparcen por una montaña de escombros, una simple explosión en la inmensidad del Universo; el fuego que acaba de pronto con las ilusiones de mucha gente, el fuego que cambia para siempre el futuro de un pueblo. Una de las empresas de mayor fama de la comarca, una de las más respetadas por su buen hacer, por la belleza del producto que ellos confeccionan, por su amor a ese trabajo que durante generaciones han llevado a cabo.
Un accidente más para los telediarios que cada vez son más impersonales, que buscan cada vez más lo feo, lo burdo, lo carroñero, la noticia que deje en evidencia a alguien. Una simpleza que no les merece la pena comentar, ya que tenían todos los permisos, sin un ápice fuera de la ley, ¿para qué decir más si no hay nada que denunciar, nada de lo que reírse, ni nadie a quien echar la culpa?, ¿para qué nombrarlo siquiera? Pues quizá para esos que se llaman periodistas, o mejor, para sus superiores que olvidaron ya hace mucho tiempo la humanidad que encierran en su interior las noticias, esas mismas que obligan a sus jóvenes empleados a contar de ese modo tan inhumano: ¿Qué mejor noticia que que todo estuviera en orden? ¿Y por qué no hacer una investigación de por qué pasó entonces, por qué si todo estaba bien ocurrió tanto dolor? ¿Por qué dejan desamparada a la gente por un puñado de demagogia barata? ¿Por qué es más importante la cantinela política basura de todos los días que el dolor de un pueblo impactado por una explosión?
Sólo se les ocurrió decir que se escuchó a 14 kilómetros, seguro que en las cercanas Arjona, Lopera, Cañete, Valenzuela o la Higuera... Como siempre el espectáculo, el dato demoledor, ya estarán contentos los telespectadores y estarán pensando en una explosión tan fuerte que se escucharía a 14 kilómetros, y qué más da quién saltase por los aires en la misma. Vomitaría si me encontrara con uno de los que redactan ciertas noticias, con los que sólo quieren desinformar, con los que sólo se hacen eco de lo feo, del puro espectáculo del culebrón de la política que a nadie importa. Vomitaría si los escuchara decidiendo el pequeño cuadro en el que van a poner esta noticia que sobrecogió a toda una población, con más historia que todos ellos y que todos sus lugares de nacimiento juntos. Vomitaría si tuviera que mirarles a la cara y decidir con ellos el pequeño cuadro en el que van a poner una nueva noticia curiosa, absurda, impregnando de basura su televisión o su periódico, para el espectáculo, sólo para eso...
¡Qué pena, qué culpa!, y Porcuna lloró por un trocito de su historia que saltó por los aires, un mes de junio de 2005, cuando sus vetustas columnas de vieja ciudad íbera con 3000 años de antigüedad temblaron ante el terremoto brutal causado por el fuego y la destrucción. Por la mañana se sintió, y luego ya no dejó de impactar. Es la crudeza de la vida, como cuando un albañil se cae de un andamio y muere dejando dos hijos de menos de 3 años, como cuando explota una caldera o un charcutero se corta dos dedos. Es la dureza de sacar adelante una familia, de vivir, de luchar para sobrevivir, que cada uno supera como puede. Y entonces llega el mal encarnado del diablo, en simples partículas que se detonan cual bomba atómica que no deja nada en pie. Ojalá vivan los que aún pueden contarlo, ojalá sólo sea uno el que dio la vida por sus hijos, o por sus hermanos, para que ellos puedan seguir viviendo, para que ellos puedan seguir luchando, para que nunca desaparezca del pueblo esa tradición de los coheteros.
Estás en nuestros corazones, y estarás en cada cohete que explote en la feria de Alharilla, en cada palmera, en cada “gordo” final, como el que te mató, y siempre te recordaremos. No diste tu vida en vano, eso te lo aseguro. Unos héroes más que recordar para la historia de Porcuna.
El pueblo seguirá como si nada hubiera pasado, y sin embargo en todos los corazones quedará el trocito de historia que les fue arrancado, el trocito de memoria que una semilla del mal quiso arrebatar, pero que nada podrá hacer olvidar. Gracias.
4 comentarios:
Bueno, yo ahora vivo en otro pueblo de tradición cohetera, Martos... espero que siempre siga habiendo fuegos artificiales... y que accidentes como ese no se repitan.
Pues sí, además la tradición cohetera de Porcuna viene precisamente de Martos, de donde creo que procede esa familia.
Y sí, bajo unos fuegos o bajo una luna bonita se pueden vivir momentos preciosos, ¡que sigan habiendo!
anda, q pena, como fue eso que saltó por los aires un trocito historico de porcuna? lo buscaré en google a ver, pero si que es una pena....
Bueno, digamos que cuando algo cambia en una historia, pues es un trocito de historia que cambia. En este caso, materialmente sólo saltaron por los aires un par de caseticas pirotécnicas, pero más importantes que todo eso son las pérdidas humanas, que con ellas se llevan ese pedacito...
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