Tras casi 100 posts, a veces he tenido varios "en borrador" esperando su publicación, pero nunca se ha quedado ninguno sin publicar excepto uno. Porque me da la gana, lo rescato ahora para que ya sí pueda decir que publiqué todo (total, en su momento era algo que quería enviar al mar, pues ahí va). El contexto es de hace un año o así, pero bueno, esto sigue pasando, y quizá las marcas o los deportistas cambien, pero el fondo es el mismo:
Otra vez han puesto anuncios, y otra vez está el señor de los relojes, los coches y los móviles. Ahora le ha prestado el coche a su amigo, después unos guantes imaginarios le lavan los platos, y luego sueña cómo su perro le muerde, justo antes de tirarse por un octavo piso; finalmente no le presta el reloj a su mejor amigo. Ahora ha empezado otro anuncio, es del señor de las patatas fritas y de las natillas, que quiere mucho a su madre porque le deja mancharse cuando está jugando con sus amigos, porque tiene un gran detergente. Sí, qué personas tan grandes, habría que darles el premio Nobel. Uy sí, mirad, ahora está el de la colonia, el de las zapatillas y las camisetas, el que grabó un vídeo mientras dormía, este sí que es un dios sobre todo en Asia…
¿A dónde vamos? ¿De dónde venimos? Se puede saber de dónde venimos, pero no hacia dónde vamos. ¿Qué fue de los grandes campeones?, de los verdaderos campeones, no como estos que son simples productos de supermercado, simples muñecos expuestos al antojo de la “Madre publicidad”, y a los designios de “Papá marketing”. Estos no son más que peleles que pasan la mayor parte de su tiempo sonriendo a una cámara y diciendo frases idiotas que se supone que cobrarán sentido en el manipulado cerebro de los pobres consumidores, sí, nosotros. Nos tienen comida la cabeza, y yo ya deseo comprarme ese coche, tener el reloj, el móvil, y estar sentado comiéndome las patatas fritas sin preocuparme de que se me manche la ropa deportiva porque mi madre la lavará con aquel gran detergente. ¡Qué pena!
¿Qué fue de gente como Induráin? Este no salía anuncio tras anuncio, gala tras gala, promoción tras promoción. Sólo entrenaba 8 horas diarias, corría 30.000 kilómetros o más al año, y ganaba Tours de Francia como churros. Era parco en palabras y muy bonachón. Llegaba bañado de sudor, sangre, mocos… a las cimas míticas del ciclismo. Luego descansaba un tiempo insuficiente y volvía a lo mismo al día siguiente, y así durante 10 ó 12 años de su vida hasta que no pudo más. Éste sí se esforzaba, sí lo pasaba mal aunque su rostro no lo delatara, ay; pero no era mediático… no era galáctico… no era metrosexual… esas palabras que nos hacen decir, pero que en realidad ni siquiera los que las inventaron saben lo que significan. Palabras que se refieren a futbolistas que entrenan una o dos horas diarias, que tienen muchos días de vacaciones y juegan un par de partidos de 90 minutos cada semana. ¡Qué vida tienen algunos! Palabras que se refieren a automovilistas, que conducen un coche durante cientos de kilómetros un par de veces como mucho a la semana, y a los que les basta con entrenar un poco el cuello para resistir. Esas palabras que no nombran a atletas, ciclistas, nadadores, que entrenan más de 6 horas diarias los 365 días, pero que como no venden camisetas, relojes, natillas, no interesan.
¿Y no son mucho más deportistas los segundos? Lo siento, el marketing me abruma y me tiene comido el coco también: loor a los futbolistas, a los automovilistas de moda, porque ellos son los mejores y trabajan más que nadie… Lo siento, así está el mundo, ahora no importa si trabajas o no con tal de que vendas bien tu producto…