Huele a toro muerto
Caminaba ayer por las inmediaciones de la 'Monumental de Frascuelo', allá por la ciudad de la Alhambra, en una de esas "tardes de toros para la historia" que contaban las crónicas esta mañana. Entonces comenzó a oler a eso negro que los animales suelen echar por la parte de atrás (animales humanos incluidos, claro). Lo achacamos a que podría haber sido culpa de los caballos, quizá de los propios toros, o incluso de los toreros, de esos toreros cobardes que se lo hacen en el traje de luces...
No le di más importancia al asunto. Nos tomamos unas tapas variadas, y vimos subir la marea de gente que volvía de la plaza, habiendo degustado lo que las crónicas del día siguiente llamaron "la apoteosis de dos faenas memorables". Poco después tomamos el camino de vuelta, pasando de nuevo al lado de la octogenaria plaza de toros de Granada. Entonces volvió ese olor, y alguien dijo "ahora no es de los toros, esos toros están ya en el otro mundo". Qué cruda es la vida, y cuánto puede tener encerrado una frase así. ¿A dónde van los toros, a otro mundo? ¿Quizá al cielo también? ¿Se lo merecen, ya que en el fondo no son más que unos mártires matados en un coliseo, como aquellos primitivos cristianos?
A mí la frase me hizo pensar por un momento en esos toros que ahora estaban en el otro mundo, en cómo serían, en cómo sería su familia, en cómo trotarían por su verde campo hasta que su dueño, el señor Núñez del Cuvillo, les dio vía libre para ir al patíbulo. ¿Qué culpa tenían esos toros? A mí me puso triste pensar en ellos, no sé, fue el momento. Mi alegría al menos fue cuando al llegar a casa me enteré de que Miraflores, "un burel castaño de pelo, bravo y encastado", como dijeron los cronistas, había sido indultado. ¡Bravo por el destino!, que había salvado a uno de "mis seis toritos".
Por una vez, "6 toros 6" no se fueron de cuernos al cielo, y como luego dijeron las crónicas: "Granada emocionada, conmocionada por un suceso único, irrepetible, por una tarde histórica, sin precedentes en los tiempos modernos", y yo, mientras, pensando si no sería mejor que TODOS los toros fuesen indultados al acabar las corridas. Total, al valiente joven sevillano de 21 años, Daniel Luque, le fueron contabilizadas igual en sus estadísticas las 2 orejas y el rabo que nunca le cortó a Miraflores. A su lado, José Tomás, "el maestro, el ídolo", como dicen los cronistas, hizo una de las mejores faenas de su vida como torero ya consagrado. Ojalá cuando Daniel Luque también sea un torero de fama aclamado por todos, las corridas al menos no finalicen con "6 toros 6" muertos, sino con "6 toros bravos que volvieron al toril vivitos y coleando, y 3 toreros que cortaron tantas orejas y tantos rabos como el respetable quiso darles, simbólicos todos".
Ojalá algún día, ojalá lo veamos. Mientras tanto, el arte en su máxima expresión que es el toreo para sus seguidores, y el horror de matar 6 animales cruelmente que es el toreo para los demás, no son compatibles.
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