40 años del paseo por la luna
Allí arriba, blanca, plateada, con cara curiosa. A veces más grande, más amarilla, a veces más pequeña, a veces surgiendo tenebrosa entre las nubes. A veces como un plátano, a veces como un queso, quizá como una tarta, incluso como un croissant. A veces tapándonos el sol, a veces tapada por este, a veces surcando el cielo de madrugada, otras cruzándolo por la mañana. Casi siempre con algún pequeño planeta acompañándola.
Aúlla el lobo, se ilumina el fondo del mar, haciéndola ondear por entre las olas, nace quizá el niño por su influjo, se orienta con su luz el montañero, se ven la cara los enamorados, se imagina cómo será su cara oculta el viejo astrónomo. Le cantan grandes artistas a su poderoso halo, a su belleza, a su magnetismo, los Mecano, Pink Floyd, Mike Oldfield, R.E.M, Frank Sinatra, retratándola los pintores, los primeros cineastas.
Ese es nuestro único satélite: Luna, Moon, Mond, Lune, Lluna, Ménulis, Kaa..., el que le da nombre a un día de la semana, ese que nos ilumina el cielo nocturno, ese por el que el hombre ha sentido admiración desde que es hombre (y también desde que el hombre es mujer, ahora con la nueva ley de igualdad).
Hoy hace 4o años que el trío Collins, Aldrin, Armstrong alucinó al llegar a su superficie, alunizando con ellos toda la Humanidad, dando ese gran paso en la conquista de las estrellas, haciendo alucinar a millones de espectadores ante sus televisores (tuvo que ser grandioso verlos alunizar). Hace 40 años que la Luna es más nuestra, más de andar por casa, y dentro de otros 40, seguro que algún nuevo rico disfruta de sus vacaciones en una parcelita de algún valle lunar. Hasta entonces, y hasta que otro de nosotros visite aquellos lares, aquellos mares, valles y cráteres, desde aquí abajo la veremos cada noche y seguiremos llenándonos con su magia.
¡Larga vida a La Luna!
Imagen: Wikipedia en Inglés
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