Salir fuera de la manada un rato
Esta entrada de hoy es reivindicativa: Hoy quiero reivindicar mi derecho, el derecho de todos, a salirnos fuera de la manada de borregos cuando nos plazca, por una vez al menos. Ese derecho que todo calamar debería tener para escapar de su corriente; ese derecho que todo vencejo debería poseer para dejar su bandada; que todo Vicente debería tener para no ir siempre donde va la gente; esa posibilidad de todo arenque para escapar unos minutos de su banco, etc...
Hoy quiero reflexionar sobre el porqué de nuestro comportamiento, sobre la causa de que nos adhiramos tan fácilmente a cada moda que surge en la televisión, en el facebook, en los periódicos, en el chat, en los mentideros... Obvio es que el necesario sentido de pertenencia a un grupo que los seres humanos tenemos, es seguramente la causa principal de "apuntarnos al bombardeo", de "tirarnos a un pozo si fulanito también se ha tirado", pero, ¿hasta dónde somos capaces de alienarnos perdiendo nuestra capacidad de decisión?
Evidentemente no quiero llegar al punto de discutir si el hecho de llevar zapatos, tomar leche o usar almohada responde también a una alienación y conspiración judeomasónica de los fabricantes de dichos productos, y que realmente podríamos prescindir de todo ello, y que sólo lo hacemos porque somos unos borregos más... tampoco quiero llegar a eso, ya que entonces el mero hecho de escribir con este alfabeto sería también borreguismo (pero es que no conozco otro, perdónenme). Hoy sólo reivindico nuestro derecho, mi derecho, a decidir cuándo hacer algo, cuándo seguir la moda, quizá cuando ya ni siquiera esté de moda. Quizá reivindico también esta autenticidad, esa naturalidad, ese ecologismo, o se me podría tachar de ser el típico que se las da de anárquico, hippie, transgresor o antisistema... No llego a tanto, sólo quiero tener derecho a decidir, a elegir sin presiones.
Hoy quiero que se valore más esa tranquilidad de poder ver "Buscando a Nemo", "El señor de Los Anillos" o "Psicosis" cuando me plazca, no cuando las ve todo el mundo. Tranquilidad de verlas cuando todo el mundo las ha visto ya, fuera de la vorágine, de la manada, de la corriente que a todos nos lleva y nos obliga a ver las cosas cuando realmente no queremos.
Es un gran esfuerzo mental, no lo crean. En ocasiones ha sido endiabladamente difícil abstraerse de conocer los entresijos del "Big Brother" (Gran Hermano), evitar leerse uno de los libros de Harry Potter o ver algún capítulo de "Perdidos" (Lost), pero merece la pena. Si todos lo hacen, es que será genial, muy bueno, pero... ¿y si intentas recapacitar un momento y darte cuenta si realmente es lo que quieres? ¿Y si esperas un poco y lo haces cuando en verdad te apetece, y no cuando la sociedad te obliga a hacerlo? Si después de pensar un poco, decides seguir adelante, ¡adelante!
Personalmente puedo reconocer varias cosas así que no he hecho, y que haré cuando me dé la real gana, no cuando se me obligue, ¡faltaría más! Y si por ejemplo, cuando haya cumplido los 60 años aún no me he leído el Quijote, llevaré la cabeza alta. ¡Y qué!, diré, ya tendré tiempo o no, pero me lo leeré cuando me apetezca, no cuando se cumplan los 100 años de su primera parte, los 100 años de la segunda o los 100 de la muerte de Cervantes. ¡Y qué! De verdad que se queda uno tan a gusto cuando hace lo que realmente le apetece... Probadlo un día: probad a no haceros admiradores de un grupo de facebook en el que ya están casi todos vuestros contactos, probad a no ver esa película tan anunciada y sobre cuya calidad tenéis ciertas dudas, probad a no llevar esa pulsera de moda que todos llevan y que en unos meses acabará en los cajones, probad a pensar un poco antes de seguir a la manada al fondo de cada pozo... os sentiréis vivos, únicos, desalienados, individuales, humanos.
Y entonces, sólo entonces, cuándo decidáis volver a seguir a la manada, ¡adelante!