El efecto dominó (relato breve)
Érase, que se era, una niña que no sabía caminar, y como no sabía caminar, no podía irle a su madre a la plaza; y entonces como la madre no tenía quién le fuera a la plaza, tenía que ir ella, y dejaba a la niña sola en la casa. Entonces, érase un ladrón que quería ir a robar a la casa de la niña, y entonces llamaba para intentar engañar a la niña y que abriera, cuando estaba sola; pero como la niña no sabía caminar, no podía ir a abrir la puerta, y el ladrón se quedaba con las ganas. Entonces, el ladrón se quedaba sin robar otro día más, y no podía comprar con el posible dinero robado un bote de Nesquik para sus hijos, y entonces éstos se quedaban sin desayunar leche con Nesquik, y crecían menos; y como no eran muy altos, no pudieron meterse en el cuerpo de policía, que era su ilusión de toda la vida, y como no fueron policías, quedaron dos plazas por cubrir en el cuerpo de su ciudad; y cuando otro tío que no tiene nada que ver intentó robar un banco, no había efectivos suficientes, y lo robó, y entonces todo el pueblo se quedó sin un duro, y entonces ya no hacía falta que la niña que no sabía caminar le fuera a su madre a la plaza, y tampoco tuvo que ir la madre porque no tenía dinero, y porque ya tampoco había plaza, y porque la niña ya no era tan niña; y porque el ladrón ya se había jubilado, no hacía falta que la madre tuviera miedo de dejar a su niña sola en casa, y la niña además ya había aprendido a caminar, y el mundo se convirtió en un mejor lugar para vivir.
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