Ahora que soy mayor, voy a decir lo que pienso
Esta frase me lleva rondando la cabeza un tiempo, y me vuelve a rondar machaconamente cada vez que la vuelvo a oír, siempre en boca de una persona entrada en años, superados ya los 60, y que sabe que está más cerca del fin que del principio, salvo un estadísticamente improbable récord de longevidad o descubrimiento más improbable aún de la vida eterna: "Ahora que soy mayor, puedo decir lo que pienso".
¿Será por eso que las personas mayores a veces son tan interesantes y nos abren los ojos o nos cuentan cosas que nos descubren el sentido de tantas otras...? ¿Será que los jóvenes o los maduros no nos atrevemos a decir lo que pensamos porque sabemos que podemos estar arrepintiéndonos 40-50-60 años, y eso es demasiado tiempo a cuestas con la pesada carga del error, de saber que los demás saben lo que pensamos? ¿Será por eso que las entrevistas a los personajes ancianos suelen acabar teniendo tanto jugo, tanta sustancia que extraída es un auténtico bocado de vida y a veces de cruda realidad? ¿Por qué las entrevistas a casi todos los jóvenes son tan insulsas? ¿Por eso será?
Benditos seáis abuelos, abuelas mías y vuestras, que lanzáis al viento vuestros pensamientos sin miedo, privilegiados por el tiempo que os ha dado esa virtud, ese don, esa tarjeta con el pase para poder estar al otro lado, al otro lado de la hipocresía, el buenismo y la corrección política que nos capa y nos limita a los demás.
¿Seré yo alguna vez uno de esos abuelos con lengua viperina? ¿Guardaré ahora cosas que no me atrevo a decir por miedo al qué dirán y a lamentarme durante décadas? A ver, pensemos, ¿me cae mal alguien? Lo habría dicho en este blog... ¿Y bien? Mmmm... quizá también lo habría dicho, aunque es cierto que quizá es más la vergüenza de decir algo bueno que de decir algo malo, cosas de los humanos...
Se me ocurre algo que preguntar a tantas y tantas personas mayores que conozco, o que cualquiera que lo lea podría también utilizar, preguntadles, preguntadles: "Y tú, ahora que eres mayor, ¿qué piensas decir?".
A mí, aún lejos por suerte de esa madurez, me da la sensación de que ellos sufren una regresión hacia la infancia, de algún modo, que les hace primar frente a todo la felicidad, las pequeñas cosas, las personas y sobre todo la familia, igual que cuando un niño se emociona cuando ve a su madre venir, ellos lo hacen cuando vienen a verlos sus hijos, e igual que una niña se emociona al ver salir la luna, ellos se emocionan con esa puesta de sol, que puede ser la última; e igual que un bebé es capaz de jugar con un sonajero, ellos se emocionan con el canto de un pájaro que llega a sus ventanas... es tan fácil, y tan difícil a la vez. Ellos se preocupan sobre todo por los suyos, y odian a los que saben que pueden dañarles, en el presente o en el futuro, y conocen cómo funciona todo, cómo funcionó los 70 u 80 años anteriores, experiencia suficiente para tener conocimiento de causa y que sus consejos sean tan buenos.
Hijos míos, nietos míos, no hace falta aún que digáis todo eso, yo puedo decirlo ya, porque soy mayor y todo me resbala, y tengo ese poder y esa facultad que me han dado las canas, yo hablaré por vosotros, yo diré lo que pienso, a mí ya no puede perjudicarme...
Por tantos abuelos que hablaron, por tantos que hablan, por tantos que lo haremos...
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