Enfermedades modernas, química y electricidad
Cada dos por tres sale en la televisión o en prensa, alguna noticia que nos habla de enfermedades "modernas", de esas de las que nadie había oído hablar hace 20 años; de esas que parecen haber salido de la nada, y que una vez escuchadas por primera vez parecen convertirse en verdaderas plagas, cuyos casos surgen como hongos.
Son los síndromes de tal o cuál señor inglés que los descubrió, enfermedades que provocan hipersensibilidad, males degenerativos, siglas que indican enfermedades con largos nombres y apellidos, esclerosis varias, auténticos trastornos del siglo XXI, de la modernidad, no sabemos siquiera si heredados genéticamente, y mucho menos por qué salen ahora.
Algunos podrían decir que siempre estuvieron ahí, que simplemente antes no estaba tan desarrollada la medicina, y que los síntomas se achacaban a cualquier otra cosa: si uno se quedaba paralítico por esclerosis múltiple, pues nada, es una parálisis cualquiera; si a uno le salen ronchas por todos lados y no se sabe por qué, pues nada, tiene alergia o la sangre no está en condiciones; si a uno le duele la cabeza y sufre mareos, pues nada, es que se lo está inventando... Algunos podrían decir también que en el caso de las enfermedades achacables a la edad, es porque ahora vivimos más, pero olvidan que antes también había mucha gente que llegaba a esos 70 u 80 años en los que ahora se manifiestan esas enfermedades.
Otros comentan que es culpa de nuestro modo de vida, de nuestra alimentación, de los productos y aditivos químicos que se le añaden a muchas plantas para que crezcan más sanas y bonitas, a muchos animales para que crezcan antes y más gordos, a muchos líquidos y cremas que nos echamos. También culpan a los aparatos modernos, a las ondas, a las microondas, a esos móviles, a esas antenas, a ese electromagnetismo que nos rodea. También se culpan a esas chimeneas de las fábricas, a esa combustión de gasolinas, a esas nubes tóxicas de las ciudades, a esos que incumplen sistemáticamente el protocolo de Kyoto. Además, se culpa a las empresas que no reciclan, a las que vierten productos nocivos a los ríos, a los pozos, a los acuíferos de los que luego bebemos. Todo hoy parece rodearnos de detritus, de partículas potencialmente cancerígenas que nos rodean, que respiramos, inhalamos, oímos, vemos, comemos, bebemos y tocamos, y que nos están produciendo enfermedades a gogó.
No seré yo el que me posicione en un lado u otro, pues sólo pueden llover palos. Yo, desde mi desconocimiento, veo que los agoreros hablan de un apocalipsis químico, y echan la culpa a toda esa química, sin darse cuenta de que el agua no es más que hidrógeno y oxígeno, la sal nada más que cloro y sodio, y que incluso nuestro cuerpo necesita el Cromo para vivir, a la misma vez que el Cromo en alguno de sus estados es potencialmente mortal. Es lo que tiene la química, pero no por ello ha de ser estigmatizada. El problema está en lo antinatural, en lo sintetizado sólo buscando el beneficio y no la salud, ahí sí que hay problemas.
Yo, desde mi desconocimiento, también veo a los contrarios decir que hay estudios que "demuestran" que las ondas de los móviles no son malas, a la misma vez que nos recomiendan que no llevemos el teléfono cerca de las gónadas, o que no se tenga mucho tiempo en la oreja, aunque también es cierto que es por el calor que el aparato genera. Veo a esos contrarios escandalizarse por la atención puesta en las microondas, o en los transgénicos, o en tantas y tantas cosas, que como si se tratase de individuos con autoridad moral para ello, intentan ridiculizar, como si ellos tuviesen la razón y los otros no.
Yo, recuerdo que hace años el aceite de oliva era malo, y que ahora es oro líquido. Cosas que pasan. También sé que ahora mismo no podemos saber exactamente si los smartphones que todos usan, son malos, pues nadie lleva aún 40 años usando teléfono móvil de ese tipo, como sí hay fumadores que llevan ese tiempo y eso les ha causado la muerte o un cáncer de campeonato. Yo no lo sé, pero algo ahí, y eso nadie me lo puede negar.
De ahí a que haya gente electrosensible viviendo con un traje de plata, pues no sé, algo de cuento también hay en muchos casos. Vagos funcionarios que se cogen la baja por un mareíllo, esos hay cientos, que consiguen que los médicos miren con lupa cualquier síntoma, por si no se trata de un invento más. Pero vamos, por poner un ejemplo, antes nadie había oído hablar del ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), y de pronto los futbolistas italianos y los habitantes de la isla de Guam comenzaron a padecer cierto síndrome así etiquetado (algo lo provoca, por tanto, que tiene que ver con el ambiente externo a la persona), ni de muchas otras enfermedades modernas, antes todas unas desconocidas, y ahora dando diariamente nuevos casos que tener en cuenta.
En fin, como conclusión: ni es todo verdad, ni es todo mentira. Algo hay, y por eso hay que investigar, parece mentira que haya gente tan escéptica a propósito. Quizá lo que les pasa es que no tienen cerca ningún paciente, habría que verlo entonces. Y por supuesto, por cuatro aprovechados que no tienen más que cuento, pagan justos por pecadores. Como solución a todo, está claro, investigación, i+D+i, ¡gracias a nuestros gobernantes, cada vez hay menos de eso!, lástima que sean así y sólo miren su bolsillo.
Para todos, pacientes de verdad y no cuentistas, cuidadores sufridores, médicos que luego dan la baja, investigadores que tanto hacen, asociados de asociaciones que comienzan con tantas trabas, simpatizantes o simples colaboradores: Gracias y seguid así, tantos y tantos os necesitan, y tantos y tantos tienen tanto que agradecer...
PC: En cualquier caso, y sea como sea, ¡Feliz séptimo cumpleaños capicúa, Mamá!
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