Mamá Tomasa y familia
Tomasa Rincón Ruano nació a primeros de los años 30 del siglo XIX en Porcuna (Jaén), en el seno de una familia humilde. Sus padres: José Rincón, de profesión jornalero, y María Tremedal Ruano, llegaron a tener al menos 7 hijos, de los que sobrevivieron varias niñas más allá de la edad infantil.
Durante su vida vio multiplicarse por dos la población de Porcuna, hasta los 12000 habitantes, en una época de gran natalidad y descenso paulatino de la mortalidad, además de un buen desarrollo económico, lo que convirtió al pueblo en un lugar próspero al que muchos comenzaron a emigrar.
Al igual que sus hermanas, se casó, en el año 1857 con Benito Moreno Santiago en la Parroquia de Santa María de la Asunción de Porcuna (la que había en el lugar de la Parroquia actual). Juntos tuvieron 6 hijos (la primera de ellas, Juana, era la madre de mi bisabuela).
Tomasa Rincón Ruano, hace 100 años
A estas alturas he de decir que Tomasa era la abuela de la abuela de mi madre, y que su consuegra (suegra de su hija mayor Juana), Ana María de la Candelaria Barrera Glamón nació el mismo día que mi madre, aunque 106 años antes... Como curiosidad: el abuelo de Ana María era francés y su padre de Santa María de Arnuide (Orense), emigrado a Porcuna en la misma época y desde el mismo lugar que lo hicieron los antepasados del luego alcalde Juan de Mata Dacosta.
No se sabe demasiado de la vida cotidiana de Tomasa, pues las personas que podrían contarnos algo vivido con ella ya no están en este mundo, pero dada su larga existencia sí es cierto que aún queda gente que ha oído hablar de ella. Una de las pocas anécdotas que he podido recabar es que las 'Gallicas' nacidas a mediados del siglo XIX decían que era una gran cocinera. Mi madre siempre me la refirió como "Mama Tomasa", como luego su hija fue "Mama Juana", y sus nietas "Mama Sión" o "Mama Nina". Lo lógico es que no hiciera nada demasiado diferente de las mujeres de su época, por lo que quizá nada extraordinario tendríamos que comentar, salvo algo que creo más importante que todo esto: muchos habitantes actuales de Porcuna descienden de esta mujer, incluido yo y mi familia, claro.
Juana Moreno, hija de Tomasa, hace casi 100 años.
Por ejemplo, su hija Juana Moreno se casó dos veces. Con Manuel Pérez Barrera tuvo a mi bisabuela Concepción Pérez, casada con Manuel Herrera, de la familia de los confiteros del pueblo y tío de las originales 'Vírgenes del Infierno', y a Amparo Pérez. Por desgracia su marido murió muy joven, cuando ella tenía sólo 26 años, por lo que luego contrajo matrimonio con Manuel Mellado Navas (curiosamente primo de mi bisabuelo Navas), también viudo, con el que tuvo dos hijos: Carolina Mellado, de la que en Porcuna aún nos queda su hijo Antonio; y Manuel Mellado, que emigró a Buenos Aires, y de cuya familia no tenemos más referencias salvo que su hija argentina se llama María Esther Mellado.
Mi bisabuela Concepción Pérez Moreno
Curiosamente, dos de las nietas y gran parte de los bisnietos de Tomasa han heredado la longevidad de su abuela: por ejemplo, su nieta Concepción Pérez vivió 92 años, y Carolina 85. Además, su nieta Juana, hermana de mi abuela también vivió más de 90 (a esta sí la conocí en su piso de Madrid hace más de 20 años). Además, muchos de los hijos de Amparo y la mayoría de los de Carolina han llegado o superado los 80 ampliamente (por suerte, alguno como Antonio Ramírez, al que desde aquí agradezco que hiciera memoria sobre Mama Tomasa, aún sigue con nosotros para deleitarnos con sus recuerdos, y espero que por mucho tiempo).
Carolina Mellado Moreno ("La Chacha Carolina"), hermana de mi bisabuela
Porcuneros y emigrados con apellidos como Ramírez, Herrera, Herrador, Millán o Pérez llevan sus genes, que comenzaron a esparcirse ya hace más de 150 años.
Este es un simple homenaje a una mujer sencilla, como tantas que ha habido, que hubo, que hay, que habrá, y gracias a la cual muchos estamos aquí, gracias a ella y a tantas otras que vinieron después. En mi caso y siguiendo la línea femenina: Tomasa, Juana, Concepción, Celia, Iluminada... Para todas ellas este homenaje también.
Y como todas las vidas, la de Tomasa llegó a su fin. Murió el 2 de agosto de 1920 a los 88 longevos años, y hoy, 94 años después, cuando ni siquiera se encuentra ya en el cementerio para ir a visitarla, y tan solo los legajos del Archivo Parroquial o algunas fotos dan testimonio de su existencia, quién le iba a decir que el tataranieto de su hija Juana le iba a recordar en un sencillo homenaje... ¡Si es que la vida da tantas vueltas!
¡Por todas ellas, difuntas nuestras, gracias!
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