Burbujas, crisis, brotes verdes, desaceleración, inflación, deflacción, crack, caídas, ganancias, pérdidas, boom, impuestos, números rojos, quiebra...
Todas esas son palabras tristes y feas, grises (salvo los brotes verdes, que como su nombre indica son verdes), económicas, matemáticas, que suenan a aburridas, a hombres enchaquetados de negocios, a humanos alienados que sólo piensan en sumar números, en seguir ganando y ganando a costa de lo sostenible, por supuesto a costa de sus propios descendientes, a costa de su propio ser que exprimen sin cesar, a costa de su propia existencia.
Todas esas palabras forman parte de un todo que nos ha llevado a la deriva, que ha llevado a la deriva a nuestra sociedad que crecía y crecía de forma exagerada y desorbitada desde finales del siglo XIX, geométricamente, en una curva que obligaba a poner un folio más encima de la gráfica para poder seguir subiendo...
Esas palabras, esa forma de ser, de entender el mundo nos ha llevado a explotar la burbuja, pero tantas y tantas burbujas surgen que no somos capaces de verlas, y nos explotan al final todas en la cara, porque si algo tienen las burbujas es que explotan.
¿Por qué queremos siempre crecer a toda costa?
¿Por qué todas las empresas ponen todos los años un objetivo de superar al año anterior, por qué no ponernos como objetivo igualar el año pasado?
Sería algo sencillo, si la empresa la montamos y va bien con 1000, pues el año que vienen intentamos tener 2000, eso es humano, y lógico, pero si luego pasamos a 4000, después a 8000 y el quinto año nos plantamos en 15000, estaremos como unas castañuelas, porque cada año nuestro crecimiento es del 100%, pero... ¿y si los siguientes 3 años sólo crecemos un 20% cada año? (por consiguiente aumentamos a 18000, 22000 y 26000)... pues entonces habrá reuniones de gerifaltes y rodarán cabezas, porque la empresa que crecía un 100% durante 5 años lleva creciendo a ritmo de 20% desde hace 3, y eso no puede ser...
De hecho, la empresa del ejemplo crece en los siguientes 3 años sólo a ritmo de 10%, pasando a 29000, 32000 y 35000, y siguen cayendo cabezas hasta que se dan cuenta que el objetivo es imposible, y cuando se mantienen 3 años en 35000 piensan en cerrar, se endeudan más y más y quiebran, por no ser capaces de entender que quizá manteniendo todos los años el mismo objetivo sí que podían ser eficientes y comer todos, pero no... los Goblins queremos más...
Otro ejemplo es el de los objetivos de los comerciales. Tú entras a una empresa, y los primeros 2-3 meses te piden vender 2000 euros, a lo que no llegas. Luego poco a poco aprendes y ya eres capaz de vender 5000 el 4º mes, así que te ponen 5000 como objetivo. Después el 7º mes consigues vender 8000, así que te suben el objetivo a 10000 para el siguiente mes, cosa que cumples. Sin darte cuenta a los 18 meses de estar en la empresa estás vendiendo 14000 euros con un objetivo de 14000 euros, y al mes siguiente no llegas... y al siguiente tampoco... y tras 3 meses vendiendo 12000 euros con un objetivo de 14000 te vas a la calle... Así de simple... porque las empresas siempre quieren seguir creciendo... así de crudo.
¿Por qué no somos capaces de ponernos un tope? ¿Va realmente en nuestro ADN el crecimiento?
¿Por qué la lechera quería vender la leche para comprar huevos, y luego gallinas, luego un lechón, luego un yate en Marbella? ¿Por qué no se conformó con la maravillosa vida que tendría con las gallinas, para qué el lechón?
En fin, nunca lo entenderé, yo no soy así, al menos no siempre. Hemos de saber ponernos ese tope a partir del cuál ya no somos capaces de manejar algo, a partir del cuál no hay retorno y la burbuja explotará y explotará, y decenas de burbujas caerán con ella como pinchadas por las uñas afiladas de un gatito que quiere jugar con ellas sin conocimientos de física...
Otro ejemplo archiconocido es el de ese equipo deportivo de "provincias" al que un año le van las cosas bien y logra el ascenso a segunda división, y comienzan a volverse locos fichando a diestro y siniestro hasta que suben a primera... y entonces aun sabiendo que ya están 2 categorías por encima de sus posibilidades, fichan y fichan intentando clasificarse para Europa, sí, doblegando a equipos de ciudades que las triplican en habitantes... Un buen año resulta que hay que pagar los salarios de los jugadores y los plazos de los fichajes realizados, y entonces no hay dinero, no lo hay... el equipo era una burbuja, que acaba explotada por hacienda, dando con las ilusiones de tantos en el pozo de la desaparición... por no haber sabido mantenerse dentro de sus posibilidades.
Es el ser humano, es su ADN, simplemente, somos unos inconformistas y olemos la sangre y vamos a por ella como tiburones. Si tenemos un negocio en un pueblo y hay otros 2 que nos hacen la competencia (aun siendo más pequeños), vamos a por ellos y nos los comemos, claro que sí, inconformistas que lo queremos todo, cuando podríamos estar viviendo en armonía y comiendo todos. Igual pasa con las grandes empresas y monopolios creados, que no son capaces de convivir con el miedo a la competencia, y con la falsa excusa del crecimiento, acaban con el tejido empresarial, con la riqueza, con la variedad y la diversidad, que son buenas. Burbujas varias que nadie dejó de inflar y que explotaron cual chicles pegajosos llenando de porquería lo que antaño fue una patena, un pompero con burbujitas preciosas y pequeñitas que los humanos por nuestro afán convertimos en monstruos, porque nosotros somos máquinas, robots, que sólo queremos crecer a toda costa, a costa de nosotros mismos.