Enseñándole a jugar...
Hace un mes o así prometí a una amiga que le enseñaría a jugar a un juego que desde siempre me ha gustado... Al fin, me la llevé a mi casa y entramos en mi cuarto; ella se sentó en la cama muy ilusionada con aprender, y comenzamos la lección:
Ella- ¿Pongo esto aquí encima?
Yo- Sí, ¡Uf, ahora mismo no recuerdo dónde va cada cosa!
Ella- Ah sí, ya, es la falta de práctica...
Yo- ¡Vale!, ¡ya!, lo blanco va a la derecha. Ve sacándolas, yo cogeré lo mío. Mira, esa va ahí, y...
[...poco después...]
Yo- Estas dos tuyas las tienes que poner así, para adelante, ¿vale?...
Ella- ¿Y esta grande?
Yo- Ah, esa en el centro, pero en su color, y la tuya también, en su color.
Ella- Nene, ¿esto cómo se mueve?
Yo- Ah, pues siempre hacia delante, un pasito, pero para comerme tienes que hacerlo en diagonal.
Ella- ¡Qué raro se come eso...!
Yo- Bueno sí, pero cuando lo haces una vez, te acostumbras. También sé hacerlo al paso, pero aún es pronto para enseñarte...
[...poco después...]
Ella- ¡Ésta!, ¿cómo me dijiste?
Yo- Ah, pues la mueves de arriba a abajo, o de abajo a arriba, todo lo que quieras... también de derecha a izquierda...
Más o menos se enteró rápido de cómo iba todo, y aunque era su primera vez, comenzamos a jugar. No quise ser muy duro al principio, y sólo movía mis piezas; ella lo hacía muy bien y la verdad es que estuve casi media hora sin comerle nada...
Ella- ¿No puedes conmigo, eh?
Yo- De momento no te puedo comer, pero ya mismo te voy a meter el alfil por ese hueco y verás...
Yo- Como se entere la gente de que he estado casi una hora contigo en mi habitación sin comerte nada, no sé qué van a pensar...
Al poco rato empezamos a comernos, y ya no paramos...
Tras una hora, teníamos que irnos y lo dejamos. Sólo le llevaba un peón de distancia...
Pilar ya sabía jugar al ajedrez y estaba preparada para todo. Me encantó ser su maestro en su primera vez.
Cuando contamos en clase lo que habíamos estado haciendo, la gente nos miraba raro... ¿por qué sería?
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