A dónde irán los puñetazos que guardamos, que no damos...
Qué suerte tienes, qué suerte tienes cuando te has dado cuenta a tiempo, cuando has sido un verdadero témpano de hielo, cuando querían sacarte de tus casillas y no pudieron. Qué suerte de poder estar sentado tranquilamente en tu sillón, riéndote de la realidad, riéndote de la situación. Qué gusto el saber que no has hecho algo de lo que te hubieras podido arrepentir, algo de lo que en el fondo no te arrepentirías; pero que nunca sabes si mucho tiempo después catalogarías como un error.
Qué suerte haberte dado cuenta de lo que querías a una persona, cuando alguien se metió con ella, cuando alguien la quiso ridiculizar ante ti y no querías en ese momento más que hundirlo, más que pulverizarlo contra algún muro; qué suerte que ni siquiera moviste un músculo cuando eso pasó, que ni siquiera tuviste que contar hasta tres, que ni siquiera respiraste para tranquilizarte. Qué suerte que simplemente retrocediste con tranquilidad, dándote ya cuenta de que la ira se extendía por tus venas, pero sabiéndote superior a ella; sabiendo que no iba a poder contigo, para acabar por explotar.
Qué suerte saber que incluso matarías por ella, y saber a la vez que no eres capaz de matar una mosca. Qué suerte darte cuenta a tiempo que las palabras son simples sonidos emitidos por gargantas humanas, comprendidos por imitación y repetición de años. Saber que no valen lo que muchos creen, que realmente sí hacen más daño palos y piedras en la piel que simples palabras que se lleva el viento; bueno, en el momento hacen más daño los palos y piedras, aunque cierto es que cuando algo así se dice queriendo ser malo, puede hacer mucho más daño a largo plazo.
Nada dura tan eternamente como el rumor que deja un beso, pero una mala palabra dicha a conciencia puede convivir con él, casi para siempre.
Qué suerte tienes de poder aprender del error antes de cometerlo, y qué ganas seguirías teniendo ahora de pulverizar a esa "sabandija asquerosa", pero no lo hiciste...
¡Enhorabuena pequeño!, ahora ya eres un ser humano...