Hace casi 80 años, y no aprendemos.
Hace ya casi 80 años, entre hermanos. Las mismas caras, las mismas calles, pero distintas miradas, odio quizá, dentro. Espíritus corrompidos, virus inoculado, maldad que no existía pero que estaba ahí, tan latente. Matándonos como hermanos, sí. Mientras los que mandaban se reían para sí, los unos y los otros, de uno y otro lado.
Mientras, familias rotas, emigración, desesperacion, exilio. Caras que no volverán a verse, que el paso del tiempo borrará. Corazones rojos y amarillos que serán franceses o mejicanos. Gente que vuelve la cara, que recomienda no hablar al que tiempo atrás fue buen vecino. Gente vulgar, gente mala, gente irreconocible.
Familias que no volverán a juntarse, lotería que le toca a unos, pero también a otros. Quizá el maestro, quizá el carnicero, quizá el charlatán, quizá el alguacil, quizá el escritor, el poeta, el mariquita del pueblo, el tonto la pija, el bobalicón, la mujer del afilador, esposa de hombre que fue recto y ahora infecto.
Letrillas, música, consignas, himnos, banderas, sellos y pintadas. Insultos entre primos hermanos, amigos que ya no lo son tanto, escoria en las calles, sangre. Corazones vendidos, almas cambiadas de chaqueta, sangre. Pistola, fusil, da igual, paredes, sangre. Horror, truenos, centellas, metralla que estalla, sangre.
Hace casi 80 años, madres llorando, refugios, aviones, balas silbando. Quedan restos, bombas que no explotaron, trincheras atrincheradas ante la pena de ver su propia tierra quemada. Ojos que no volverán a ver la vida con simpatía, que no encontrarán la bondad, la razón. Ojos que nunca olvidarán y que verán cataratas para siempre.
No somos hijos de aquellos, nietos. No somos rivales, hermanos, no lo somos. No sois herederos de nada, hermanos, no lo sois. No os debéis nada, no tenéis que dar explicaciones, hermanos, no tenéis, no debéis. Sólo mirad adelante, no olvidéis, no repitáis, pero no os odiéis por cosas que pasaron mucho antes de que nacierais.
Sangre, sudor, lágrimas, saliva, más sangre. Huérfanos y huerfanitas, ancianas sin hijos que parieron más de una docena, que criaron más de media y que ahora no tienen quien les llore. Trillizos que ahora ya son uno. Equipos de fútbol que sólo darían para voley-playa. Cuadrillas que no podrían levantar ya ni un ataúd amigo.
Sangre, patas para un banco, tres pies al gato, conclusiones fáciles. Estamos aquí dos días, para qué pelearnos. Para el futuro mejor, qué futuro mejor, ¿nuestros hijos?, ¿sin padres, sin hermanos, ese es el futuro que les procuramos? Un sinsentido, amigos, una soberana tontería, una verdad de perogrullo, un error morrocotudo.
No digo más, han pasado casi 80 años, los padres de la mayoría no habían nacido, vosotros no estabais ni pensados aún, por lo que para nada os deben nada, para nada estáis agraviados, para nada existen ya dos bandos, para nada existen los nuestros, los tuyos, los vuestros, camaradas o compañeros.
Mucho dolor, sí, para matarlos a todos, para quemarlos vivos, para hacerles sufrir, para meterles astillas bajo las uñas, para colgarlos bocaabajo hasta que su cuerpo diga basta, para meterlos en agua hirviendo hasta que se diluyan. Pero no, no es la solución, todos esos ya no están. No tiene sentido devolvérselas a sus herederos porque la maldad no se tiene por qué heredar.
Olvidad, no perdonéis, olvidad para que no se repita, no perdonéis cristianamente al que no se lo merece, que ya tendrá su juicio cuando sea. No perdonéis a ninguno, y tenedlos siempre presente en vuestro odio, pero olvidad, y haced cuenta nueva, no tiene sentido vengar a un asesinado matando a los nietos del asesino.
Hacedme caso, respirad, contad hasta tres, soltad el aire y decid para vosotros: Han pasado casi 80 años, y no aprendemos...
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