De un tiempo a esta parte nos hemos vuelto completamente locos con las fotografías. Sí, desde hace unos 5 años todos los nuevos teléfonos móviles "inteligentes" (cada vez crece más el porcentaje de móviles que son más inteligentes que sus dueños) llevan una cámara de fotos con mejores prestaciones que cualquier cámara normal de hace 10 años, y eso es un problema...
El problema es que todo hijo de vecino tiene a mano una cámara fotográfica en todo momento, y eso, unido a la irrefrenable pulsión que todos tenemos para captar el mundo, lo que pasa cada día ante nosotros, no sea que el Alzheimer borre todo más adelante, nos convierte en unos seres inanimados que sólo viven para inmortalizar momentos que luego vivirán de verdad mirando la pantalla de un ordenador o una presentación de diapositivas en la televisión. No, ya no vivimos el momento, ahora hacemos la foto o grabamos un vídeo, y ya lo viviremos al llegar a casa.
Ojo, yo soy el primero que cuando veo algo realmente inaudito o impresionante siento el deseo y casi la obligación de hacerle una foto, porque "eso merece una foto", pero quizá sí soy aún de los pocos que soy capaz de aguantarme un rato sin sacar el móvil, y hacer 2-3 fotos y guardarlo hasta otro momento extasiante... Como sugerencia en estos casos, yo propondía pasar 2 veces por el mismo sitio, la primera viviéndolo, y la segunda para hacerle fotos para inmortalizar el momento. Seguro que hacíamos muchas menos y recordábamos mucho mejor todo...
La mayoría no puede... ejemplos hay muchos, algunos inconmensurables:
-El paradigma actual sería el de una fotografía que fue viral hace poco tiempo, en el que se ve a decenas de personas como espectadores de algo que pasa en la calle. Todos están con sus teléfonos móviles, mirando la vida a través de ellos, como desesperados por captar la vida lo mejor posible con esas pantallas. Mientras, una anciana es la única que no tiene móvil, y es la que realmente mejor está captando la vida, a través de sus ojos, las mejores "pantallas" que uno puede tener.
-Yo he visto llegar una procesión de Semana Santa y de pronto a unas 40-50 personas coger los móviles como si se tratase de Billy el Niño con sus pistolas, para intentar captar el momento, mientras los pobres que simplemente queríamos vivirlo, nos tenemos que conformar con ver una nube de teléfonos que torpemente y con escasa calidad intentan captar las mejores imágenes posibles, imágenes basura que seguramente no volverán a ver...
-Es habitual también hoy en día llegar a un concierto y que en las filas de delante dos o tres individuos de escasa empatía saquen 3 pedazos de tablets y se pongan a grabar el concierto entero, delante de ti. Lo triste es que esas personas parecen haber ido al concierto a grabarlo, para luego ya verlo tranquilamente en su casa, donde no pueden saltar, bailar, donde no sudarán, donde se pierden todos los matices de un verdadero concierto... allá ellos. Lo triste es que con ese pedazo de tablets al final consigue que yo mismo mire el concierto a través de ellas, para poder al menos ver algo...
-También es muy común que los padres corran a grabar con el móvil los primeros pasos de sus hijos, o cuando dicen "Papá", "Mamá" o "Urruticoechea" por primera vez. Olé por ellos, serán padres que luego podrán revivir ese momento miles de veces al ver la grabación, pero también serán padres que se habrán perdido para siempre ese momento. Sí, lo vivirán cuanto quieran al 50%, miles de veces, pero yo prefiero vivirlo una vez al 100% y no poder revivirlo que vivirlo miles de veces al 50%, chicos, no es lo mismo. Si algún niño pudiera hablar, diría: "Papis, dejad de una vez el jodido teléfono y hacedme caso, ¡que estoy empezando a andar, leñe!"
-Sin duda que todos habréis escuchado al típico turista-guiri-hispano decir algo como: "yo lo grabo y luego ya lo veo en casa y lo disfruto igual", equivocándose rematadamente, pues ni la Catedral de Burgos se ve igual en una pequeña o gran pantalla (necesitaríamos una pantalla de 200 metros mínimo para verla igual), ni una fotografía multimegapixelada le hace justicia a un amanecer desde Ibiza, un atardecer en Sanlúcar de Barrameda o a la pringá de un cocido maragato. Sí, luego los ves y te falta algo, y los enseñas a la gente y no puedes más que decirles "la verdad es que la foto no muestra lo que es, no le hace justicia". ¡Pues eso, chicos!, vividlo, y luego contadlo, y exagerad diciendo lo que queráis, pues al mostrarlo en una foto siempre parecerán menos. ¿Y si no lo habéis captado bien con vuestros ojos y vivido la sensación real que deberíais haber vivido, cómo esperáis hacerlo ahora con una fotografía que no le llega ni a la suela del zapato a la realidad?
-Como ejemplo personal, recuerdo que el año pasado estuvimos en las impresionantes cascadas de Tobera, junto al precioso pueblo de Frías, cascadas con las que alucinamos, cascadas junto a las que nos sentamos, cascadas con las que nos mojaron, que nos salpicaron, cascadas que extasiaban los sentidos con su ruido ensordecedor y celestial a la vez, cascadas que te transportaban a otro lugar si cerrabas los ojos, cascadas que daban miedo y paz a la vez... Esas cascadas que uno quiere empaquetar y meter en la mochila para llevárselas a casa, pero que es imposible. Yo recuerdo haberlas sentido y vivido al 100%, eso que me llevo, pero como "merecían una foto", intenté hacérsela, para inmortalizarlas, para llevármelas, aun sabiendo que no podía, que era imposible. Incluso con la mejor cámara del mundo lo es. A continuación veis una de las fotos que hice, ¿creéis que hubiera sido mejor hacer muchas más fotos y no vivir la cascada, el momento? ¿Creéis que ahora estaría orgulloso de ver las fotos para poder sentirla de verdad? ¿Creéis que debería haberme dado dos buenas tortas si en ese momento hubiera preferido coger la cámara antes que vivir la vida? Yo sí.
-Para terminar con los ejemplos, aunque ya he hablado antes de un cocido, insisto. ¿Hacer fotos a comida? Hijos, disfrutad la comida, miradla, remiradla, oledla, paladeadla, no perdáis el tiempo inmortalizándola, pues horas después todas se convierten en lo mismo... Eso sí, hacer una fotillo a un grupo de pinchos como estos de San Sebastián, antes de ponerse las botas, es casi obligatorio...
Ojo, que también es verdad que antes de los teléfonos móviles, ya existían las cámaras fotográficas, pero se usaban con más cuidado, pues valía dinero revelar los carretes, y al fin y al cabo uno ya las llevaba cuando iba a ver un gran acontecimiento único, y expresamente. Hoy en día es distinto, pues cualquier tontería ocurrida en la calle es susceptible de ser captada por algún lumbreras.
Ahora, lo que sí pienso es que las generaciones venideras estarán muy contentas de poder revisar todo ese material que hemos ido creando, eso sí, nosotros ya no estaremos ahí para verlo, para disfrutarlo, y ése es el problema, nos habremos perdido grandes momentos, grandes sensaciones, simplemente por haber querido inmortalizarlos para verlos más adelante, cuando si lo pensamos bien, ¡en la Wikipedia ya hay una foto mucho mejor de la Catedral de Colonia!, con mejor ángulo, mejor luz y más nítida que la que nosotros hayamos podido hacer. Que sí, que la foto borrosa, mal encuadrada sobreexpuesta que hemos hecho, la hemos hecho nosotros, que eso es lo importante, pero... a la larga te digo yo que no compensa haber hecho tú una foto a una catedral, mientras te estás perdiendo sensaciones, momentos, irrepetibles...
Lo dicho, no digas: "no da tiempo, ahora hago una foto y luego ya lo veo", porque como dice Manolo García: "todo es ahora", mañana quizá sea demasiado tarde, mañana la foto quizá no haga justicia a un momento que pudo ser maravilloso y que ahora perdiste para siempre.