31 enero, 2020

Huída hacia adelante, el progreso

2020 ya, y todo en nuestra sociedad da la sensación de huída hacia adelante, de seguir buscando la evolución, el crecimiento a toda cosa que a todos nos da endorfinas y nos hace creer dioses, grandiosos gestores, exitosas generaciones o juiciosas promociones, todas dignas de merecer pasar a la posteridad por nuestra extraordinaria manera de manejar el mundo, todas dignas de pasar a la posteridad como las que no supieron parar el tren que iba a toda velocidad por una vía que no continuaba mucho más allá, cientos de metros más allá.

Es normal que en siglos pasados el ser humano se emocionase con el progreso, con los avances, que se volviera loco pensando en todo lo que estaba mejorando y quedaba por mejorar, cayese quien cayese, arrasáramos lo que arrasáramos. Pero hoy no, hoy sabemos mucho más y somos tan ilustrados que creemos que todo el conocimiento está en internet, y lo está, y a la vez somos tan tontos de no saber utilizarlo, porque el conocimiento actual, que se duplica año tras año, es un arma demasiado grande en manos de simples seres humanos, que son exactamente lo mismo que hace 10.000 años atrás, pero abrumados por toda esta nube de conocimiento que no nos deja pensar, que es inmanejable para gente que sólo vive unas decenas de años.

Y así, huímos hacia adelante en el primer mundo mientras el tercero y el cuarto se nos mueren, mientras piden ayuda y emigran hacia el nuestro recibiendo la patada después. Y mientras gente que no lo merece es inmensamente rica, otros simplemente sobreviven, en un mundo totalmente desigual con el que es difícil acabar. ¿Para cuando una cura para la ambición humana? ¿Para cuándo un gestor que no repita machaconamente el credo del "crecimiento"? ¿Para cuándo un portavoz que se congratule de que este año tenemos un "crecimiento cero"?  Ni subo ni bajo, sigo perfectamente instalado en mi bienestar, en mi normalidad, sea cual sea.



Sí, nos volvemos locos corriendo como pollos sin cabeza mientras dejamos olvidado lo importante, quizá pensando que nos quedan unos pocos años de vida, 90 ó 100 como mucho, y así seguimos sin pensar en los que vengan detrás, quizá porque sabemos que al final no estaremos ahí y dará igual, quizá porque sabemos que el fin está cerca y ya no merece la pena nuestro esfuerzo por ser ya inútil, quizá porque maricón el último y el último que apague la luz.

Y nos lanzamos como locos ya sea a una espiral de progreso o a una de ecología y veganismo, ya sea fabricando más y más armas, ya sea plantando más y más soja para alimentar a monstruosas vacas que luego nos comemos, ya sea llenando todo lugar soleado de placas solares y comiendo nada más que cosas de proximidad, ya sea educando a nuestros niños con métodos revolucionarios al modo "Un mundo feliz", nos lanzamos como locos hacia donde nos envían los que de verdad mandan, porque como siempre, a ellos eso les beneficia, a ellos siempre todo les beneficia, salvo el verdadero reparto de los recursos y los beneficios de los medios de producción, de la tierra, lo de siempre.

¿Para cuándo un impuesto del 90% a los que ganen más de 1000 millones, del 80% a los que ganen más de 100 millones, del 70% a los que ganen más de 10 millones y del 60 para los que ganen más de 1 millón? 
Así se repartiría de verdad la riqueza generada, y seguiríamos con un 50% para los de 100.000, y a partir de ahí, bajando de 20.000 en 20.000, (40% - 80mil, 30% - 60mil, 20% - 40mil, 10%-20mil), de forma que todo el que gane menos de 20.000 quede exento de pagar impuestos.

Ideas son que lo cambiarían todo, pero los que de verdad mandan no quieren, y los que se las dan de socialistas o luchadores por las clases medias y bajas no quieren porque ellos también se han institucionalizado y ganan tanto o más que aquellos ricos a los que odiaban.

Y así, peleándonos entre nosotros por tonterías, seguimos a la deriva, haciendo más o menos lo mismo que antes, viendo nuestros telediarios, el tiempo, la telebasura, y ahora atontándonos con los móviles, porque ya ni siquiera leemos, y preocupándonos por sacar tiempo para hacer deporte para alargar la vida un par de insignificantes años más viviendo en una residencia triste lejos de los nuestros, mientras que todo ese tiempo de entrenamiento podríamos haberlo pasado en la juventud con nuestros hijos. Paradojas de la vida en la que nos han metido, en la que nos convence de todo lo que ellos quieran, como paganinis pagafantas que somos y donde estamos metidos todos hasta el que les habla.

Huímos hacia adelante, manteniendo exactamente nuestro nivel de vida capitalista hasta el último día, justo el día anterior al crack que ya conocemos con exactitud, todos seguiremos como si nada nuestra vida, porque, ¿y si nunca nos morimos, y si nunca se va todo al garete? Y así, yendo siempre hacia adelante, siempre creciendo, siempre pensando en más, y más y más, caiga quien caiga, hasta que un día el tren llegue al final de la vía, y nos peguemos el guarrazo padre...

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