26 junio, 2011

El pueblo que intentó cambiar el mundo, y que aún no terminó

Todo comenzó un 15 de mayo de 2011, en una inadvertida manifestación a la que nadie prestó atención y de la que casi nadie se enteró. Unos jóvenes indignados porque sus gobernantes son unos ladrones, vagos, maleantes, ineptos, manipuladores, prevaricadores, sobornadores, oligarcas, abrazafarolas, meapilas e hipócritas se lanzan a la calle para intentar que el sistema cambie, cada uno desde sus ideales, más a la derecha o a la izquierda (aunque hablar de derechas o de izquierdas hoy en día es no tener ni idea de cómo funciona el asunto y más mentir que otra cosa).



Al final de la manifestación, algunos deciden quedarse en las plazas de cada una de las ciudades españolas, encarnando el corazón de todas, aquella vieja plaza kilómetro cero de Sol. Les comenzaron a llamar 'los acampados', o 'los indignados', pero sin prestarles demasiada atención. Luego, comenzaron las asambleas populares, esencia pura del poder del pueblo, de su soberanía incorruptible por un sistema putrefacto, de seres humanos intentando funcionar mejor, correctamente, al contrario de como los viles e infectos seres a los que el sistema mantiene con privilegios anacrónicos les hacen funcionar: como "mercancía"





Sí, toma la palabra el pueblo en el Ágora, en la plaza del pueblo, coge el megáfono la anciana republicana, el hippie okupa, el estudiante de Derecho y ADE, el informático, la novia del eterno parado, la becaria precaria, el padre de 3 hijos con trabajo, el político de izquierdas, el de derechas, yo, y tú también. Tomamos la palabra, y decidimos votar en asamblea cada detalle, incluso el propio hecho de votar en asamblea si se vota en asamblea. Se establecen unos mínimos a cumplir por todos, y se empieza a elaborar un amplio catálogo de peticiones, de requerimientos, de simples asas a las que agarrarse para cambiar el mundo, nuestro mundo. Sí, los jóvenes españoles, durante esos días por primera vez en nuestras vidas estábamos intentando cambiar el mundo.



Luego, fue pasando el tiempo, demasiadas asambleas quizá, todos los días era demasiado, pero el espíritu no decayó y se extendió a la Universidad, a los barrios, a toda España, no ya en ciudades sino en pueblos. Mientras, los perroflautas seguían acampados junto a los “normales”, siendo grandes mantenedores del movimiento, con sus perros y con sus flautas traveseras intentando con ellas atraer a las ratas que malgobiernan en el parlamento, a las que especulan desde los bancos, a las que se reparten el pastel, para encerrarlas para siempre en lo más hondo y olvidado de una historia que jamás debió suceder.

15M se llamó el movimiento, por aquel 15 de mayo de la primera manifestación, como si el espíritu de aquel mayo del 68 de los padres de muchos estuviera aún presente. "Los indignados se vuelven a manifestar", repetían también los medios, acuñando el nombre heredado de un texto de discutible calidad, de un anciano llamado Hessel. Los acampados, o lo que fueran, comenzaron a ser un problema, y los políticos vieron en ellos una posibilidad, un filón, como siempre... no entendieron nada. Al final, cuando se levantaron las acampadas por pura decisión popular, muchos descansaron tranquilos; pero antes, ni la jornada electoral pudo con ellos, ni la policía secreta, ni los palos, ni las televisiones manipuladoras (premio para todas, sin excepción, y cum laude para Intereconomía), ni incluso los grupos que intentaban malmeter desde dentro. Así, todo siguió culminando en más manifestaciones, como las del pasado domingo (de las que son las imágenes). Y ninguna será la última mientras todo siga igual, que lo sigue estando, no lo olvidemos ni un solo día.




No habéis entendido nada, Rubalcaba, Rajoy, Cospedal, Cayo Lara y demás carroña política, esto no va a parar, porque quizá este movimiento 15M caiga, pero saldrán otros, porque lo que no cae de momento es la indignación con el sistema que perpetuáis y que no intentáis cambiar, que para eso os votamos en millones todos los años olímpicos, y ¿qué conseguimos? Nada, que toda nuestra generación vaya a ser mucho más pobre y desdichada que las anteriores, pese a estar mejor preparada. Conseguimos que paséis de nosotros enrocándoos en vuestro sillón con acondicionador; obtenemos nada, que paséis de nosotros, el vacío...



Vaya este post, simplemente como homenaje, a esa primavera de 2011, donde intentamos por primera vez cambiar algo, y donde no lo conseguimos, llegando ahora el verano, pero que no dude nadie, que ahora sabemos organizarnos, que sabemos cómo se hace, y eso nos hace más fuertes y amedrenta a los privilegiados que desde su poltrona tiemblan ante el fin. El sistema se tambalea, y ahora es el pueblo el que va a mandar. ¿Cuándo? No lo sé, quizá nunca, pero cuando alguien se indigne, en cualquier lugar de nuestra geografía, seguirá susurrando el viento esa esencia que un día tuvo pululando en él (y no, no hablo de la María): La asamblea, el pueblo, la verdadera democracia, simples humanos intentando humanizar su mundo como humanamente pueden.

¿Perroflautas? Por supuesto, eran 4 perroflautas que nos acompañaban a decenas de miles de personas indignadas…

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