Los gregarios de Twitter
Hoy hablaré de una de esas cosas que está cambiando el mundo: la web 2.0, Internet, las redes sociales. Todo adornado con palabros en inglés, dispositivos último modelo para visualizarlo a todo color y por supuesto, moda, mucha moda, dentro de una vorágine que promete cambiar radicalmente la forma de comunicarnos las personas, y finalmente de vivir.
Bueno, para no extenderme mucho y para no dar impresión de intentar sentar cátedra sobre todo esto ni ser gurú de nada, iré al grano: hoy hablamos de Twitter.
Twitter ya no necesita presentación, pero la haré: con todos ustedes, Twitter, red social o página web de microblogging, es decir, de blogs en los que los post son miniposts de 140 caracteres como máximo. Uno puede hacerse seguidor del Twitter de alguien, como si se tratase de un lector de RSS habitual de un blog, e igualmente se pueden realizar comentarios, con la ventaja de poder crear mensajes privados que nadie verá. ¿Se te ocurre algo que cabría en menos de lo que ocupa un SMS? Tuitéalo...
Pues bien, aparte de sus evidentes ventajas comunicativas que ya se han comentado profusamente (y no quiero repetir lo que han dicho ya tantos), esto también tiene problemas, y de eso vengo a hablar. Los habitantes de la web 2.0 somos muy gregarios, como ya éramos con la 1.0 e incluso antes de Internet. Somos capaces de subirnos al carro de cualquier cosa, la conozcamos o no, sólo con tal de aparentar que estamos a la última y no quedarnos atrás.
Un ejemplo son los "hashtags" o etiquetas que los usuarios crean, como por ejemplo #roboalmadrid y #roboalbarsa cuando ha habido fútbol. Así, de pronto, gente a la que ni le interesa el partido ni lo ha visto, comienza a tuitear sobre ello, como si le fuera la vida en esos 140 caracteres, como si hubiera visto tal o cual penalty. Total, si hay un "hashtag" que dice que al Barça le han robado, pues será verdad...
Twitter es un universo paralelo en el que todo vale y cualquier cosa es posible, hasta inventar muertes y hacerlas Trending Topic (es decir, término o frase más escrito en los últimos minutos). Es habitual para los usuarios de Twitter enterarse de la muerte de personajes famosos gracias a alguno de estos términos populares. Por ejemplo, alguien se entera de la muerte de Liz Taylor, y pone un tuit "RIP Liz Taylor". De repente alguien más lo lee y lo difunde entre sus contactos, y así sucesivamente hasta que "RIP Liz Taylor" aparece entre los términos más populares. De ese modo, muchos se enterarán de ello. El problema es cuando algún malicioso corazón se inventa alguna muerte y la hace popular, al estilo de "RIP Justin Bieber" (chico odiado como pocos este Justin). Claro, lo primero que uno piensa es que habrá muerto el muchacho, pero no, es una broma macabra... Pues vaya broma...
Evidentemente todos se subirán al carro de la broma y tuitearán, y seguirán escribiendo mentiras hasta que parezcan verdades, ¡no!, hasta que sean verdades, porque en Twitter, una mentira mil veces repetida es verdad, pero es que a veces basta con un 10 a 1 para que gane la trola..
Ejemplos de todo esto hay más. Imaginemos que hay elecciones en un país, y el 80% de los usuarios de Twitter o de otra red social, por su perfil, son de derechas... ¿Qué sensación creéis que tendrán los usuarios de Twitter sobre el partido que parece que va a ganar?, ¿o qué tropelías cometidas por un bando u otro se difundirán más, las izquierdas o las derechas? Esto es un problema, porque para colmo, los que son mayoría, se reafirmarán aún más, y los contrarios se vendrán en principio más abajo. Tranquilos todos, que una cosa es Twitter y otra las urnas, pero tú enreda, que algo queda...
Y así tantas. No digo que haya que controlar a la gente, no, fluyamos, seamos marea, seamos un rebaño; pero a quien corresponda: edúquenos, desvíenos si es necesario hacia el buen camino, respétenos y déjenos expresarnos, pero oriéntenos, dénos la mano, guíenos y a la misma vez permítanos discrepar de todo, dudar del propio sistema, reunirnos, convocarnos, tramar, maquinar, maquiavelizar incluso, no coarte nuestra libertad; pero a la vez sepa definir límites, establecer barreras imaginarias, que no mentales, y provéanos de las herramientas y los conocimientos suficientes para saber cuándo podemos/debemos traspasarlas y cuándo no.
Y si todo va bien, para entonces los que mandan podrán estar más tranquilos, y no tendrán nada que temer ni ninguna revolución de los gregarios de Twitter.
Hasta ese día, seguiremos viendo hashtags, trending topics y demás palabros, que nos hacen recordar lo que en el fondo somos: peña, gente, personas, seres humanos, que en la Web 2.0 lo demuestran una vez más, adaptándose los mismos comportamientos, los mismos fallos, los mismos aciertos y repitiéndose todos ellos. Por suerte, gregarios o no, aún estamos lejos de ser máquinas. Quizá para la Web 5.0...
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