¿Y yo qué hacía cuando tenía un blog?
Como muchos sabéis (y otros que han abandonado para siempre tras 13 posts sobre fútbol, conveniente y coherentemente), antes de empezar el Mundial de Rusia yo tenía un blog, una bitácora, un cuaderno de bitácora, llamado Los Mensajes de mi Botella, hecho público y notorio cual influencer que no baja de las 1000 visitas diarias, claro, hecho conocido por todos.
Pues bien, han sido casi 40 días publicando mensajes futboleros mundialistas, y de esa manera uno va entrando en una dinámica de la que a veces es difícil salir, cual tonto que se mete en una vereda, tonto que acaba o vereda que termina, siempre uno hace tocar a su fin la rueda... Esta vez llegó mi hora con el pitido final de la Final, y ahora qué... ¿Y yo que hacía cuando tenía un blog?
Sí, el pasado 16 publiqué el último artículo de esta serie, despidiendo el torneo, despidiendo una época que disfrutamos a tope, que sin duda me recordó a cómo disfruté mi primer gran Mundial en 1994, o alguno también disfrutado a tope como 1998, 2002 o ese enorme, mítico y sublime 2010. Quizá en el futuro no pueda hacerlo, y como siempre digo: hay que aprovechar el momento, porque esta rueda cambia en segundos para siempre, y lo hecho hecho está, y lo perdido, para siempre se fue, y de esta manera me planteé las pasadas 5 semanas, disfrutando lo que pudiera, y así se hizo.
Hoy, pasada la resaca, hemos de retomar todos nuestra vida, y así reparé en que yo antes tenía esto, pero no recuerdo para qué o por qué, ni qué usos le daba, ni qué satisfacción o quebradero de cabeza me daba ella a mí. Simple item en una alforja de mi vida que no sé a qué corresponde, cómo mantener vivo o qué hacer con o sin él. Así me pregunto: ¿Y yo qué hacía cuando tenía un blog?
Pues bien, poco a poco convendría retomarlo, y lo retomaría si me acordara, pero es que no lo sé, y así devaneo buscando en mi mente ese espacio sináptico escondido en el que guardo esa clave, pero no lo encuentro, y pienso en por qué un blog (o una bitácora), y como todas las preguntas actuales sobre la vida, se la hago al oráculo Google (o a Cortana o Siri, hacen otros), y lo busco, y me encuentro a mí mismo 12 años después, porque si buscas "por qué un blog o una bitácora" en Google, inexorablemente te aparece esta entrada que escribí en mis tiernos 20 y pocos: por qué un blog o una bitácora, y entonces quizá veo que me puede servir, pues quién si no yo mismo puedo servirme de oráculo respondedor...
Así, veo qué son los blogs, para qué pueden servir y el mantenimiento habitual (1 post a la semana) que deben tener, y lo pienso y veo que puede ser bueno, lo sopeso y me doy cuenta de cómo continuar, y de esa manera y viendo que el último párrafo sería totalmente adaptable al día de hoy, al tiempo actual que nos toca vivir, lo dejo por aquí íntegro, porque por suerte, lo escrito hace 12 años es extrapolable a hoy, días en los que no andamos en patinetes voladores ni tomamos píldoras reconcentradas para comer, ni vivimos en Marte (concretamente hoy cuando escribo es martes, sí, pero no era esa la idea). En fin, retomaremos en unos días, siguiendo la costumbre y la motivación obtenida de aquellas palabras, y me despido como ya he dicho: replicando aquello que entonces dije y mantengo.
"Bueno, no importa quién me lea, esto aquí no es lo importante. Lo dejaré
todo aquí para quién desee hacerlo, como en mi propia botella que envío
a este mar inmenso. Lo que me sorprenda, lo que me toque la vena
"comprometida", lo curioso que me ocurra y lo que no me guste, serán las
cosas que comentaré. Muchas gracias a los que me leáis por primera vez,
y muchas más a los que lo hagáis por última."
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