30 septiembre, 2018

Típico balance del año acabado (Año 12)

Es curioso que con lo metódico, a veces obsesivo-compulsivo, otras repetitivo, quizá simplemente tradicional o incluso podría decirse que romántico que soy, el pasado enero, tras 11 años haciéndolo, literalmente “se me olvidó” hacer mi acostumbrado “Típico balance del año acabado”, que en este caso habría sido la edición 12.

Como cualquier escribano, incluso los peores, son capaces de echar algún borrón (esto los de la generación Z no lo entenderán, como no entenderían de walkmans, VHS, cintas de cassette o diskettes, ni ellos ni sus bisabuelos, curiosos dispositivos estos que en toda la historia han correspondido sólo a 3 generaciones concretas), no creo que haya problema en haberme saltado esa edición en la que habría recordado el año 2017, pero para dejar todo como está y de algún modo subsanarlo, ¿por qué no hacer un repaso del año 2017, acabado, aunque ya estemos acabando el siguiente? Al fin y al cabo, lo pasado a 31 de diciembre pasado, pasado está, y por tanto no se modifica, lo recordemos 3-4 días después o lo hagamos 300 más tarde, ¿o quizá sí, y al dejarlo reposar más en nuestra mente ella misma modifique cosas, atenúe malos momentos y magnifique los buenos, o simplemente los relativice? Quién sabe…

El caso es que para no dejar esta 12ª edición desierta, hueca, sin vida, vayamos a por ella, aunque sea casi 300 días después, recuerde algo o no, que cada vez se hace más difícil, o incluso como el año anterior hice: sin llegar a hablar concretamente de lo que pasó, sino divagando, que para eso es mi post. Así, por tanto, aquí va, mi típico balance del año acabado:

Recordamos hoy un año impar que pasó, que para mí ya pasaron 17 años impares antes, que nos hacen hacernos viejos sí o sí. Recuerdo aquel partidazo perdido del 85, aquel remate aceitunero del 87, el cumpleaños del 89, aquella charla sobre Kung-Fu en el Corpus del 91, aquella excursión a Granada del 93, aquellos recreos del 95, aquella vuelta al edificio de la infancia del 97, esa visita pirenaica del 99, esos botellones del 01, las canciones modificadas del 03, el letargo del 05, el inefable Gran Hermano en que convertimos el 07, la vorágine creadora del 09, el 11 en que pulsé el botón para quedarme ahí siempre, la mierda absoluta y sin paliativos del 13, la ilusión de los preparativos del 15 e incluso ya el pasado verano inolvidable con mi padre del 17. Todos años impares, más o menos alegres, más o menos tristes, pero pasados que pasados están.

El año pasado prometía ser un año ilusionante, un año de cambios, pero terminó siendo una obra inacabada y esta vez con parte de culpa no sólo para el destino o la suerte, sino para las personas, que a veces somos verdaderos lastres para los demás. Pero bueno, no todos reaccionamos con igual tranquilidad o diligencia ante las adversidades, y como otras veces ha pasado siempre es una buena máxima lo de "aporta o aparta". En fin, que acabamos el año como lo comenzamos, y lo disfrutamos todo lo que pudimos porque sabíamos que sería el último, y sin duda que si no lo hubiéramos hecho, ahora nos habríamos arrepentido, porque ahora sí que ya es imposible.

Se nos fue así ese decimosegundo año que repaso, balance de 365 días concentrados en unas pocas palabras, cuando quizá haya mucho más que contar, y por supuesto que mucho más quedará en el tintero. Este balance sirve para rellenar simplemente un hueco que quedó en nuestro blog, quizá en nuestras vidas, quién sabe, o en nuestros corazones. Es un balance quizá sesgado, ya que conozco parte de lo venido posteriormente, teniendo por ello ventaja, pero la situación extraordinaria del balance hecho cuando ya casi es hora de hacer un nuevo balance, así lo exige.

Esta vez no os puedo desear un Feliz 2018, pero espero que hasta el momento lo hayáis tenido, y que los 3 meses que le quedan sin duda lo sean.  

¡Feliz otoño y comienzo de invierno de 2018!

No hay comentarios: