Pensar en positivo, no a la mala sangre
A veces uno se levanta de la cama pidiendo guerra, con el semblante encolerizado, con la piel rebosando ganas de venganza, con la cabeza encabritada, con los nervios de punta y con el alma enfervorizada. A veces uno busca lo más cercano, cuchillo de cocina, quizá sarten gorda, quizá una escopeta, katana o puños de acero, para acabar con la justicia y la injusticia, para acabar ya con todo esto, para no sufrir más.
A veces es cuando uno se hace mala sangre de todas las cosas mal hechas que le rodean, e intenta arreglarlas, cuando realmente es difícil, no se puede y no hay energía humana que pueda aguantar esta carga.
Rodeados estamos de gente, culpables casi de todo, pues los animales no suelen perjudicarnos más que cuando ellos mismos tienen su propia seguridad en peligro. Gentes que son incívicas, que contaminan nuestro planeta, que lanzan al suelo todo sin pudor en nuestra ciudad, en nuestro pueblo e incluso que lo hacen en su casa. Gentes que ponen a toda pastilla los coches, las radios, los instrumentos musicales, los tacones o los electrodomésticos para molestar inconscientemente a los demás.
Luego están las mala sangres opinables, de cosas que creemos que los demás hacen mal, que cambiaríamos y que obligaríamos si pudieramos legislar a hacerlas, pero como somos simplemente uno más, tenemos que opinar, y a veces callar y comérnoslo, porque cada uno tiene su opinión y no siempre la nuestra es la mejor, sino una más.
A veces nos hacemos mala sangre por cualquier comentario de un amigo o conocido, de un familiar, cuando son soplos que se lleva el viento y pelillos a la mar, y así nos vamos envenenando nosotros mismos, y se nos envenena el karma, por aquello de que las desgracias nunca vienen solas, y lo que parecía una pequeña muesca de dolor acaba siendo un porrascazo de no te menees, simplemente porque hemos llamado al mal karma y nos ha golpeado después.
Sí, la solución es pensar en positivo, no hacerse esa mala sangre. Si la cuñada no quiere comer lo que has preparado, hay que sonreír y ya está, no relatarlo luego calentándose de más. Si el vecino no nos deja dormir, se lo podemos decir para no guardárnoslo, pero no relatemos de más luego, pues mala sangre es. Si el gobierno roba, si todo el mundo intenta tener más y más vacaciones aprovechando la situación, no te hagas mala sangre, suéltalo, pero no sigas relatando... Busca lo positivo que tiene el mundo, que a veces, sólo a veces es imposible de encontrar, más allá de seguir brillando las estrellas, de seguir saliendo el sol cada mañana y seguir girando la Tierra, que esos a veces pueden ser nuestros únicos aspectos positivos cotidianos.
Sí, intentemos no hacernos mala sangre, porque ese veneno es difícil de quitarlo del alma, así que pensemos en positivo, sonriamos y veamos la parte brillante de la vida, porque puede que a la vuelta de la esquina no esté sino el final.
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