Hoy voy a retomar un tipo de entrada que sólo había hecho una vez, como es el de la ruta en bicicleta (ya ha llovido desde que publiqué una ruta desde Granada), y que esta vez me va a llevar desde el centro de Porcuna hasta el camino de Castro del Río y finalmente la ermita de San Isidro Labrador, en el término municipal de Cañete de las Torres (Córdoba). La dificultad es media-baja, ya que la salida es en descenso y luego hasta la ermita hay llano casi todo el rato salvo un par de repechos y una subida moderada de dos kilómetros en mitad, mientras que al final hay otra subida de unos dos kilómetros hasta Porcuna que también podríamos considerar "media".

La ruta comienza en el Arco Nuevo de la Carrera de Jesús de Porcuna, desde donde pasamos a la Plaza de Andalucía, lugar de interés en la que se sitúan la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, el Ayuntamiento (antiguo Pósito) y las Carnicerías Reales, aparte de una torre y parte de la muralla medieval del pueblo. Esperan por delante 42 kilómetros para el disfrute de los amantes de la bicicleta.
Los primeros compases son por el casco antiguo de Porcuna, en continua bajada, descendiendo primero por la calle Cervantes, luego la antigua plaza de la Coronada, Pozo Tejero, Ruy López y Azcárraga hasta la plaza de la Cruz, luego la ermita de San Lorenzo, llanete Abades y finalmente enfilar el conocido como Camino de Castro (carretera JV-2932), cercano a la ermita de San Marcos.
A la izquierda dejamos el cerrete de la Calderona (donde está la famosa cisterna romana), y comenzando dos kilómetros de pronunciado y técnico descenso (ojo que alguna curva es muy cerrada) hacia la llanura y vega de los arroyos Salado y Saladillo, cruzando primero entre el cerro de los Alcores y el del Castillo (donde está la actual Porcuna), pasando después a la derecha de la zona del peñón Rebailaor y llegando finalmente al llano, donde esperan varios kilómetros sin dificultad.
Este itinerario es una de las rutas del colesterol de Porcuna, por lo que seguro que os encontraréis con gente andando o corriendo, dando paseos matutinos o vespertinos para estirar las piernas y para despejar cuerpo y mente. Por supuesto, a ambos lados de la carretera hay hectáreas y hectáreas de olivos, en lo que en su tiempo fue cereal, y siendo una zona de milenaria presencia humana, en lugares como los mencionados y el famoso y emblemático cerro de Albalate.
Pasado el hito kilométrico del km.2 nos aparecerá a la derecha un camino que nos podría llevar a la zona del Puente Cañete (en la carretera de Córdoba), pasando por un vado del Salado, pero no, no vamos a tomarlo hoy, quizá sea en la siguiente ruta.
Más adelante cruzaremos un puente sobre el arroyo Salado, que en esta época lleva aún algo de agua, aunque en verano suele estar seco, y pocos metros después el Saladillo, su principal afluente (es el de la imagen), conformando con el Salado en su desembocadura lo que se conoce como los Llanos de Pezcolar, en lo que hace unos miles de años fue un lago pleistocénico alrededor del cual la caza fue muy próspera en épocas pretéritas para nuestros antepasados.
Foto del Saladillo tras las lluvias de marzo Uno de los atractivos de la ruta es ir pasando por algunos de los cortijos históricos de Porcuna, la mayoría en claro desuso o incluso en vías de derrumbe y desaparición total, siendo testigos de una época en la que las personas pasaban grandes temporadas en ellos trabajando la tierra. Un interesante lugar es la zona entre los cortijos de San Francisco y Magdalena, que hasta este año no tenía olivos y que han sido recién plantados, desapareciendo para siempre un bonito (y raro en Porcuna) paisaje.
Más adelante pasaremos también por el de Lora, el Toledillo y otros, y tras subir un pequeño cerro desde el que se divisan unas vistas increíbles, llegamos a una gran llanura, donde el arroyo del Sardinero desemboca en el Saladillo, de forma que seguimos siempre a la derecha del cauce del Saladillo, que nos va a acompañar casi hasta la rotonda del desvío a Cañete, dejando primero a la derecha el Zurraque.
Por supuesto, cualquier mirada atrás nos vuelve a llevar a Porcuna, que desde su atalaya nos vigila atenta para que no nos pase nada, mientras que en nada estamos ya en la provincia de Córdoba, que aparece poco antes de llegar al cruce anunciado.
Una vez llegamos a la comentada rotonda, la tomamos hacia la derecha, en lo que sería la carretera de Cañete de las Torres (carretera A-3126), donde comienza una pronunciada subida de un par de kilómetros, que debemos tomar con cuidado para no fundirnos.
Seguimos siempre esta carretera e intentaremos no equivocarnos cuando veamos a la izquierda un desvío para Baena y la antigua ciudad romana de nombre desconocido situada en Torreparedones. A partir del cuál estamos en la A-3125, por eso digo que no nos confundamos porque realmente seguimos rectos aunque el nombre de la carretera cambie.
Seguimos varios kilómetros hasta llegar al cruce de Bujalance, que tomamos a la izquierda, lo que sería la carretera CO-4200.
Atravesamos varias torretas de electricidad que bien nos habrían venido en el apagón del pasado 28 de abril, y tras un subir y bajar agradable llegamos al cruce de la ermita, con una pronunciada cuesta entre los olivos y más o menos medio kilómetro de pista.
Así, hacemos la subida a la ermita, y llegamos a un paraje en el que no podremos rellenar de agua y que parece desierto, aunque la arboleda parece acogedora para una romería. Se trata de una ermita moderna construida por los vecinos del municipio hace un par de décadas, que no tiene malas vistas desde su cerro.



Como no es posible entrar a ver al santo y aún queda la mitad de la ruta, volvemos hacia atrás por nuestros pasos hasta llegar a la vía de dónde veníamos. Aquí habría opción de seguir hasta Cañete de las Torres y volver por la carretera general, o seguir hacia Valenzuela y volver, pero lo dejaremos para otro día, por lo que regresamos por donde vinimos, subiendo lo que bajamos y bajando lo que subimos (que se agradece) hasta llegar al Camino Castro hacia Porcuna, echando un último vistazo por hoy a llanuras, cerros, riachuelillos y cortijos, hasta llegar al pie de la subida al pueblo, en el hito kilométrico 3, que la haremos cansados y con cuidado de no subir demasiado las pulsaciones.

Bucólico lugar, preciosa vía, sí señor, una ruta agradable, con campo y agua, y no completamente atestada de olivos o con tanto polvo como otras, 2 horas y media, y tras 41 kilómetros aproximadamente, enfilamos de nuevo la subida hasta Porcuna, donde el Arco nos saluda de nuevo, conscientes de haber hecho algo bueno por nuestro colesterol. ¡Hasta otra, vieja Obulco!