22 agosto, 2021

Estrés de vacaciones

 Un año entero esperando, 365 días de locura prácticamente (225 días o así para los implacables empleadores de Recursos Humanos de muchas empresas, o muchísimos menos en el caso de maestros y funcionarios de ese estilo), matándose a trabajar esperando las vacaciones, sí, esas 2 extrañas y locas semanas en las que por fin uno puede descansar, no pensar en nada, olvidar el trabajar y dejar al cuerpo a su libre albedrío. 

Pero no, llega el estrés de vacaciones, esa sensación de vacío, de pérdida, de desaprovechamiento vital de esas 2 semanas, a veces 3 o incluso 4 para algunos locos. Digamos que pasamos de vacaciones aproximadamente unos 3-4 años de nuestra vida laboral, lo que es poco, muy poco, casi nada, un suspiro, algo que lógicamente hay que aprovechar, como locos, como pollos sin cabeza, desapareciendo por completo la tranquilidad, el sosiego y ese libre albedrío que soñábamos... y así, un nuevo año laboral más estaremos como locos esperando las vacaciones, el libre albedría, la tranquilidad y el sosiego, para volver a perderlos al llegar el descanso, que ¿cómo si no, vamos a estar esperando las siguientes vacaciones con impaciencia?

Total, que sabiendo ya que las vacaciones serán un estrés y estaremos deseando fervientemente la vuelta al curro, comienzan, a lo loco, y nos lanzamos a un frenesí que nos obliga a madrugar para ir a andar, para hacer cosas, para ver unas fuentes bonitas, para ver un amanecer, para coger el coche e ir a un par de pueblos más allá que hay "algo que ver", y yo no quería madrugar sino dormir hasta las 12, y no quería hacer cosas sino estar tumbado, y no quería volver a coger el coche una vez llegara al lugar de vacaciones, pero lo hago, lo hice y lo haré.

 

Y luego a media mañana rápido a la playa o la piscina que no hay tiempo que perder, que se va el día, y apareja a los niños, las sombrillas, la comida, el táper o lo que sea, corre que te corre para no perder posiciones, y échate rápido crema, y báñate con todo el calor, y juega rápido a las palas, y briega con los niños y con los otros locos playeros que siempre molestan, o con los domingueros montañiles, o sigue viendo monumentos asándote al calor de julio o agosto, porque esa es otra: nos vamos de vacaciones cuando hace el peor tiempo meteorológico posible, cuando no se puede dormir por la noche, cuando no se puede salir por el día... y nos aguantamos porque existe la crema solar y porque nos ponemos morenos y no queremos pasar vergüenza en la oficina con un blanco nuclear a la vuelta, y yo, resulta que no quería ir a la playa, que no quería bregar ni estar todo el día jugando a las palas.

Y después lleva la hora del vermú, que al menos es un ratico bueno que te pasas, pero que hay que pagar, y yo quería sentarme en pantuflas a ver Mujeres Hombres y Viceversa y tomarme una birra del supermercado, no hacía falta pescaíto frito lleno de arena ni esperar media hora al pesado del camarero que nunca trae lo que le pides.

Y volver e intentar echar la siesta, esas siestas que estás esperando todo el año porque como mucho has podido echar 2 ó 3 los sábados o domingos pasados, incluso intentaste en Navidad pero nada de nada, y la siesta a 45º se hace muy difícil, o con los niños pegando saltos encima de ti, o incluso con los estertores de alguna obra que todas las mañanas a las 7 de la mañana te despierta, porque sí, agosto es mes para esos retoquillos, para esas reformas que no has tenido tiempo en todo el año de hacer, y que seguramente a los vecinos no les importará que hagas porque total, os vais todos de vacaciones, pero no, todos no...


 

Total, que sin haber podido echar la siesta de 3 horas que quería, sino cuatro cabezadas mal contadas, llega la hora de la merienda, y hay que merendar, claro, de vacaciones hay que volver con 4 ó 5 kilos más para demostrar lo bien que lo has pasado, y desayunas fuera, y comes bollos a media mañana, y carne a mediodía y helados por la tarde, y cenas fuerte y comes más helados, y más cerveza y tinto, y más y más... Todo con el objetivo de recuperar la mala forma con la que llegaste a abril, cuando te pusiste como loco a hacer deporte porque era la "operación bikini", ciclo terrible del que no parecemos poder salir.

En fin, que nos tomamos los helados, para lo que ha habido que desperezarse y arreglarse un poquillo para salir, y yo que no quería estar todo el día arreglándome para salir y duchándome cada vez, por la mañana, por la tarde y por la noche, y quería aprovechar las camisetas de la olimpiada de Barcelona nuevamente, pero no, hay que ir arreglados a la heladería para causar buena impresión a gente que está igual de sufridora que tú en vacaciones y a la que le importas un bledo.

Y sí, después de merendar hay que seguir viendo cosas, otro pueblo de al lado, un paseo marítimo, etc, y yo sin estirar las piernas en la chaisse-longue o estirarlas en el sofá y con una silla como toda la vida, y se me pasa el día con un ajetreo y estrés que no recordaba, y rápido rápido a ducharse, que hay que cenar...

Y yo me ducho rápido por cuarta vez en el día y salimos a cenar, buscamos un sitio acorde a la paga extra que no tengo y empezamos a mirar como locos, precios, IVAs y venidas, y al final 40 pavos como siempre que tenemos cuidado, que si no, se va a 60 como mínimo, alegría de vacaciones. Y yo que en casa con una tostadita y lechuga y un trozo sandía me apañaba la semana pasada, ni a un euro llegaba casi, y aquí me fundo como si nada lo que gano en un día. Y así se va la cena y la VISA adelgaza, y hay que tomarse otro helado y dar un largo paseo, incluso a veces a tomar una copilla de esas de 7 euros baratillas, y acabo hecho un guiñapo al volver a casa, con 2 cervezas y un gin tonic, con dolor de cabeza de los que tenía cuando me pimplaba 6 cubalibres de una botella de ginebra entre dos, y aun me quedaba tiempo para ir de chupitos, aquellos tiempos magníficos donde el cuerpo te respondía... 

Y volvemos a casa, y hay que arreglar las camas, cambiar a los niños, poner el aire acondicionado, preparar todo para mañana, que hay ruta en coche, y por supuesto me he perdido el partido del Madrid y la Vuelta a España, que es con lo que quería dormir la siesta y tomarme la cerveza, tranquilo, relajado, tumbado en mi saloncito con algo de fresquito, un día idílico descansando de verdad que es lo que quería, pero no, estrés de vacaciones el que me montado, y eso sin tener en cuenta que mañana hay teatro, pasado una exposición y el otro hay que ir al cine, así de estresante, que no veo la hora para fichar dentro de 2 lunes, y mientras tanto, los niños de guerra de almohadas constante, y nosotros, deseando que se duerman para dormir, como siempre... dormir, porque las vacaciones tampoco son sábados/sabadetes ni mucho menos, cuando llevas 16 horas de continuo movimiento vacacionil. Uf, mañana llegan al apartamento también los cuñados, mi prima de Cuenca y uno de los abuelos, un par de días de locura y nos dejarán de regalo un par de niños y al abuelo una semanita... no veo mejor paraíso que ese, vamos, Edén como este no lo tiene ni el Eden Hazard ese. Alegrías para el cuerpo en vacaciones, las que llevaba esperando 365 días.

Y miro eso y recuerdo que me pasó el año pasado y a pesar de todo hoy pienso como todos los años: ¡Qué bien, por fin vacaciones!

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