Buenos días, Sandía
Buenos días, buenos días, buenos días Sandía, dijo alegre dando los buenos días, dijo cantando una melodía conocida, dijo a sabiendas de hacer reír, a sabiendas de ser machacona la melodía, a sabiendas de ser pesado.
Buenos días, buenos días, buenos díaaaaaas... Sandíaaaa, dijo de nuevo guasón, socarrón y camastrón, mientras abría la persiana despertando a todo el vecindario, locos de remate sobresaltados por tamaño ruido en mitad de una silenciosa noche.
Buenos días, que me escuchen todos, alegría Sandía, que todos despierten y se pongan en marcha, jaula de locos pirados que en cualquier momento podrían subir empuñando cuchillos, sartenes y cortapizzas quién sabe con qué clara intención.
Buenos días, Sandía, hola Sandía, Sandía... y ella sonríe esperando el final mientras impacientemente aguanta el chaparrón mientras saluda a su amigo el Gallo y al Señor, golpeando con fuerza el atrapasueños de trabajo manual.
Buenos días, y revisando los libros y cuadros, que la luz funciona y el Óscar está en su sitio, que el reloj sigue contando las horas y el sol ahí puesto en todo lo alto, buenos días Sandía, se nos ha regalado para disfrutar un nuevo día.
Mientras, de lejos, suena una lavadora, suena un martilleo y un motor a todo trapo en la calle, mientras las mujeres van a la compra y los hombres al campo, mientras los hombres barren y las mujeres van con maletín a su trabajo, mientras ellas conducen los coches y ellos van de copiloto, con roles intercambiables.
Buenos días, y se bebe toda la leche, y se prepara para la guerra, la lucha, para currarse como nadie el sueño reparador de la noche, para acabar muerta el día, para dormir a pierna suelta por estar completamente agotada, si surge, claro...
Y vuelan entonces los juguetes por los aires, el libro golpea con fuerza el suelo, todo intentando no hacerse añicos para siempre, y llegan los reproches, regaños, tortazos y palizones, los gritos pelados desgarrando, y no queda nada de la Sandía, el hambre que es muy mala.
Y pasan los días, semanas y años, y sigue sin quedar nada de la Sandía, pasan lustros y décadas, cuartos de siglo y bodas de plata y platino, y ahí sigue sin quedar rastro de la Sandía, pasan siglos completos, Edades Medias e incluso milenios y trilenios, y no la he vuelto a ver.
Buenos días, buenos días, buenos días: Sandía, aprovecha el momento, que el momento ya se fue cuando lo nombras, que el porvenir está ya aquí nada más nombrarlo, que el futuro lejano es cercano en un abrir y cerrar de ojos y pasado en un volazo.
Buenos días, buenos días, buenos díaaaaas... Sandía... que hoy casi ha pasado ya todo, que mañana no quedará nada, que un buen día ni somos ni seremos, que cada día es una aventura y hay que tratar de llegar vivo al siguiente, ni más ni menos.
Que hoy se acabó ya la noche, la oscuridad, se te ha brindado una nueva oportunidad, cógela, gástala, consúmela al 100% y duerme luego con la conciencia tranquila. Mientras tanto, saluda al nuevo día, a mí, a nosotros: buenos días, buenos días, buenos días: Sandía
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