13 septiembre, 2022

No ser tan negativos, construir, no criticar

Miras los últimos 10 tuits que has hecho en Twitter: 8 negativos criticando algo, uno con una chorrada y otro más bien positivo. 

Recuerdas las 5 últimas conversaciones de bar: 5 criticando algo, al gobierno, al VAR, a la selección española de baloncesto, al ayuntamiento y a los vecinos

Miras los últimos 10 posts de tu blog: 5 criticando algo, 3 digamos "asépticos" y 2 con chorradas.

Alguien se levanta, entra a tu departamento, se cruza contigo en la escalera o el ascensor, esperando en el banco o la frutería: comienza la conversación y crítica, crítica y crítica... pones la tele y todos criticando, la radio igual, un foro, el Instagram o el Facebook, crítica y crítica... negatividad, malos karmas, pésimas vibraciones.

Y es que al final los "goblins" es lo que quieren: que seamos pesimistas, conformistas, que nos resignemos al pataleo continuo para desestresarnos un poco, quejarnos en las redes, en el bar y poco más, quejarnos amargamente pero sin consecuencias, quejas de fogueo que no van a ninguna parte, de desfogue que no sirve para soltar el lastre que llevamos, y nos lo guardamos hasta explotar, mientras los "goblins" siguen su camino sin ni siquiera llevarse un rasguño.

No, en esta entrada no pretendo que salgamos todos a manifestarnos y quemar las calles como locos, que eso ya deberíamos haberlo hecho hace tiempo. No.

Aquí reivindico el ser positivos, el construir, o simplemente no estar todos y cada uno de nuestros minutos pensando en criticar algo, en mejorar cosas, en buscar los tres pies o el traspiés al gato, siendo negativos, siendo cenizos y no teniendo nunca una mirada hacia lo que sí funciona, hacia lo que nos da bienestar, hacia lo que nos gusta cómo está o jamás querríamos cambiar.


 

Reivindico desde aquí el forzarnos a ser positivos, a publicar cosas positivas al menos en un 50%, y dejar lo negativo para el resto. Sería una buena medicina, una buena terapia: "uy, llevo ya 5 comentarios negativos hoy y son sólo las seis de la tarde, me callo ya, o mejor, me pongo a alabar lo alabable, a decir lo bueno que hay, lo que tendría que llevarse las cinco estrellas".

Un hecho comprobado es que cuando algo malo nos pasa somos más proclives a contarlo que si es al revés. Por ejemplo, en las redes sociales, por cada experiencia negativa que criticamos, solemos necesitar 10 experiencias positivas para alabar al menos una, eso significa que nos guardamos para nosotros gran parte de lo bueno que nos pasa. ¿No deberíamos hacer al revés para ser más felices?

¿Qué me decís de alguien que por cada 10 experiencias positivas se dedica a hablar bien de al menos 5 de ellas, aunque siga criticando la negativa?  Bien, en sus redes encontraríamos una enorme positividad, buen rollo, incluso "buenismo" podríamos decir. ¿Qué me decís, en cambio, de alguien que incluso es incapaz de decir ninguna buena? Pues, en sus redes encontraríamos una gran agresividad, negatividad, mal rollo, estando llenas de una toxicidad brutal.

Así, os recomiendo este pequeño cambio en vuestra vida, poco a poco. Si nunca dejáis un buen comentario de algo, hacedlo. Si en vuestro Tripadvisor siempre habláis de los malos bares, hablad de los buenos, vuestra vida será algo más positiva. No se trata de obviar lo malo y pensar que todo es bueno, así no es la realidad, pero se trata de reflejarla tal y como es, con un cristal de realidad, no con un cristal que sólo muestra lo malo (en cierta manera estamos sesgando lo que sentimos, como cuando en un telediario sólo salen noticias negativas, haciendo parecer que el mundo camina hacia la destrucción, pudiendo haber mostrado también otras positivas que lo compensaran).

Haced la prueba y me contáis: de vez en cuando aunque esté hipercabreado, me guardo un comentario malo para mí, y de vez en cuando, aunque nunca se me hubiera ocurrido, dejo uno bueno sobre algo que me gusta (en el bar, las redes, los foros, el ascensor): positivo llama a positivo, es una tendencia, una inercia que podemos crear nosotros mismos...

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