Pensamiento único feminista y el no dejar hablar
Llego a casa el otro día, y quizá por primera vez pongo Telecinco, sí, lo siento mucho, de verdad, no volveré a hacerlo... Estaba el programa "De Buena Ley", versión actualizada de ese típico programa de juicios rápidos domésticos en el que uno puede aprender cosas interesantes sobre leyes y también sobre los seres humanos, sobre todo con sus grandes peleas y discusiones entre los integrantes del público, la presentadora (que es la 'verdulera' que me ha incitado a escribir esto) e incluso los implicados.
Otros programas parecidos existen en muchos países, y también podemos recordar en España el programa Veredicto, presentado en los 90 por Ana Rosa Quintana. Hay que decir que, a diferencia de otras versiones, en "De Buena Ley" las partes son realmente actores que representan un caso ya juzgado por un tribunal real, y el juez es sólo un abogado. Esto es lo de menos, pero también representa la gran mentira a la que estamos llegando en nuestra televisión.
Pues bien, el caso era el de un hombre de 49 años que había sido despedido de su empresa por haber ocultado que había sido condenado por acoso sexual 5 años antes (la condena era sólo a una multa de 3.000 euros). La directora de la empresa (una mujer de 44 años), una vez se había enterado de ello lo despidió inmediatamente sin dar muchas más explicaciones.
La defensa alega que el hombre lleva trabajando bastante tiempo en la empresa y que ninguna de las 6 mujeres que trabaja con él se ha quejado en absoluto de su comportamiento, y de hecho parecen estar contentas con tenerle en la empresa.
La acusación está llevada por una mujer, mientras la defensa la lleva un hombre.
El debate rápidamente deriva en la típica guerra de sexos y en cierto linchamiento hacia los hombres. Lógico en el caso de acosadores sexuales o maltratadores, pero totalmente anticuado y lleno de clichés en contra de los hombres en general. De hecho, prácticamente suponen que cualquier condenado por acoso será siempre un acosador, incluso cuando no haya pruebas fehacientes, e incluso se deja caer que cualquier jefe hombre puede ser un acosador en potencia. Por suerte en algún momento alguien deja caer que también podría pasar lo mismo si la jefa es una mujer.
Bien, parece claro que es un despido improcedente, por lo que el juez dicta sentencia y efectivamente, le asiste la Constitución y alguna que otra Ley Orgánica. Básicamente: los españoles somos iguales ante la Ley, independientemente de las circunstancias personales que concurran, y esto también implica que: "yo soy igual ante la Ley que un hombre que cumplió condena hace 5 años pero que ya estaría reinsertado" (lógicamente yo no tendría antecedentes, y eso me salvaría de la cárcel en mi primera condena y no a él en su segunda). Por suerte o por desgracia este es nuestro sistema judicial y democrático.
Hasta aquí y con todo este rollo, bien. El problema, y lo que vengo a denunciar ya al final del post es un gravísimo comentario de la presentadora Sandra Barneda, verdulera ella (y por otro lado con un currículum intachable, eso sí), que intenta censurar la opinión de un hombre del público, y aunque al final deja seguir, añade: "deberían existir todavía los 2 rombos para ponérselos a tu comentario", con claro intento de censurar algo que de hecho llevaba toda la razón, razón que a las mujeres duele, pero que es una verdad casi absoluta. A continuación:
¿Alguna vez habéis visto u oído hablar de alguna mujer que intenta ir muy atractiva al encuentro con un hombre con poder para beneficiarse de ello y subir peldaños en su futuro?
Obviamente sí. Cuántas chicas no van superescotadas, con minifaldas de vértigo, pintadas como puertas o con tacones kilométricos a la revisión de un examen, para que las aprueben. Cuántas no van así a una entrevista de trabajo para que las contraten. Cuántas no van así a trabajar para caer bien al jefe y que les renueven el contrato o las asciendan. Casos conozco de primera mano, tantos que dejaría en ridículo y verde de vergüenza a esta presentadora, que censuró al hombre que simplemente dijo eso: que hay muchas mujeres que van a trabajar de esa guisa para intentar que el jefe las vea y de algún modo "calentarlo" para que así quiera mantenerla en el puesto.
¡Ohhh, escándalo, estoy diciendo barbaridades machistas! Pues no, chicas, pues no, chicos, es la pura y cruda realidad, y el que no quiera verla quizá es un/una feminazi de manual.
Quizá sea la naturaleza de los hombres, quizá la de las mujeres, que sólo hacen lo que más les conviene, estaría bueno; pero la verdad es que una mujer guapa lo tiene mucho más fácil que otra normal a igualdad de condiciones. Ya lo decía en el segundo post de mi blog: La sociedad donde triunfó la belleza, hace justo 600 posts y más de 7 años, por lo que sé de lo que hablo, y por lo que sé que nada ha cambiado.
En fin, como conclusión, lo ya dicho, y como añadido, el tema del pensamiento único, que hace que no se permita expresarse a un hombre que está diciendo algo que realmente es verdad, sin pararse el público a planteárselo, y sólo porque suena "machista". Triste es esta sociedad cuando tenemos unos prejuicios y unos clichés tan grandes, y poco avanzaremos si seguimos así, y gran parte de la culpa y por desgracia es de las propias mujeres. Desde aquí como siempre las animo a romper los clichés, pero o no quieren, o se sienten cómodas con ellos, y las pocas que de verdad lo intentan se ven sin ayuda suficiente.
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo con tu reflexión. Yo creo que el pensamiento único deja de ser pensamiento libre para convertirse en prejuicio, ideas preconcebidas que impiden analizar objetivamente la realidad y reproduce estereotipos que pueden ser muy dañinos.
Gracias Anónimo. Es un grave problema cuando el pensamiento único consigue que nadie se atreva a romperlo, porque los demás "se lo van a comer", pese a llevar claramente razón, y pese a que a lo mejor es incluso una mayoría la que lo piensa. Lo que pasa que ellos no saben que son mayoría.
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