09 noviembre, 2020

Esa vez que nadie te vio y la tierra no te tragó

 La suerte a veces nos sonríe de manera caprichosa, el destino nos ayuda, una mano que mece la cuna nos protege del escarnio público, de la mofa y la befa (esto último palabrería típica de Ibáñez en su Mortadelo). ¿Momentos así en la vida? Muchos, y muchos de ellos, por suerte situaciones en las que nadie nos vio y por tanto no tuvimos que pedir a la tierra que nos tragara bien hondo.

Recordando recuerdo, y recordarás y recordaremos, tantos momentos maravillosos como estos:

-Aquella vez en la que diez minutos después de salir a la calle te diste cuenta de que llevabas al revés la camiseta

-El trompazo que te metiste con una farola por aquella calle vacía, suerte que te recompusiste perfectamente

-El movimiento torpe con el que tiraste el vaso de leche y te pusiste perdida y te tuviste que cambiar, por eso aquella vez llegaste un poco tarde

-El golpe que le diste con el coche a la señal que se cayó y nadie la oyó.

-El email a la persona equivocada, que luego dio la casualidad de que por un fallo del servidor no llegó

-Cuando jugando a un programa de la tele desde tu casa diste una respuesta errónea en voz alta a una pregunta de parvulitos.

-Esa vez en que después de hablar con tu jefe por skype soltaste un "qué coñazo de tío", y no habías colgado la llamada. Suerte que él sí la había dado por terminada.

-Aquella vez que echaste una pelota hacia arriba para luego recogerla y se te cayó, dio en un bordillo y tuviste que ir calle cuesta abajo por ella

-Esa vez que tuviste un pequeño accidente al ir al baño y todo se puso perdido...

 


-Esa vez que se te fue la olla y fuiste a comprar lentejas a la papelería, menos mal que no te entendió bien de primeras el tendero y te fuiste disimulando

-Aquella vez que te diste en la cara sin querer, destrozando todo el maquillaje al estilo Ecce-homo y al pasar por una tienda lo viste y pudiste recomponerlo a tiempo

-Ese día que te cayó todo un canalón de agua encima, y además olía a perros muertos... justo llegando a casa

-Esa vez que fuiste demasiado exagerada en aquel momento de pasión, con aquellos gritos desgarradores. Cuando todo quedó callado recordaste que los vecinos estaban de vacaciones

-Esa graciosa situación en que tu niño dijo la verdad sobre la pesada de tu tía, pero en ese momento pasó una ambulancia y tu tía no se enteró (a veces la tierra no te traga de pura chiripa como puedes ver).

-Esas veces en que al llegar a casa y verte en el espejo notas que tenías monos en la cara, ya sea un grano, ya fuera algo verde en los dientes, a saber... y como nadie te ha visto, eso que te ahorras...


Y tantas y tantas cosillas y situaciones que salvamos milagrosamente. ¿Habría pasado algo? ¿Habría acabado con nuestra vida el qué dirán? Pues no, ninguna de ellas seguramente, sólo pelillos a la mar y reírse que es reflexivo, pero el mal rato no nos lo habría quitado nadie, y en eso consiste a veces todo esto, en reírnos de nosotros mismos cuando nadie ha tenido oportunidad de hacerlo, que no se diga, que nos quiten lo bailado, que nos quiten lo reído...

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