25 noviembre, 2020

Diego Armando, AD10S Maradona

Desde que tengo uso de razón es bien conocido por todos que en el fútbol mundial ha habido 4 grandes nombres: Di Stéfano en los 50, Pelé en los 60, Cruyff en los 70 y Maradona en los 80.  Pues bien, en 6 años se han ido ya 3 de ellos, es ley de vida, más para unos que para otros, más probable, más lógico, incluso más merecido por sus actos, pero siempre cada despedida resulta el adiós a un icono, a un mito, a una de las personas más famosas a nivel nacional y mundial, e impacta.

Maradona fue sin duda el más polémico de todos, el más querido y odiado a partes iguales, el más idolatrado y vilipendiado, el más alabado y a la vez criticado, ya sea por todo lo que fue su carrera futbolística, donde llevó a Argentina a lo más grande y de la nada a la élite europea al Nápoles; ya sea por lo extradeportivo, donde fue protagonizando uno a uno numerosos escándalos, principalmente encabezados por su adicción a las drogas.

Como ya he comentado aquí alguna vez, nací cuando Maradona estaba en el Barcelona, me puse su peluca con sólo unos meses y siempre lo sentí bastante cercano a mí, como uno de esos personajes a los que en cierta manera tienes un cariño especial o idolatras, incluso sin haberlo visto nunca. La verdad es que el pobre no ganó muchos títulos importantes en esos dos años en España (aunque fueron 3), y para colmo fue machacado vilmente por los defensas, que hoy en día no habrían durado nada sin ser expulsados. Desde muy joven fue una estrella juvenil, como muchos hoy en día, y casi participa en el Mundial'78 con 17 años (después llegó a jugar 21 partidos en otros 4 Mundiales seguidos).

Recuerdo ver entradas criminales en partidos de su selección, que habrían partido piernas a otros y liado tanganas, y Diego simplemente se levantaba y seguía jugando, todo un ejemplo. Y como culmen de su carrera, aquel partido del siglo en cuartos del Mundial'86 contra Inglaterra, en el que toda Argentina vibró por vengar la afrenta de las Malvinas, y Diego con su "mano de Dios" y con su "gol regateando a todos" les llevó a la gloria.

Después del Barcelona, recaló en el pequeño Nápoles, donde se hizo el rey de Italia y de Europa durante 7 triunfantes años (fue el club de su vida, salvando los argentinos), y luego ya empezó poco a poco su declive, aún sin cumplir los 30, quizá acelerado cuando perdió la final del Mundial 1990 que también debió ganar. 

La primera vez que le vi jugar en directo en un club fue en el Sevilla, en lo que hoy se llamaría "fichaje random", por inesperado, y donde maravilló a todos con aquellos juegos con las bolas de papel, sus lanzamientos de falta a la cruceta y algunos pases excepcionales, todo con un sobrepeso evidente y una forma que no llegaba al 50% de lo que fue, ¡pero qué 50%!

Luego ya volvió a Argentina y no regresó a jugar en Europa. Vimos sus últimos coletazos en el Mundial 1994, del que fue expulsado por dopaje (que más que doparse buscando mejora deportiva era una simple enfermedad: la drogadicción), y simplemente se dejó ir del todo hasta retirarse con bastante pena y mucha gloria casi olvidada, cumpliendo 37 años en su Boca Juniors. 

Por entonces, Maradona ya era un señor gordo que no aparentaba haber sido, para muchos, el mejor jugador de la historia, con un declive perfecto para ejemplificar lo que las drogas pueden hacer a cualquiera, incluso a un elegido deportista. Los años fueron pasando, de escándalo en escándalo, declaraciones drogado o borracho, demandas judiciales, fiscales, y entre medias algunos sustos enormes que hicieron temer por su vida, sí, junto a todo lo deportivo, siempre irá todo lo demás.

 ¿Y en Argentina? Pues allí es D10S (la iglesia Maradoniana hoy le llorará), el mejor jugador de su historia, el que les llevó a lo máximo y el que jamás les iba a fallar, una auténtica megaestrella y mito de lo argentino, que jamás se olvidará por esas tierras.

Mientras escribo estas líneas acaba de conocerse la noticia, y en breves minutos todo será un maremoto de gente comentándolo, de telediarios, periódicos, redes sociales que hablarán de él, que contarán lo que fue, deportivamente todo, y como ejemplo extradeportivo, el peor, pero como él decía hace poco: "me equivoqué y pagué, pero la pelota que nadie la manche". Para muchos, siempre será el mejor jugador de la historia, "un hombre pegado a un balón", un icono del siglo XX, y para todos, sin duda, uno de los 5 más grandes.

Y como así es la vida, simplemente nos queda despedirnos en medio del shock, de un personaje que estuvo desde siempre ahí para mí, como tantos otros que algún día nos dejarán: Gracias por todo lo bueno que representaste, y por el ejemplo de lo que no hay que hacer, ¡hasta siempre Pelusa Maradona!

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