10 noviembre, 2021

Esos momentos históricos, el volcán en la pandemia

A veces, repasando momentos históricos acaecidos antes de mi uso de razón, me he preguntado cómo sería haberlos vivido en su tiempo, qué pensaba la gente entonces, qué decía los noticieros, los periódicos, las radios y televisiones, qué se rumoreaba en las tertulias de cafetería o qué comentaban los ciudadanos de a pie en los corrillos, en las esquinas, en las verdulerías o entre ventanas y poyetes.

Luego me ha tocado a mí vivirlos en directo, en persona y con uso de razón, ya sea lo de las Torres Gemelas, el Muro de Berlín, el fin de un milenio, la muerte de un Papa, un terremoto de intensidad media, graves atentados o una simple e histórica victoria deportiva, y sí, sé lo que se siente y sé lo que contaré a los que vengan detrás, pero ellos a pesar de eso nunca podrán tener consciencia exactamente de lo que sucedió, por más que lean, oiga, repasen o se empapen de tantos medios de comunicación como pueden existir ahora y que plasman la realidad deformándola más o menos deliberadamente... Igual me pasa a mí respecto de hechos antiguos, como magnicidio a Kennedy o a Carrero Blanco, la muerte de un Rey, una guerra civil, entrada de mi país en alguna gran organización multinacional, etc... 

Curiosamente estamos ahora mismo inmersos desde hace 2 años en uno de esos que no se vivían hace un siglo y que ahora tenemos bien machacado, como es la famosa pandemia del 'coronavairus', y añadido a ello y lo que ha motivado esta entrada es que algo que no habíamos vivido los menores de 50 años también se está produciendo: en España hay un volcán terrestre en erupción.

 


 

Ya digo que hay cosas que es difícil explicar a los siguientes si no lo han vivido, que no se lo creerían si no lo ven, oyen, leen, etc., como claramente es lo de que hubiera dos torres enormes en Nueva York, símbolo de la ciudad durante 30 años, que salían en todas las películas y conocidas en todo el mundo, hasta que dos aviones las derribaron... no tiene sentido y no podremos explicarlo, como el hecho de que los egipcios construyeran las pirámides o los hombres de cierta civilización desaparecida los moais de la isla de Pascua. No tiene sentido y punto.

En mi caso, nunca había vivido una erupción en directo en mi país (que sí, que todos los años el Kilauea o el Etna meten magma en la superficie, pero no es lo mismo vivirlo en tu propia tierra), salvo esa pequeña erupción marina en la zona de la Restinga en El Hierro hace una década. He de decir que en cuanto a volcanes, no recordaba esa barbaridad del Nevado del Ruiz colombiano en el 85, pero sí la erupción del Pinatubo filipino en el 1991 (quizá la primera así importante). Luego, todos nos acordamos de la nube de ceniza del Eyjafjallajökull islandés (como siempre no miro en Google para escribirlo, así que alguna errata puede haber, pero sé que lo sé pronunciar bien), que dejó media Europa sin vuelos hace pocos años, y por supuesto, queda en todos nosotros el mito de aquel Vesubio que acabó con Pompeya y Herculano, el reventón brutal de Santorini, la hipotética catástrofe de Toba que la lió tan enorme hace milenios o la erupción del Tambora que hace 2 siglos provocó un año sin verano.

Total, que tras una enorme introducción, casi empezaría el cuerpo del post, pero no, lo que empieza es la conclusión. Sí, tenemos hace semanas un volcán en erupción en la isla canaria de La Palma, con toda la atención del país centrada en ellos. Primero con un enjambre de pequeños temblores que iban poco a poco acercándose a la superficie, todo anunciando una posible erupción que muchos dudaba, luego empezando de sorpresa y poco a poco echando lava que arrasaba unas cuantas casas, después todo un pueblo y alrededores, llegando al mar y formando una lengua de tierra/lava añadida a la costa...

Están siendo unas semanas increíbles, imágenes sobrecogedoras, rugidos de la tierra que se manifiesta mostrándonos lo poco que somos al ser seres de dos patas que nos posamos en ella tan frágiles, y gente que lo ha perdido todo y que los gobiernos deberían ayudar sin titubear como siempre.

Las siguientes generaciones posiblemente no podrán verlo, no tendrán que vivirlo en el caso de los afectados, por suerte o a veces lastimosamente, aquí estaremos los mayores para contarlo, de aquella vez que durante una pandemia mundial, un volcán se despertó en La Palma.

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