08 mayo, 2023

Reescribiendo los clásicos sin perspectiva

Ya he debido comentar cosas parecidas en este sentido, pero es un hecho que va a más, y es el tremendo y forzado cambio en la mentalidad que estamos sufriendo en nuestra sociedad en muy pocos años. Igual que el cambio tecnológico y científico, pero a nivel de estructuras mentales, de estereotipos e incluso prejuicios. Está siendo un cambio voluntario, brusco y radical, ante el que incluso individuos claramente en su juventud no son capaces de adaptarse con la velocidad requerida, quedándose atrás muy rápidamente, llegando a haber las mismas diferencias de mentalidad entre generaciones de hermanos mayores y menores, como las que antes había entre tatarabuelos y nietos (o incluso más).

De hecho, los nacidos después de 1995 ni se darán cuenta aún porque no tienen nada con que comparar, pero los que vinimos antes al mundo estamos viendo perfectamente la deriva que esto está tomando, y no es sólo por las tonterías de ofendiditos españoles, como podemos observar en cualquier noticiero y por supuesto en las redes sociales. No, es a nivel mundial (en España, los nacidos antes de 1970 tendrán hasta 3 periodos a comparar: uno en el que no se podía hacer casi nada por culpa de la dictadura, luego unos 30 años de libertad, y después la oscuridad y desconcierto actual, donde hay que medir cada gesto o palabra para no ser tachado de cualquier monstruosidad).

Aún no he dicho a qué me refiero, pero ya voy: hablo de esos grupos de presión que maldicen las películas de Disney y obligan a retocarlas, que pretenden modificar las películas de James Bond, los libros de Roald Dahl, las canciones que cantábamos hace veinticinco años (véase Mecano o los Hombres G, por poner algún caso)... 

Supongo que entonces habría que eliminar de la faz de la Tierra todas las películas no recomendadas para menores de 13, y las de todos los públicos merecerían también una amplísima revisión para incluir personajes de todas las razas y credos, para añadir mujeres cuando falten, etc... Obviamente deberíamos quemar toda obra artística relacionada con la guerra, pero no quedémonos cortos: habría que quemar todo lo que no se ajuste a la moral actual, lo que sería cualquier obra que no incluya minorías (más del 90% de lo escrito en la historia iría a la pira), y lógicamente cualquier obra ante la cuál algún ser humano o incluso animal pueda ofenderse por algo (eso excluiría al 100%, supongo)...


 

Y claro, hay tan poco seso actualmente que todo está lleno de palmeros que aplauden cualquier opinión al respecto de modificar todas estas obras, añadiendo y quitando personajes que los autores no pensaron así, cambiando la forma de decir las cosas para no herir a nadie (perdiendo por tanto matices, referencias históricas y a veces hasta la rima como en poesías y canciones). 

Pienso en los 90 y me remuevo incómodo en el sillón. Había cosas que mejorar, colectivos oprimidos, pero había más libertad para que el que no decía las cosas intentando menospreciar a alguien pudiera decirlas. Ahora, no puede decirlas ni el opresor, ni el agresor, ni tampoco el equidistante o el imparcial, todos son atacados por las hordas de la posverdad, y verdaderamente es muy triste y a la vez aterrador... porque seguimos una senda hacia quién sabe dónde, pero seguro que aún no hemos llegado.

He leído, escuchado, visto, apreciado o admirado muchas obras que claramente deberían desaparecer para siempre ante cualquier riesgo de ofender a alguien, porque la ofensa en todos esos casos está en el ojo del ofendido, no en ninguna intención ofensiva de los autores... pero así es... las que ahora deciden las intenciones y comentan los textos, películas y canciones a su antojo son las personas que habitan en esos ministerios correctores y censores (ay, qué recuerdos a los años 60).

Mientras tanto, a los que peinamos canas nos queda acordarnos de un tiempo que no parece que volvamos a ver, y compadecernos de los que jamás vivieron esa libertad (y de nosotros mismos, porque el que nunca tuvo no anhela tanto tener eso porque nunca lo perdió), e ir recibiendo puñalada tras puñalada en nuestros clásicos, teniendo que tragarnos "remakes" que para nada les son fieles y que sólo rompen y rasgan la obra inicial.

Algún día la emprenderán con la Biblia y el Corán (bueno, con este no se atreverán), y entonces quizá arda Troya, si es que la Ilíada no hubiese sido para entonces pasto ya de sus intolerantes llamaradas...

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